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bimensual de crítica de crímenes / número 9- mayo 2005
Por qué
salió mal
Se
disfraza de su madre muerta para cobrar la pensión
Juanma. Hay
situaciones que se repiten, y una de ellas es el intento de cobrar la
pensión de familiares muertos, ocultando el fallecimiento durante
más o menos tiempo. Algunos han recurrido a llevar al abuelo difunto
en una silla de ruedas y fingir que le "ayudaban" a firmar.
A Serafettin Gencel, el chollo le duró dos años. Pero para
eso tuvo que disfrazarse de mujer una vez al mes con el fin de cobrar
la pensión en el banco.
La madre de Gencel había fallecido a los 68 años, por causas
naturales según el hijo, que enterró el cadáver en
el sótano de su casa de Estambul (Turquía) y se dispuso
a vivir de la pensión, para lo cual se agenció un conveniente
disfraz de anciana, con pañuelo a la cabeza y bastón. Pero
al cabo de dos años de cobrar sin problemas, a un empleado del
banco le pareció sospechosa la voz tan masculina de la pensionista.
El empleado informó a su director en marzo y éste le dijo
a la "señora" que volviera dos días después
a cobrar. Sin que Gencel se diera cuenta, le hicieron una foto. A continuación
avisaron a la policía, que se presentó en la casa y vio
que no había madre que valiera.
Gencel confesó y las autoridades exhumaron el cadáver enterrado
en el sótano para someterlo a examen forense antes de enterrarlo
debidamente. Al hijo impostor se le acusa de fraude, muerte sospechosa
y enterramiento ilegal. Y todo por confiarse al cabo de los años
y no disimular la voz como es debido.
Para más escarnio, la agencia de noticias Anatolia ha publicado
la foto que le hicieron en el banco, disfrazado de su propia madre.
"Me parece que el
abuelo no firma porque está muerto" (Adegüello, noviembre
2004)
El testamento
del analfabeto
Esther.
A Ian Geddes, un empresario fracasado de 49 años, le ha caído
cadena perpetua por asfixiar a su primo en un intento de heredar algo
y mejorar sus finanzas. El primo, como suele ser habitual con este tipo
de parientes, no le había dejado nada a Ian, que tuvo además
que falsificar su testamento. Estar en las últimas voluntades de
alguien que no es tu pareja, padre o madre, y muere de repente, suele
ser un poco sospechoso, sobre todo cuando se está arruinado. Si
en casos anteriores hemos publicado historias de delincuente a los que
les pillan por su mala ortografía (esas notas en las que ponen:
"Esto es un rovo"), en esta ocasión ha sido su buena
ortografía lo que ha delatado al criminal.
Geddes asfixió a su primo Charlie McKay con una almohada en marzo
de 2003, en Inverness (Escocia). Después intentó que pareciera
que se había caído por una escalera. En principio, la cosa
funcionó y todos se tragaron lo de la fatal caída, hasta
que la hija de Mckay encontró en el domicilio el falso testamento
por el que dejaba 37.000 euros a su primo. El documento estaba escrito
en correcto inglés, pero el fallecido no era capaz de escribir
ni una frase sin faltas de ortografía. Todos los papeles escritos
por McKay y presentados en el juicio estaban plagados de errores y su
hija añadió que la víctima habría sido incapaz
de deletrear correctamente "bequeath" (legar). La policía
comprobó además que había desaparecido una almohada
con gotas de sangre que habían visto y grabado en vídeo
cuando se denunció la muerte. De paso, también se descubrió
que anteriormente Geddes había abierto cuentas bancarias y tarjetas
de crédito a nombre de su primo, a través de internet, y
que había conseguido 47.500 euros por este procedimiento.
Planta
Marihuana en la propiedad del ex jefe de policía
Juanma. Ryan M. Steel, de 27 años, tenía unas
semillas de Marihuana muy buenas y buscaba un buen campo para plantarlas.
Creyó encontrarlo en una finca de cuatro hectáreas, sin
saber que su propietario era el ex jefe de policía del condado.
Allí Steel cultivó en secreto unas 30 plantas, que ya medían
de dos a tres metros cuando el hijo del ex jefe, también policía
y precisamente de la brigada de narcóticos, las descubrió
mientras cazaba conejos en la finca de su padre. "Lo primero que
pensé fue que papá se estaba apañando un suplemento
a su jubilación", declaró.
