www.adeguello.net
/ revista
bimensual de crítica de crímenes / número 15- mayo 2006
Crítica
de crímenes
El
Hijo de Sam lucha por sus pertenencias
Esther.
El Hijo de Sam,
David Berkowitz, vuelve a los tribunales, pero esta vez como demandante
que se enfrenta a su anterior abogado. El juez le ha ordenado en marzo
prepararse para un juicio en el que se decidirá la propiedad de
diversos objetos (cartas, documentos, fotos,...) que Berkowitz reclama
como suyos y su ex abogado, Hugo Hartmatz, también. El Hijo de
Sam alega que sólo le dejó los objetos para que se los guardara
y que cuando se enteró, en junio de 2005, de que el letrado pensaba
utilizarlos para un libro que estaba escribiendo, decidió demandarle.
El abogado, por su parte, dice que el asesino en serie sabía desde
el principio que pensaba escribir un libro sobre su vida, en el que utilizaría
las cartas y objetos cedidos por el criminal.
De todas formas, Berkowitz no puede beneficiarse de la venta de su historia
o pertenencias porque, a raíz de su detención en 1977, el
estado de Nueva York aprobó una ley que impedía que los
delincuentes obtuvieran cualquier tipo de beneficio económico por
sus crímenes. A la ley que prohibía que el dinero de las
ventas de autobiografías, derechos cinematográficos, objetos
personales o entrevistas fuera a parar a los delincuentes se la llamó
entonces, en su honor: "La Ley del Hijo de Sam". Otros treinta
estados y el gobierno federal aprobaron con posterioridad sus propias
versiones de la ley. En la mayoría de los casos se han ido aprobando
enmiendas de los textos originales encaminadas a extender la definición
de beneficios económicos por la comisión del delito a cualquier
dinero que reciba el criminal en cualquier momento y de cualquier fuente.
Es un tema controvertido que mantiene a los legisladores entre el Tribunal
Supremo, que ha decidido en diversas ocasiones que determinadas leyes
del Hijo de Sam eran contradictorias con la Primera Enmienda, en la que
se establece la libertad de expresión y prensa, y los intereses
del Consejo de Víctimas de Delitos (Crime Victims Board), que es
el encargado de recaudar los beneficios económicos generados por
los delincuentes por estos temas. Las familias de las víctimas,
por lo general, no quieren que salga a la luz nada les recuerde los hechos
delictivos. A ellos se enfrentan los que creen que la libertad de expresión
está por encima y que suelen aducir, entre otras cosas, que los
crímenes son también parte de la historia de un país
y que no se puede dejar de contar lo que no nos gusta.
El padre de Donna Lauria, la primera víctima de Berkowitz, se opuso,
por ejemplo, a la grabación de la película de Spike Lee
"Summer of Sam" ("La Noche del Asesino" o "Nadie
está a salvo de Sam"), que se estrenó finalmente en
1999. El director justificó su obra explicando que la película
no era una autobiografía del asesino, sino la historia de un grupo
de jóvenes del Bronx que confundieron a un inocente con el criminal.
El padre de Lauria dijo, de todas formas, que sólo una persona
despiadada era capaz de ir a rodar al Bronx una película sobre
el asesino de parejas.
Terror
en Nueva York
Julio de 1977, una ola de calor azota Nueva York, mientras un asesino
en serie deambula por las calles buscando parejas a las que matar. Max
Factor crea una nueva crema hidratante: Autodefensa. "Una cara bonita
no está a salvo en esta ciudad", decía el eslogan.
En plena psicosis colectiva se produce un apagón de 25 horas que
convirtió al 13 de julio de 1977 en la "Noche del Terror".
Oscuridad, saqueos en los comercios, los barrios negros e hispanos en
llamas y un asesino en serie suelto, cuyo retrato robot empapela la ciudad.
Los crímenes empezaron el 29 de julio de 1976, pero hasta después
del cuarto tiroteo nocturno contra parejas no se dieron cuenta de que
había un asesino en serie suelto en la ciudad de Nueva York. Se
trataba de un hombre que por la noche se solía acercar a parejas
de novios o de amigas que estaban dentro de un coche aparcado y, sin mediar
palabra, vaciaba el cargador de una pistola del calibre 44.
