Fracasan dos secuestros de un histórico del crimen
Atracador a la fuga se atasca en una chimenea
El violador tiene sus datos en facebook
Vende una casa con un cadáver momificado dentro


Fracasan dos secuestros de un histórico del crimen

Esther.
Habían estudiado las costumbres de sus víctimas y las finanzas familiares; tenían coches, furgonetas, pistolas, grilletes, zulos, tranquilizantes, cámaras de seguridad, perros de presa, infiltrados para sonsacar información a la familia y un cabecilla con experiencia que elaboró un plan estructurado, pero los dos secuestros fueron un fracaso. El primero les salió mal por el carácter rústico e inconsciente de la víctima y el segundo, por el uso de un medio de comunicación obsoleto: las cabinas telefónicas. De todas formas, no se sabe cómo pretendían cobrar los rescates sin que les pillaran, la cuestión más peliaguda en cualquier secuestro.
Y aunque se cree que el ideólogo de los dos sucesos es un histórico del crimen: el testigo del juicio por la desaparición de El Nani que hizo que la guardia civil rastreara tres pantanos, un estafador en activo desde los años sesenta y compañero de correrías de un marqués, lo más famoso del caso es la supuesta participación del primo de Rajoy.

El hijo de "El Pocero" se defiende
Primero, alquilaron una vivienda unifamiliar en Perales del Río (Madrid) y construyeron un zulo en la bodega para ocultar a su víctima. Pensaban pedir treinta millones de euros de rescate, pero su objetivo era demasiado bruto para dejarse secuestrar. Simularon un accidente de tráfico para raptar al hijo de Francisco Hernando, un ex pocero que se hizo millonario como constructor y famoso por hacer una ciudad sin licencias ni infraestructuras suficientes en Seseña (Toledo, España). Chocaron con su coche en la carretera para obligarle a apearse. Uno de los secuestradores lo apuntaba con una pistola y otro trataba de meterlo en el maletero de un BMW 320, pero el hijo de "El Pocero", en lugar de amedrentarse, se lió a golpes con el que empuñaba el arma, y los raptores acabaron huyendo. Todo esto ocurría el pasado 25 de abril en Seseña. El joven fue atendido en el hospital por diversos golpes y magulladuras.
Los secuestradores no fueron identificados hasta septiembre, cuando la policía encontró vídeos y documentos con datos sobre los familiares del constructor de Seseña en poder de una banda detenida en junio por el secuestro de otro rico heredero de la construcción. En este caso fue el teléfono lo que identificó a los criminales: la vigilancia de cabinas por parte de la policía y esa afición desmesurada de los españoles a la comunicación telefónica.

