La gran estafa

Esther. Hasta 1939 los criminólogos no se ocuparon de ellos. Fue entonces cuando Edwin Sutherland se inventó el término "white- collar criminality" (delincuencia de cuello blanco) para catalogar una tipología delictiva que siempre ha existido, pero que nunca había preocupado demasiado a pesar de que suele causar más perjuicios en la economía de sus víctimas que los robos y atracos del delincuente común. Marginados, asociales, violentos, drogadictos, de clase baja,... son los calificativos que generalmente se asocian a la figura del delincuente, pero hay muchos más. Personas respetables, con un alto estatus social, que dañan extensa e intensamente el orden económico de una sociedad amparados en el ejercicio de su profesión, así eran los delincuentes de cuello blanco de Sutherland. Ahora forman parte de una categoría más amplia: la delincuencia económica, protagonizada por individuos materialistas, egocéntricos, audaces, que se adaptan fácilmente a cualquier medio social, optimistas en los que prevalece la acción al pensamiento, que carecen de sentimiento de culpa y todo les sirve con tal de lograr sus objetivos, como los describió Mergen, o ambiciosos sin escrúpulos, extrovertidos, persuasivos y manipuladores, según las definiciones de otros autores. Son una figura en auge en la sociedad actual en la que sólo importa el éxito material, la capacidad de adquisición.
Su especialidad son los delitos contra la Hacienda Pública y la Seguridad Social, contra los derechos de los trabajadores, sobre la ordenación del territorio, sobre el patrimonio histórico, contra los recursos naturales y el medio ambiente, contra la salud pública, corrupción, cohecho, tráfico de influencias, malversación de fondos, prevaricación, contrabando, tráfico de drogas, blanqueo de capitales, estafas masivas,... Y aunque afectan a más personas y a veces a toda la sociedad, el delincuente común, el callejero, sigue siendo el que más preocupa.

La globalización de la crisis
Como la mayoría de los delincuentes económicos, los que ahora nos ocupan no van a ser nunca detenidos ni juzgados ni condenados. Son multimillonarios que han puesto en marcha una estafa global que ha producido una crisis global que para algunos supone el fin del capitalismo. Exageración o no, lo cierto es que Estados Unidos, adalid del capitalismo, se ha liado a nacionalizar entidades financieras. ¡Nacionalizar!, una actividad propia del comunismo y los regimenes totalitarios, eso que Hugo Chávez quiere hacer todo el rato, incompatible con el liberalismo económico.
El origen de la crisis lo explican de forma sencilla The Last Laugh o Leopoldo Abadía (ambos en YouTube).
En general, en casi todos los países civilizados se registró desde finales de los años noventa una mayor demanda de compra de viviendas (potenciada por la bonanza económica y los bajos tipos de interés) que provocó un aumento de precios desmesurado. En países como Islandia, los propietarios de viviendas se llegaron a convertir en millonarios virtuales por el mero hecho de tener una propiedad en un país que ahora está lleno de pobres virtuales. En Alemania, por el contrario, los precios se mantuvieron en niveles razonables, tal vez por una mayor tendencia a la racionalidad del pueblo germano.
En cuanto a Estados Unidos, se vendieron tantas casas que cuando a los banqueros no les quedaban personas normales a las que conceder hipotecas, decidieron ir a por los marginados, los "Ninja", según la terminología de Leopoldo Abadía (No income, no job, no assets) o negros en paro sentados en el porche de una casa en ruinas de Alabama, para The Last Laugh. Estos clientes tenían la ventaja añadida de que pagaban más intereses que la gente normal por su propia situación de insolvencia.
Los encargados de convencer a los Ninja para que se compraran una casa eran comerciales que cobraban comisiones por cada nuevo cliente, por lo que concedieron hipotecas a cualquiera que estuviese vivo. La inversión, dejar dinero a marginados con empleos precarios, era una estupidez muy arriesgada, así que los grandes ejecutivos norteamericanos tuvieron la genial idea de vender esas inversiones a terceros en paquetes en los que no se identificara claramente el contenido, para que fueran estos los que corrieran el riesgo. De esta forma, ya no era un problema de dos: un comprador insolvente y un banquero insensato, sino un problema de toda la sociedad. (En Estados Unidos es habitual que los pequeños ahorradores inviertan en productos financieros con lo que el problema de las hipotecas basura se extendió a toda la sociedad).
Así que, los banqueros empaquetaron las hipotecas de los insolventes en fondos de inversión y las vendieron a inversores que cobrarían sus intereses siempre y cuando los hipotecados no dejaran de pagar. Esto podría haber sido un buen negocio para el inversor si le hubieran dicho lo que había y le hubieran dado la opción de elegir: el paquete con la hipoteca del parado de 45 años que acaba de salir de la cárcel o él del inmigrante de 25 que ha estudiado una carrera y acaba de conseguir el permiso de trabajo. Pero el inversor no podía elegir, no podía identificar lo que había en el paquete, y muchos fueron directamente engañados porque les dijeron que invertían en hipotecas concedidas a estudiantes. Ese engaño, realizado con ánimo de lucro para inducir a error, es lo que convierte a toda esta historia en la gran estafa global.
Tantos insolventes compraron casa y se vendieron tantos paquetes con sus hipotecas que los grandes ejecutivos se hicieron de oro. Hasta que en verano de 2007 todo se empezó a desmoronar. Los intereses y la morosidad habían empezado a subir, mientras los precios de las casas bajaban con la disminución de la demanda. Estados Unidos había entrado en la crisis de las hipotecas subprime que un año después se trasladó a todo el mundo. Esos paquetes con hipotecas de marginados se habían comercializado en todas partes como inversiones seguras respaldadas por empresas solventes de Estados Unidos.