En enero de 1977, un irlandés, el sargento Coffey, fue el primero
que se dio cuenta de que los cuatro primeros ataques contra parejas eran
obra de un mismo psicópata, que buscaba a morenas atractivas. Por
entonces, ya había dos chicas muertas y otras tres personas heridas.
Dos meses después, en marzo de 1977, con la muerte de la tercera
víctima del asesino de parejas se disiparon las dudas, tras descubrirse
que la última bala había sido disparada con la misma pistola
que mató a la primera víctima: una Charter Arms Special
Bulldog del calibre 44. Los investigadores informaron entonces a los medios
de comunicación, que bautizaron al criminal como el "Asesino
del Calibre 44". Buscaban a un hombre blanco, de unos 25- 30 años,
pelo oscuro, 1,80 metros de estatura, y constitución media, que
había disparado contra varias personas en la ciudad de Nueva York.
En abril de 1977 se produjo el sexto tiroteo contra una pareja de novios
y en esta ocasión el criminal dejó una nota dirigida al
policía que estaba a cargo de las investigaciones, dolido porque
éste había declarado que el asesino odiaba a las mujeres.
La nota iba firmada por "Sam's Creation .44", así que
la prensa ya tenía un nuevo nombre para el criminal: "El Hijo
de Sam". Los psiquiatras elaboraron entonces un perfil de asesino
que le describía como un esquizofrénico paranoide solitario,
que tiene dificultades para relacionarse sobre todo con las mujeres. Encantado
con su popularidad, el asesino envió poco después otra carta
a un periodista del Daily News en la que avisaba que volvería a
matar. "Sam es un tío sediento. No me dejará parar
de matar hasta que esté saciado de sangre", decía entre
otras cosas.
Un nuevo tiroteo en junio de 1977 logró que el terror se apoderara
de la ciudad.
El chiflado
de Yonkers
Mientras dos centenares de policías intentaban descubrir la identidad
del asesino en serie de Nueva York, la policía de Yonkers investigaba
las andanzas de un chalado que enviaba anónimos.
Sam Carr, un jubilado que vivía en Yonkers con su familia, empezó
a recibir anónimos quejándose de los ladridos de su perro
Harvey, un Pastor Labrador negro. La última nota decía que
el animal estaba destruyendo su familia, que no tenía paz ni descanso
y acusaba a Carr de crueldad, egoísmo y falta de consideración
y amor hacia los demás seres humanos. "Ya no tengo nada que
perder, puedo ver que no habrá más paz en mi vida o en la
de mi familia hasta que acabe con la tuya", añadía
la misiva. Carr avisó a la policía y días más
tarde, en abril de 1977, oyó un disparo y vio a un hombre huyendo
y al perro sangrando en el patio de la casa.
Posteriormente, otro vecino de Yonkers, Jack Cassara, recibió una
extraña carta en su casa de New Rochelle firmada por un desconocido
Sam Carr. Cassara se puso en contacto con Carr y hablaron de los anónimos,
del disparo al labrador y del Pastor Alemán de Cassara, al que
habían matado a tiros. El hijo de Cassara llegó a la conclusión
de que podía tratarse de David Berkowitz, un joven extraño
que había alquilado una habitación en su casa a principios
de 1976 y que se marchó sin dar explicaciones y sin reclamar la
fianza.
Mientras tanto, Craig Glassman, un enfermero vecino de Berkowitz, empezó,
también, a recibir anónimos que hablaban sobre la existencia
de un grupo demoníaco en Yonkers integrado por los Glassman, los
Carr y los Cassara. "Es verdad, soy el asesino, pero los crímenes
están bajo tus órdenes", ponía en una de las
cartas recibidas por el enfermero.
La captura
Días después del asesinato de Stacy Moskowitz, la última
víctima del Hijo de Sam, apareció una mujer en una comisaría
que decía haber visto al asesino. Cecilia Davis se fijó
en un hombre que cogía una multa de un Ford, aparcado al lado de
una boca de riego, y que la tiraba a una alcantarilla. Después,
mientras paseaba con su perro la madrugada del 31 de julio, volvió
a fijarse en ese mismo hombre que aparentemente la perseguía y
que intentó ocultarse tras un árbol, cuando ella giró
la cabeza. Pensó que escondía una pistola y corrió
a encerrarse en su casa. Los agentes empezaron a investigar las multas
expedidas en la zona y se encontraron con un Ford, propiedad de un tal
David Berkowitz de Yonkers. Entonces, se pusieron en contacto con la policía
de Yonkers que relató las sospechas sobre su participación
en tiroteos caninos y envío de anónimos. El 10 de agosto
de 1977 detuvieron a Berkowitz cuando salía de su casa, reconoció
inmediatamente que era el Hijo de Sam.