El secuestro del empresario de Sanlúcar
Rescataron al Rafael Ávila en Almonte
El empresario Rafael Ávila Tirado, de 45 años, fue secuestrado el 2 de junio de 2008 cuando salía de su oficina en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Los secuestradores se pusieron en contacto con la familia para solicitar diez millones de euros de rescate y amenazarles para que no avisaran a la policía. Tras diversos contactos con la familia, rebajaron sus pretensiones económicas a dos millones de euros.
Las llamadas procedían de cabinas telefónicas de distintos barrios y localidades de Madrid: Méndez Álvaro, La Vaguada, Coslada, Aranjuez,... Un sistema de comunicación utilizado habitualmente por los secuestradores que, por lo visto, ya no funciona. Los investigadores colocaron medio centenar de coches camuflados y decenas de policías secretas vigilando cabinas telefónicas y el 12 de junio localizaron a un hombre sospechoso que realizó una llamada desde una cabina de la zona de Puerta de Toledo, según El País. El hombre se montó en un coche junto a una mujer y se fue a un domicilio del barrio de Vallecas, adonde le siguieron unos agentes. Esta versión de la identificación del sospechoso debe estar incompleta salvo que hayan puesto a todo el cuerpo nacional de policía destinado en Madrid a hacer turnos de vigilancia en las cabinas porque en la Comunidad de Madrid debe haber unas 4.000 (si se cumple la norma que dice que tiene que haber una cabina por cada 1.500 habitantes). Así que, o lo pillaron por pura casualidad o parece más factible que la policía haya consultado qué cabinas se estaban utilizando cuando se recibían llamadas en el móvil del negociador de la familia del secuestrado. Hasta hace pocos años habrían sido muchas las cabinas desde las que se realizaban llamadas de forma simultánea, pero actualmente con la difusión de los teléfonos móviles ya casi nadie las usa, salvo inmigrantes que llaman a sus países con tarjetas prepago y excéntricos.
En cualquier caso, la pareja de la cabina de Puerta de Toledo resultó ser Miguel Rodríguez Souza y Vanesa Hidalgo. Los investigadores pincharon el teléfono de Miguel e interceptaron dos llamadas sospechosas. En la primera, su hermano Luis Antonio, que tiene una tienda de bisutería en un local alquilado a la familia del secuestrado, bromeaba con la posibilidad de ser raptado. En la segunda, el interlocutor era Luis Miguel Rodríguez Pueyo, con el que el sospechoso habló directamente de la situación del secuestro de Ávila. (En algunos medios de comunicación se asegura que Miguel Rodríguez Souza, de 27 años, es hijo de Luis Miguel Rodríguez Pueyo y en otros se dice que es su sobrino, pero no está claro que exista parentesco entre ellos). Luis Miguel Rodríguez Pueyo es un delincuente habitual que fue condenado en 1998 a un año de cárcel por el caso Arny de prostitución homosexual de menores. Al parecer, actualmente utilizaba la identidad de su hermano Joaquín, ya fallecido, y la línea telefónica la había puesto a su nombre.
Tras estas primeras pistas, lo único que hicieron los investigadores fue seguir tirando del hilo y, tirando del hilo, se encontraron con otro acusado por prostitución de menores en el caso Arny: el sevillano Manuel Ibáñez Ruiz, de 53 años, que por entonces era propietario de dos clubes de ambiente homosexual cercanos al Arny, El "27" y "Valentino" y que finalmente fue absuelto. Se cree que en la actualidad pasaba por dificultades económicas y había contactado con Rafael Ávila para negociar una compra- venta de terrenos. Al parecer, Ibáñez Ruiz visitó en varias ocasiones a la familia del secuestrado para conocer el estado de las investigaciones con la excusa de darles ánimos.
Y, finalmente, a través de otro de los implicados en el caso Arny, el bailarín argentino Domingo Arnaldo Concha, fallecido en 2007, llegaron a otro sospechoso, su amigo Raúl Brey Ábalo, de 60 años, primo de Mariano Rajoy, presidente del Partido Popular. Brey Ábalo se dedica a la compra venta de antigüedades y tiene una casa unifamiliar en Almonte (Huelva). En esa vivienda la policía nacional liberó el 18 de junio a Rafael Ávila Tirado, tras 16 días de secuestro. Se lo encontraron narcotizado y encadenado en un zulo de dos metros cuadrados que estaba custodiado por cámaras de seguridad, perros de presa y dos hombres: Raúl Brey Ábalo y José Antonio Giles Rodríguez, de 24 años, según los investigadores. Posteriormente, la víctima declaró que durante el cautiverio estuvo todo el tiempo encadenado a una pared y tenía que hacer sus necesidades en una lata.
Finalmente, los agentes detuvieron a un total de nueve personas por el secuestro de Almonte. Tres de ellos están también acusados de planificar el secuestro de Seseña. Se cree que en ambos casos el cabecilla era Luis Miguel Rodríguez Pueyo.