Quiebras y nacionalizaciones
El 20 de julio de 2007 New Century Finantial, una entidad especializada en la concesión de hipotecas subprime, se declaró en bancarrota y despidió a la mitad de sus trabajadores. Había vendido fondos de inversión a bancos de todo el mundo y empezó a surgir la desconfianza. Poco después, el banco de inversiones Bearn Stearns avisó a sus clientes que iban a recuperar poco o nada del dinero que habían invertido en sus principales fondos de inversión.
En Alemania, el banco Sachsen Landesbank fue comprado por su principal competidor tras enfrentarse a la quiebra por haber invertido en hipotecas subprime de Estados Unidos, mientras que en Gran Bretaña el banco Northern Rock tuvo que pedir una ayuda económica al Banco de Inglaterra después de que clientes preocupados retiraran dos billones de libras. Una acción que representa uno de los principales temores de los banqueros: que cunda el pánico entre los clientes ante un rumor sobre la quiebra del banco y que todos acudan a la vez a retirar sus ahorros, una situación que ni el banco más solvente es capaz de afrontar.
En octubre de 2007, anunciaron pérdidas billonarias Citigroup, Merril Lynch y el banco se inversiones suizo UBS. En marzo de 2008 JP Morgan Chase compró Bear Stearns con la ayuda del Banco Central de Estados Unidos que accedió a aportar hasta 29 billones de dólares para cubrir las posibles pérdidas de la entidad.
En abril de 2008, el Fondo Monetario Internacional anunció que las pérdidas económicas producidas por la crisis generada por las hipotecas subprime podrían alcanzar el trillón de dólares e incluso superarlo. En junio de 2008, el FBI detuvo a 406 personas acusadas de estafas relacionadas con la crisis de las hipotecas.
Si la situación ya era crítica hasta entonces, en septiembre de 2008 empezó la tragedia. El gobierno de Estados Unidos nacionalizó Fannie Mae y Freddie Mac, las mayores entidades de préstamo del país, concesionarias de la mitad de las hipotecas vigentes (que suponen un total de 5 trillones de dólares). Poco después, se anunció la quiebra de Lehman Brothers, tras haber perdido cerca de 4 billones de dólares en los últimos tres meses. Merrill Lynch fue adquirida por el Bank of America por 50 billones de dólares y AIG parcialmente nacionalizada con una inyección de 85 billones de euros del dinero de los contribuyentes. También tuvieron que ser rescatadas otras empresas como Washington Mutual (WaMu); HBOS, Royal Bank of Scotland (RBS), Lloyds TSB y Bradford & Bingley, en Gran Bretaña, o Fortis y Glitnir en Europa.
Con todas estas turbulencias, Estados Unidos y unos cuantos gobiernos europeos se han gastado billones de dólares en rescatar de la quiebra a algunas de las mayores empresas financieras, sobre todo bancos de inversión, que han sido nacionalizadas total o parcialmente o han tenido que recibir inyecciones de dinero del estado u otras entidades. En enero de 2008 las bolsas sufrieron la mayor caída desde los atentados de Nueva York del 11 de septiembre de 2001.

7 de septiembre Fannie Mae, Estados Unidos Nacionalizado
7 de septiembre Freddie Mac, Estados Unidos Nacionalizado
15 de septiembre Lehman Brothers, Estados Unidos Quiebra
15 de septiembre Merrill Lynch, Estados Unidos Absorvido
16 de septiembre AIG, Estados Unidos Nacionalizado parcialmente
17 de septiembre HBOS, Gran Bretaña Absorvido
25 de septiembre WaMu, Estados Unidos Comprado en quiebra
28 de septiembre Fortis, Benelux Nacionalizado
29 de septiembre Bradford & Bingley, Gran Bretaña Nacionalizado
29 de septiembre Wachovia, Estados Unidos Absorvido
29 de septiembre Glitnir, Islandia Nacionalizado
6 de octubre Hypo Real Estate, Alemania Rescatado
13 de octubre RBS, Gran Bretaña Nacionalizado parcialmente
13 de octubre Lloyds TSB, Gran Bretaña Nacionalizado parcialmente
   