La policía cortó las plantas e instaló una cámara
de vigilancia, que grabó la rabieta que le dio a Steel cuando regresó
días más tarde a atender su plantación. Tras reírse
un rato e identificarlo, los agentes rastrearon las compras de materiales
de jardinería que había hecho Steel con tarjeta de crédito.
Ya sólo faltaba detenerlo.
Steel reconoció que las plantas eran suyas, pero alega que eran
para su propio uso y no pensaba venderlas. En abril le han acusado de
posesión de una sustancia prohibida con intención de fabricar
droga, invasión de propiedad ajena y "vandalismo agrícola".
Le puede caer un año.
Antes de comparecer ante el juez, Steel hizo méritos actuando como
intérprete de otro acusado, un hispano detenido por conducir borracho
y que sólo hablaba español.
Extraña
suplantación de personalidad
Esther. Wayne Brightly, un profesor de un colegio del Bronx,
estaba agobiado porque si volvía a suspender el examen sobre conocimientos
básicos para profesores de Nueva York, tendría que dejar
la enseñanza. Al parecer, decidió buscar a alguien que se
le pareciera y pudiera pasar la prueba en su lugar. Aunque Brightly es
negro, delgado y tiene 38 años, pensó que nadie se daría
cuenta de que Ruin Leitner, un blanco gordo de 58 años, que padece
una enfermedad similar al autismo y se dedicó a la mendicidad durante
un tiempo, no era él. Le pagó dos dólares USA para
que pasara el examen, le dio un carnet falsificado y Leitner sacó
tan buena nota que las autoridades pensaron que era imposible que Brithtly
hubiera hecho ese examen en el verano de 2004. Decidieron concertar una
entrevista con el profesor que mandó al ex mendigo en su lugar.
Cuando posteriormente fueron a visitarle a su domicilio, Brightly intentó
hacerse pasar por el hijo del profesor.
En abril le han acusado de coacciones y falsificación de documentos.
Cae
en la trampa por una comida gratis
Juanma. Frederick Gilliland, de 53 años, acusado de
estafar millones a inversores en Florida, vivía a lo grande en
West Vancouver (Canadá), eludiendo la extradición y disfrutando
de sus ganancias. Pero le perdió su afán de conseguir algo
por nada. Un astuto investigador privado le invitó a comer al otro
lado de la frontera, en un restaurante de Point Roberts, Washington, y
Frederick fue incapaz de resistirse. El investigador avisó a la
policía, que en marzo atrapó a Gilliland en cuanto cruzó
la frontera y penetró en EE.UU. Por si a alguien le interesa, el
restaurante se llama Brewster's. Debe de ser buenísimo.
Adicto al crack
detenido por cagón
Esther. Los
nervios le atacan al intestino y solía hacerse caca en los domicilios
a los que iba a robar. William Woodard, de 39 años, debería
haberse dado cuenta de que el ADN de sus heces le iba a llevar a la cárcel,
pero siguió insistiendo, tal vez, por su adicción al crack.
En abril le han acusado de cometer más de medio centenar de robos
en Boston desde noviembre de 2004. Cuando le detuvieron también
se hizo caca en los pantalones. El juez le ha impuesto una fianza de 185.000
dólares USA.
Le
fallaron las tripas (Adegüello, julio 2004)
Atraco frustrado
por máscara ridícula
Juanma.
En marzo un dependiente de un Mini Market de Cranberry (Pensilvania) puso
en fuga a un atracador con gran riesgo de su vida. El método empleado
consistió en partirse de risa al ver la máscara que utilizaba
el ladrón para ocultar sus facciones, que representaba al perro
Pluto.
En lugar de asustarse, al dependiente le dio tal ataque de risa que fue
incapaz de darle el dinero de la caja al atracador, que abandonó
frustrado la tienda.
La policía ha dicho que el comportamiento del dependiente fue irresponsable
y peligroso, aunque evitó el robo. "Pluto podría haber
sido un heroinómano con mono", declaró un sargento.
También habría que preguntarse qué toma el dependiente
para que le entren esas risas.
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