El cerebro de la banda
Rodríguez Pueyo en el juicio del Arny
Luis Miguel Rodríguez Pueyo nació en Madrid en 1942. Es un delincuente especializado en estafas y falsificaciones que tiene una larga y precoz carrera delictiva. Lo más sorprendente de su biografía es que haya podido vivir tanto tiempo fuera de la cárcel, lo que denota que la justicia española es demasiado benévola con los estafadores. Con su ingenio y contactos podía haberse hecho rico legalmente, pero parece que prefirió vivir al margen de la ley. En sus inicios delictivos se le relacionó frecuentemente con el aristócrata Jaime Mesía Figueroa, Marqués de Mirallo, bisnieto del primer Conde de Romanones, convertido en "Messía" por la prensa a finales de los años ochenta, y uno de los ídolos del redactor jefe de Madrid (junto con Paesa).
A pesar de que ha cometido al menos una tropelía escandalosa por década, desde los años sesenta, la actuación más famosa de Rodríguez Pueyo fueron sus idas y venidas al juicio Arny vestido de Nazareno Ninja y otros disfraces peculiares para un hombre de mediana edad. Rodríguez Pueyo evolucionó de la estafa a proletarios, al asalto armado y el secuestro exprés, la estafa bancaria y de ahí a un secuestro que tal vez no preveía tan largo.

Estafas inmobiliarias
En 1966, cuando tenía 24 años, Luis Miguel Rodríguez Pueyo montó en el Barrio del Pilar de Madrid una oficina con el nombre de "Administración Inmobiliaria Pueyo S.L.", de la que él y su madre, Carmen Pueyo Moreno, eran accionistas y Antonio Rubio Fernández, director general. La empresa vendió y alquiló pisos inexistentes a más de medio millar de familias que pagaron entre 1.000 y 50.000 pesetas.
Posteriormente, en febrero de 1967, abrió otra oficina en Madrid con el nombre de "Inmobiliaria Pueyo S.L." con la que estafó a trescientas familias a las que les cobró 50.000 pesetas por la entrada de unos pisos que nunca llegó a construir ni tuvo la intención de hacerlo. Rodríguez Pueyo vendía pisos a familias de clase media baja en el Barrio del Pilar y Aluche, que por entonces eran periféricos, a precios entre 400.000 y 600.000 pesetas.
Le detuvieron en octubre de 1967 acusado de estafa. Posteriormente, detuvieron también a su madre, que por entonces tenía 55 años, y a su hermano Joaquín, de 23, como sospechosos de formar parte de la trama.
Finalmente, la Audiencia Provincial de Madrid condenó a Luis Miguel a once años de cárcel por seis delitos de estafa y cinco delitos de maquinación para alterar el precio de las cosas por las actividades de la "Inmobiliaria Pueyo S.L."

Secuestro de un joyero y asalto a un empresario
En mayo de 1978 detuvieron a Luis Miguel Rodríguez Pueyo acusado del secuestro del joyero Recaredo González Pazos y del asalto al empresario Felipe Batlló. Por estos hechos, también cayeron Gerardo Vázquez Torres, Antonio Córdoba Camacho, Ignacio Rodrigo Fernández y Jaime Mesía Figueroa. Los investigadores creían que Rodríguez Pueyo era el cerebro de la banda. Por su parte, Mesía Figueroa fue identificado por otros tres acusados como el colaborador que les había facilitado armas e información sobre las víctimas. Ambos sucesos serían catalogados hoy en día como secuestros exprés.

En diciembre de 1977, tres delincuentes asaltaron al empresario Felipe Batlló Iglesias en su domicilio, haciéndose pasar por miembros de la banda terrorista ETA, y le obligaron a firmar dos cheques por un valor total de diez millones de pesetas. Mientras dos de los asaltantes se quedaron vigilando en la casa, el tercero hizo efectivos los cheques en el banco.