Fuente: BBC

Los protagonistas
Ante este panorama de pérdidas generalizadas, una de las cuestiones que se plantean es dónde ha ido a parar el dinero que han perdido los inversores o quiénes son los que se han beneficiado con toda esta historia. Por un lado, están los trabajadores que han ido cobrando comisiones con la venta de viviendas, la concesión de hipotecas o, por ejemplo, su intermediación en la venta de los fondos de inversión. Por otro lado, están los constructores y promotores inmobiliarios que han vendido un montón de casas a unos precios desorbitados y los propietarios que vendieron viviendas de segunda mano. Y en el lado más opulento están los empresarios y directivos que originaron la gran estafa.
Seis ejecutivos norteamericanos se llevaron más de 400 millones de dólares USA como indemnización por despido tras dejar las empresas que dirigían con pérdidas billonarias. Los seis son una pequeña representación de los ejecutivos que se han enriquecido con el enorme entramado financiero creado a partir de las hipotecas subprime, a partir de los Ninja y los negros desempleados sentados en el porche de su casa. Cobraron millones de dólares porque su apuesta por el mercado de las hipotecas subprime reportó durante un tiempo beneficios astronómicos a las empresas que dirigían. Seguramente, nunca se sabrá si son unos insensatos que se equivocaron o unos delincuentes de cuello blanco "que dañan extensa e intensamente el orden económico de la sociedad amparados en el ejercicio de su profesión", como la definición de Sutherland.

Charles Prince
Angelo Mozilo
James Cayne
Stanley O'Neal
James Cayne
Richard Fuld

Stanley O'Neal recibió 161 millones de dólares USA al dejar Merrill Lynch en octubre de 2007. Ese año la empresa registró 10 billones de dólares en pérdidas y una depreciación en bolsa del 45 por ciento. O'Neal estaba en el puesto 10 de la lista de los 25 directivos mejor pagados del mundo elaborada en 2007 por la revista Fortune. En 2006 había cobrado más de 46 millones de la empresa.
Al borde de la quiebra, Merrill Lynch, fundada en 1914, fue comprada por el Bank of America.

Charles Prince, ex presidente de Citigroup, cobró cerca de 100 millones de dólares al dejar la empresa. En 2007 Citigroup había perdido 10 billones de dólares y el 48 por ciento de su valor en bolsa, en abril de 2008 la empresa anunció pérdidas de unos 40 billones de dólares.

Angelo Mozilo se fue de Countrywide Finantial con 78 millones de dólares. Era uno de los fundadores de la empresa. En 2007 estaba el puesto 13 de la lista de los 25 directivos mejor pagados del mundo de la revista Fortune. El sueldo de Mozilo en 2006 fueron 43 millones de dólares. Countrywide tuvo que ser adquirida por el Bank of America. En 2007 la empresa había perdido 1,6 billones de dólares y el 80 por ciento de su valor en bolsa.

En marzo de 2008, estos tres ejecutivos defendieron la cuantía de sus indemnizaciones ante una comisión del Senado alegando que ellos también habían perdido dinero con la quiebra de las empresas que dirigían. Entre 2002 y 2006 los tres ejecutivos cobraron unos 460 millones de dólares por su trabajo.

Richard Fuld cobró 53 millones de dólares al dejar Lehman Brothers. Desde el año 2000 había percibido un total de 484 millones de dólares por su trabajo. Esta empresa fundada en 1850 fue a la quiebra en septiembre de 2008.

James Cayne cobró una indemnización de 38 millones de dólares y dejó el banco de inversiones Bear Stearns en la ruina. En 2007 estaba en el puesto 22 de la lista de los 25 directivos mejor pagados del mundo de la revista Fortune. En 2006 había cobrado 40 millones de dólares por su trabajo.
En marzo de 2008 JP Morgan Chase compró Bear Stearns con la ayuda del Banco Central de Estados Unidos.

Martin Sullivan se llevó una indemnización de 22 millones de dólares tras dejar la aseguradora AIG en una situación tan precaria que el gobierno estadounidense tuvo que inyectar en la empresa 85.000 millones de dólares de los contribuyentes para evitar la quiebra del mayor grupo asegurador del mundo.
Habían ganado mucho dinero vendiendo seguros que protegían a los clientes de la quiebra de sus inversiones.