Confesiones
Berkowitz confesó todos los crímenes atribuidos al Hijo
de Sam, a los que añadió el apuñalamiento de una
chica de 15 años el 24 de diciembre de 1975, antes de comprarse
la pistola. Parecía que en el fondo estaba deseando que le cogieran
y se mostraba sonriente ante la prensa. Confesó también
que antes de empezar con los asesinatos había provocado cerca de
dos millares de incendios en la ciudad, cuyas descripciones recogía
en su diario. Era una señal de peligro que pasó desapercibida.
La piromanía es uno de los vértices que conforman la Tríada
Homicida, los tres rasgos o señales que suelen distinguir a los
asesinos en serie antes de que empiecen a matar: Hacerse pis en la cama
hasta una edad poco habitual (Chikatilo), disfrutar torturando a animales
(Ian Brady) y la tendencia a la piromanía.
Durante el juicio declaró que sólo cumplía órdenes
del Pastor Labrador de Carr, que estaba poseído por un demonio
de 6000 años, y que con sus ladridos le ordenaba matar porque necesitaba
víctimas para sus sacrificios.
Los psiquiatras de la defensa dijeron que era un esquizofrénico
paranoide y los de la acusación consideraron que era imputable,
aunque tenía una personalidad neurótica y paranoide. Finalmente,
el 23 de agosto de 1977 le condenaron a 365 años de cárcel
por los crímenes.
Posteriormente, en 1979, Robert Ressler, un ex agente del FBI especializado
en perfiles psicológicos de criminales, se entrevistó con
Berkowitz en la cárcel. El asesino le empezó a hablar nuevamente
de los ladridos del demonio, pero acabó cambiando de versión
después de que el agente le dijera: "A mí no me vengas
con esa chorrada del perro, David. No me la trago". Berkowitz dijo
entonces que la historia de los perros endemoniados se la había
inventado para pasar por loco en caso de que le detuvieran y que eran
simples invenciones para la prensa. Explicó que odiaba a las mujeres
porque su madre le había abandonado y porque con las demás,
era incapaz de entablar relaciones. Se excitaba persiguiendo y disparando
contra las chicas guapas y al acabar el tiroteo o cuando volvía
al lugar del crimen para recordar sus hazañas, se masturbaba, según
le contó a Ressler.
Posteriormente, en 2002, cuando se presentó ante un juez que debía
decidir sobre la posibilidad de concederle la libertad condicional, volvió
a su primera versión y dijo que creía que no se merecía
la libertad y que cuando cometió los crímenes estaba fuera
de control, convencido de que era un soldado bajo el mando del demonio.
Datos biográficos
David Berkowitz nació el 1 de junio de 1953. Su madre biológica
lo dio en adopción. Era una judía de Brooklyn que se casó
con un italiano con el que tuvo una hija. El marido se fue con otra y
ella inició una relación con un hombre casado, que se enfadó
al enterarse de que iban a tener un hijo: David. Así que, ya antes
de que naciera, decidió darlo en adopción a un matrimonio
judío que no tenía hijos, Nat y Pearl Berkowitz.
Fueron unos padres abnegados que lo criaron en el Bronx. El niño
era aparentemente normal, aunque un tanto solitario, hiperactivo y violento.
Su madre adoptiva murió de cáncer en 1967, y David se quedó
desolado y empezó a pensar que su muerte formaba parte de un plan
para destruirle.
Nat se casó nuevamente en 1971 y, posteriormente, se fue a vivir
a Florida, dejando a la deriva a un David, que cada día era más
introvertido. Ese mismo año entró en el ejército,
en el que permaneció tres años. Estuvo en Corea, donde tuvo
su única relación sexual con otro ser humano: una prostituta
que le contagió una enfermedad venérea.
De vuelta en Nueva York, empezó a provocar incendios por toda la
ciudad, al tiempo que escribía a su padre contándole que
la gente en general le odiaba y, especialmente, las mujeres que le gritaban
"feo" por la calle.