En marzo de 1978, tres individuos armados entraron en casa del joyero Recaredo González Pazos haciéndose pasar por miembros de las "Brigadas Rojas", un grupo terrorista de izquierdas. Se llevaron al joyero a un piso que habían alquilado en la calle Arroyo del Fresno de Madrid, donde lo tuvieron retenido hasta que al día siguiente la familia pagó quince millones de pesetas por el rescate.
(Un socio del joyero Recaredo González desapareció años después cuando viajaba con un muestrario de joyas valorado en 130 millones de pesetas. Mariano Loriente Chinchilla, de 38 años, desapareció en Madrid el 7 de diciembre de 1983 tras ingresar cantidades de dinero en diversas entidades bancarias. Su coche apareció días después en el aparcamiento de la plaza Mayor de Madrid estacionado a pocos metros de las plazas reservadas para los vehículos de la Brigada de Policía Judicial. Su desaparición se registró tres semanas después de la de Santiago Corella, El Nani, tras ser arrestado por agentes de esa misma Brigada de Policía Judicial. La desaparición de Loriente fue investigada por la Brigada Anticorrupción de la Policía que también se encargó del caso de "El Nani" que destapó la existencia de una mafia policial en la que se implicó a Mesía Figueroa).

Estafa al Banco Hispanoamericano y la papelera Sarrió
En mayo de 1987, la policía detuvo a Luis Miguel Rodríguez Pueyo, Jaime Mesía Figueroa y Carlos Beneján Mateos acusados de estafar 98 millones de pesetas al Banco Hispanoamericano y la empresa papelera Sarrió de Leiza (Navarra).
Sospechaban que los detenidos habían simulado la apertura de una nueva delegación de la empresa Sarrió en Barcelona, para lo que contrataron a cuatro parados: un contable, un chofer y dos guardaespaldas. Después, Beneján Mateos contactó por teléfono con un ejecutivo del Banco Hispanoamericano en Barcelona al que le pidió dos cheques contra el Banco de España, uno de 10 millones de pesetas destinado a la Tesorería General de la Seguridad Social y otro de 98 millones de pesetas que iba a ser utilizado para comprar acciones y debía estar a nombre del contable. Posteriormente, falsificó una carta con el membrete de la papelera por la que se autorizaba al contable a hacer efectivo el cheque. Beneján mandó a los cuatro parados a cobrar el cheque al Banco de España, después recogió el dinero y se marchó.
El principal sospechoso vivía en una casa en Castelldefels alquilada por Rodríguez Pueyo con un nombre falso. Los investigadores localizaron en la vivienda un carnet de identidad falso y útiles para falsificar documentos. Cuando se llevó a cabo la estafa, Messía Figueroa y Rodríguez Pueyo estaban en libertad provisional por el asalto al industrial Felipe Batlló tras haberse puesto en huelga de hambre en la cárcel.
En junio de 1987, cuando iban a ser juzgados por el asalto a Batlló, Luis Miguel Rodríguez Pueyo y Messía Figueroa se volvieron a poner en huelga de hambre. El fiscal pedía para Rodríguez Pueyo una pena de 20 años de cárcel por detención ilegal, tenencia ilícita de armas y utilización ilegítima de vehículo de motor.

Testigo en el juicio por la desaparición de El Nani

En junio de 1988, Rodríguez Pueyo testificó en el juicio por la desaparición de Santiago Corella, El Nani, a petición de José Emilio Rodríguez Menéndez, abogado defensor del comisario Francisco Javier Fernández Álvarez.
Rodríguez Pueyo dijo que El Nani murió en dependencias policiales tras sufrir una hemorragia interna a causa de las torturas que le infligieron para que revelase el paradero de un botín de 50 kilos de oro. Además, explicó que Jaime Mesía Figueroa le había contado, estando en huelga de hambre, que había tirado su cadáver al pantano de Guadalén (Jaén). Según algunos testigos, Mesía Figueroa había sido la persona que acudió a la comisaría la noche que desapareció El Nani para hacerse cargo del cadáver.
En el pantano señalado por Rodríguez Pueyo no fueron encontrados los restos de El Nani con lo que el estafador identificó otros dos pantanos, aduciendo que se había equivocado, en los que tampoco apareció nada. Aparentemente, los testimonios de Rodríguez Pueyo eran una baza de la defensa para enturbiar el caso y sembrar dudas sobre la muerte de El Nani y la identidad de los culpables.
La desaparición de El Nani, un delincuente habitual, destapó la existencia de una mafia policial que colaboraba con delincuentes comunes especializados en atracos a bancos y joyerías a cambio de una parte del botín. Se sospechaba que Jaime Messía Figueroa era el enlace entre los delincuentes y los policías corruptos.
Tres policías, un comisario y dos inspectores, fueron condenados a 29 años de prisión por la desaparición de Santiago Corella.