Crisis Made in Spain
Spain is not so different
En España, líder europeo en todo lo malo (consumo de drogas, accidentes de tráfico, contaminación, desempleo, inflación, etc.), fue tal el aumento de la demanda entre finales de los años noventa y 2007 que los precios de las viviendas se elevaron por encima de cualquier lógica o sentido común. Detrás de este incremento de la demanda parece que hay diversos factores: los bajos tipos de interés, la disminución del desempleo, la emancipación de la generación del baby- boom de los años 60- 70 y los refranes y leyendas populares. Los principales eran:
1. "Los pisos van a bajar de precio con la entrada del euro porque los que tienen dinero negro (en pesetas) están comprando pisos para venderlos después y convertir el dinero en euros". Al primer economista que se le ocurrió esta historia deberían darle el premio Nobel (junto con el genio que se dio cuenta de que en el año 2000 los ordenadores dejarían de funcionar). Esto de que los pisos iban a bajar con el euro se decía sobre 1998 cuando los precios empezaron a subir. Un piso que por entonces costaba 12 millones de pesetas en Madrid, pasó a valer unos 20 millones en 2002 (año de la entrada del euro) y de ahí a unos 50- 60 millones de pesetas en 2006.
2. "Alquilar es tirar el dinero". Según esta teoría comprar leche es también tirar el dinero ya que, ahorrando o pidiendo un crédito, se puede comprar una vaca que dará leche a diario y además tendrá descendencia de vez en cuando.
3. "Los pisos nunca bajan de precio". Qué se lo digan a los japoneses que todavía no se han recuperado de la bajada de precios de los años noventa. En Gran Bretaña también se habían registrado bajadas de precios a mediados de los años ochenta y noventa y en Málaga, por ejemplo, a mediados de los noventa.
Con todas estas teorías no era de extrañar que las viviendas subieran de precio desproporcionadamente. Todo el mundo compraba pisos y todo el mundo era feliz pensando que su casa valía cada días más y que si algún día no la podía pagar o se quería divorciar, podría venderla y ganar dinero en la operación. Hasta que llegó el día en que nadie quería comprar, y los hipotecados que no podían hacer frente a las subidas de los tipos de interés o que se quedaron en paro se dieron cuenta que más que una inversión lo que habían firmado con el banco era una esclavitud a 20, 30 ó 40 años.

Qué pasa cuando no pagas la hipoteca
Las subidas de los tipos de interés y el aumento del paro registrado en los últimos meses en España han provocado un incremento en el impago de cuotas hipotecarias. Ahora el dicho popular que más se oye es otro: "si no la puedo pagar (la casa) que se la quede el banco". Esto es en parte verdad, la casa se la quedará el banco (o un subastero) pero eso no significa que con eso se acabe la deuda.
La Ley de Enjuiciamiento Civil (LEC) y las condiciones recogidas en la Escritura del Préstamo Hipotecario son lo que determinan lo que pasa cuando se deja de pagar una hipoteca es España. Cuando no se han pagado, por ejemplo, tres cuotas de la hipoteca (la cantidad exacta figura en la escritura) el banco reclamará el total del préstamo que queda por pagar a través de un Juzgado de Primera Instancia. El moroso tiene entonces dos opciones: pagar las cuotas vencidas, más los intereses y costas, y rehabilitarse; es decir, continuar con el crédito (esto sólo lo podrá hacer una vez cada cinco años) o no pagar. Si no paga, la vivienda saldrá a subasta por el precio de tasación que se establece como tipo de subasta en la Escritura del Préstamo Hipotecario (puede ser distinto al precio de la vivienda, de la tasación inmobiliaria y del préstamo).
En las subastas judiciales las viviendas siempre alcanzan precios muy inferiores a los del mercado. Entre otras muchas cosas, porque no se puede comprobar el estado de conservación, la distribución, etc. Si, por ejemplo, el moroso le debe al banco 200.000 euros y la vivienda se subasta por 150.000, el moroso se queda sin casa y le sigue debiendo al banco 50.000 (esto lo dice el artículo 579 de la LEC). Cómo recupera el banco ese dinero: embargando al deudor y a sus avalistas. Qué puede embargar: casi todo, vehículos, casas, cuentas bancarias, sueldos, pensiones, subsidios de desempleo,... todo menos la ropa de la familia, los objetos religiosos que poseen, los instrumentos necesarios para el ejercicio de su profesión o los salarios o pensiones inferiores al salario mínimo interprofesional (600 euros).
En Madrid, por ejemplo, hay juzgados de primera instancia dedicados exclusivamente a las ejecuciones hipotecarias que, por cierto, cuentan con unos funcionarios muy competentes para desgracia de los morosos. En la actualidad, la mayor parte de las subastas quedan desiertas (no hay gente interesada ni en comprar en subastas) con lo que el banco se queda con la vivienda por el 50 por ciento del precio establecido como tipo de subasta y si esa cantidad no cubre la totalidad de la deuda, el moroso seguirá pagando la diferencia el resto de su vida (y, si hace falta, el resto de la vida de sus herederos).



 

 



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© E.Cordeiro. 2003
 
 
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