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¿Hay
alguien detrás de Dutroux?
Precisamente sobre su mujer, Michelle Martin, ha cargado Dutroux la mayor parte de la culpa. Y también sobre otro de los acusados, Michel Nihoul, hombre de turbios negocios y traficante de droga, que asegura que fue quien le encargó los secuestros. Según esto, Nihoul sería el contacto con una red sádicopederasta secreta, de la que Dutroux siempre habla, pero sin dar más explicaciones. Nihoul, como era de esperar, lo niega todo. Sólo admite haber abastecido de droga a Dutroux y a su amigo Michel Lelièvre, el cuarto acusado en este proceso infernal.
Reconoce haber dejado morir de hambre a las dos niñas de ocho años, pero antes del juicio negaba haber visto a ninguna de las víctimas, a pesar de que su marido la mantenía informada de sus fechorías. Ahora, en cambio, admite que le ayudó a filmar algunas de sus violaciones. El cuarto acusado, Michel Lelièvre, culpa de todo a la heroína y el éxtasis, que le nublaban la mente y le obligaban a secuestrar niñas para una red mafiosa a cambio de dinero o de drogas. Hasta ahora, lo más sensacional del juicio ha sido la declaración de Sabine Dardenne, una de las dos supervivientes de los secuestros, que tenía 12 años cuando
Dutroux se levantó del banquillo para decir que lamentaba el daño causado. "Váyase al infierno", le replicó Sabine. Desde su comienzo, el caso ha estado rodeado de escándalos por la deficiente actuación policial y judicial. Numerosas pruebas han desaparecido. No falta quien afirma que Dutroux contó con protección. En 1998 logró fugarse durante unas horas y su fuga ocasionó la dimisión del jefe de policía y los ministros de Interior y Justicia. Ahora es uno de los presos más vigilados de Europa, y en su celda se enciende la luz cada siete minutos y medio para comprobar que sigue ahí y que está vivo. Dutroux, que ahora
tiene 47 años y siempre vivió de la delincuencia, inició
su carrera de violador en 1983 y fue condenado a 13 años de cárcel
por cinco secuestros y violaciones. Salió de prisión en
1992 y en 1995 emprendió una nueva serie de crímenes, que
ahora asegura que fueron encargados. Por la misma época mató
a uno de sus cómplices, Bernard Weinstein. Un dato podría
apoyar su historia: siempre ha manejado grandes sumas de dinero y cuando
fue detenido en 1996 tenía veinte cuentas bancarias. No parece
que el secuestro y tortura de menores por cuenta propia dé tantos
beneficios. |
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revista
bimensual de crítica de crímenes
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número
3- mayo 2004
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próximo
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