Estafa a la Mutua Madrileña Automovilista
En diciembre de 1988, Rodríguez Pueyo, Mesía Figueroa y Carlos Beneján fueron procesados por intento de estafa a la Mutua Madrileña Automovilista. Se les acusaba de falsificar varias firmas de apoderados de la Mutua para cobrar talones manipulados por valor de 600 millones de pesetas.
Por entonces, Mesía Figueroa estaba en busca y captura por diferentes causas. Había huido a Estados Unidos en 1987, desde donde lo extraditaron en marzo de 1996 para ser juzgado por el Caso de El Nani, el intento de estafa a la Mutua Madrileña Automovilista y el asalto al industrial Felipe Batlló.

Fuga de Carabanchel

En febrero de 1990, Luis Miguel Rodríguez Pueyo aprovechó un permiso penitenciario para huir de la cárcel de Carabanchel en la que cumplía una condena de doce años por el asalto al empresario Felipe Batlló Iglesias. Días después le tocaba comparecer ante la Audiencia Provincial de Madrid acusado del secuestro del joyero Recadero González Pazos.

Estafas a empresas y organismos públicos
En febrero de 1996, La Brigada de Policía Judicial de Madrid detuvo a Luis Miguel Rodríguez Pueyo junto a otras seis personas por cometer supuestamente 26 delitos de estafa por valor de 1.683 millones de pesetas. Las víctimas eran sociedades de todo tipo: bancos, constructoras, aseguradoras, grandes almacenes y organismos públicos.
Los detenidos se hacían pasar por directivos de empresas multinacionales para solicitar información de las sociedades a las que pensaban estafar. Posteriormente, falsificaban documentos a nombre de los directivos de las empresas para cobrar talones o hacer transferencias bancarias.
Sospechaban que el líder de la banda era Rodríguez Pueyo. Entre los detenidos estaba su hermana María del Carmen que por entonces tenía 49 años.

Prostitución gay de menores
En 1996, Rodríguez Pueyo fue implicado en el Caso Arny de prostitución homosexual de chavales de 14 a 17 años con pocos recursos económicos. Se le acusó de organizar orgías en un piso de la calle Betis de Sevilla, en las que participaban menores a los que grababan en vídeos que posteriormente se proyectaban en el pub Arny.
En 1998, lo condenaron a un año de cárcel por prostitución de menores. (El caso en El Mundo)

Estafas bancarias
En septiembre de 1999, fue arrestado en Madrid acusado de nueve delitos de estafa y de estar preparando otros dos golpes de cerca de 200 millones de pesetas a un banco y una inmobiliaria.
Sospechaban que había contactado con empresas a las que les ofrecía tarjetas VIP de Iberia para sus directivos que debían rellenar un formulario con sus datos personales y bancarios.
Por entonces, dicen que Rodríguez Pueyo y su banda también se dedicaba a la compra venta de coches de lujo. Realizaban la compra con un cheque y documentación falsa y cobraban la venta en dinero en efectivo.
Además, se cree que falsificaba títulos de propiedad de viviendas unifamiliares valoradas en más de cien millones de pesetas para pedir créditos hipotecarios a su costa.





Atracador a la fuga se atasca en una chimenea

Esther.
El inmovilizador de presencia de un coche y un excesivo volumen corporal dieron al traste con su huida. En septiembre, se tiró en calzoncillos por la chimenea de una casa unifamiliar de Buenos Aires (Argentina), intentando huir de la policía, pero se quedó atorado boca abajo. Así pasó una hora hasta que los bomberos consiguieron rescatarlo.
La rocambolesca huida comenzó después de que un vecino avisara a un agente de policía que dos hombres estaban intentando atracar a un tercero en una calle del barrio de Liniers. Los dos asaltantes recibieron a tiros al agente y echaron a correr en distintas direcciones. El policía se fue detrás de uno de ellos que robó un coche para intentar huir. Pero el vehículo se quedó parado a los pocos metros porque tenía un inmovilizador de presencia, un sistema antirrobo que permite arrancar el coche y circular unos cien metros para que el propietario tenga tiempo para esconderse del asaltante. Con el primer coche inmovilizado, el atracador intentó llevarse un segundo vehículo, pero la propietaria se resistió, y el hombre le pegó un tiro en el hombro. Después, trepó a lo alto de una vivienda y siguió corriendo por los tejados de una manzana hasta que se tiró por la chimenea.
No es la primera vez que una chimenea argentina atrapa a un ladrón, en 2004 un hombre con piernas ortopédicas fue detenido tras quedar atorado en la chimenea de una vivienda a la que habría ingresado a robar, en la ciudad de Villa Gobernador Gálvez, provincia de Santa Fe.




El violador tiene sus datos en facebook

Jesús López Aguilar
Andrea. Jesús López Aguilar, de 19 años y estudiante de análisis de sistemas, ha sido detenido en Chile por violar a una joven en las cercanías de un centro comercial en agosto; aunque la policía cree que las víctimas podrían ser más. Al presunto violador no debería extrañarle mucho la rapidez de su detención porque tenía cuenta en facebook y en Fotolog, portales donde había subido sus mejores fotos. Además, como le gustaba ir de moderno, llevaba piercings y tatuajes, por lo que fue fácil para sus víctimas dar una descripción.
En sus perfiles de Internet afirmaba buscar a su alma gemela, pero se ve que mientras esperaba se dedicaba a otras actividades. Cuando se hizo pública su detención, sus páginas recibieron todo tipo de insultos, e incluso una chica argentina, que decía ser su novia a través del Messenger, ha roto públicamente con él diciendo que espera se pudra en la cárcel.
López fue detenido a la salida de un examen de matemáticas, ante la sorpresa de sus compañeros de universidad que aseguran que es chico muy normal y que ayudaba a los compañeros que tenían problemas para aprobar las asignaturas; aunque un poco falto de amor, según una de sus compañeras. Pero Jesús López no era ningún angelito y a su tierna edad ya había tenido que responder por abusos reiterados a una menor y estaba bajo tratamiento psicológico por orden de un juez.





Vende una casa con un cadáver momificado dentro

La momia estaba tumbada en una cama
Esther. Vendía una casa que no era suya y podía haber colado si no fuera porque dejó el cadáver momificado del dueño a la vista de los posibles compradores. Miguel Santamaría, un artista plástico de 80 años, falleció de muerte natural a principios de 2003 en su casa de Florida, Buenos Aires (Argentina). Su amigo Juan Carlos Barbero, de 61, contó a los vecinos que se había ido a vivir a un geriátrico. Barbero tenía las llaves de su casa y acudía de vez en cuando a cortar el césped. En mayo, puso en venta la vivienda por 50.000 dólares USA, un tercio de su valor. Pero a un comprador no le hizo gracia la idea de ocuparse de una momia tumbada en una cama de la segunda planta y acudió a la policía.
En julio acusaron a Juan Carlos Barbero de tentativa de estafa.



 

 



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