En enero de 1976 se mudó a vivir a casa de los Cassara en Yonkers.
Pensaba quedarse allí dos años, pero el Pastor Alemán
de la familia ladraba mucho y no le dejaba dormir. A los tres meses se
fue a vivir a otro apartamento en Yonkers, pero no se pudo librar de los
canes y le tocó como vecino el Labrador de Sam Carr.
Cuando le detuvieron, Berkowitz era un cartero de 24 años, tímido,
solitario y regordete, que vivía en una habitación con un
colchón en el suelo y una manta clavada en la ventana, a modo de
cortina. Tenía todas las paredes de su habitación pintarrajeadas
con mensajes del tipo: "Kill for my Master". Era un aficionado
a las películas de terror que soñaba que tenía un
físico espectacular y que era un magnífico amante con las
mujeres.
Las víctimas
24 de diciembre de
1975.- Apuñaló seis veces a Michelle Forman, una adolescente
de 15 años, con un cuchillo de caza. Los investigadores nunca relacionaron
este ataque con los demás hasta que Berkowitz lo confesó.
29 de julio de 1976.-
Donna Lauria, de 18 años, murió de un disparo en el cuello
y su amiga Jody Valenti, de 19, resultó herida de un tiro en la
pierna. Era la una de la madrugada y estaban hablando en el coche de Jody,
que había aparcado al lado de la puerta de la casa de Donna en
el Bronx. Un hombre desconocido se quedó mirándolas desde
la acera y, sin mediar palabra, sacó una pistola de una bolsa de
papel y empezó a disparar.
23 de octubre de 1976.-
Carl Denaro, de 20 años, estaba a las dos de la madrugada hablando
con su amiga Rosemary Keenan en su coche, estacionado a la puerta de un
bar de Queens, cuando apareció un hombre que disparó cinco
tiros contra la pareja. Rosemary salió ilesa y a Carl le tuvieron
que reemplazar parte del cráneo.
26 de noviembre de
1976.- Donna DeMasi, de 16 años, hablaba con su amiga Joanne Lomino,
de 18, en las escaleras de su casa en Queens y apareció un desconocido,
que sacó una pistola de la chaqueta y les disparó. Hirió
a las dos jóvenes y Joanne se quedó parapléjica.
30 de enero de 1977.-
Christine Freund, de 26 años, y su novio, John Diel, también
hablaban de madrugada en un coche, tras salir de un bar de Queens, cuando
un desconocido le disparó dos tiros a Christine, que murió
en el hospital.
8 de marzo de 1977.-
Virginia Voskerichian, una estudiante ejemplar de 19 años, volvía
a casa de clase y se cruzó con un hombre que le pegó un
tiro en la cara, falleciendo en el acto.
14 de abril de 1977.-
Valentina Suriani, de 18 años, se besaba con su novio, Alexander
Esau, de 21, en un coche en el Bronx, cuando sobre las 3 de la madrugada
aparcó otro vehículo a su lado desde el que les disparó
un hombre. Murieron los dos. El asesino dejó una nota para el capitán
que dirigía las investigaciones en la que firmaba como "Sam's
Creation".
26 de junio de 1977.-
Judith Placido y su amigo Salvatore Lupo salieron de madrugada de una
discoteca de Queens. Casi no había nadie porque la gente estaba
atemorizada con los crímenes del Hijo de Sam. Se montaron en el
coche y oyeron unos pasos y los disparos. Los dos resultaron heridos.
31 de julio de 1977.-
Stacy Moskowitz, de 20 años, estaba hablando con su novio, Robert
Violante, en el coche de su padre. Era de madrugada y acababan de volver
del cine. Robert temía que pudiera aparecer el Hijo de Sam, pero
la chica insistió en dar una vuelta por el parque (al fin y al
cabo estaban en Brooklyn y el asesino solía actuar en Queens y
el Bronx, dijo ella). Vieron a un hombre sospechoso y regresaron al coche,
donde recibieron los disparos. La chica murió y Robert se quedó
ciego.
Antes
descuartizador suicida que gay
Andrea.
La aparición a finales de marzo de un pie humano en un descampado
de Santiago (Chile) fue el comienzo de uno de los misterios policiales
más seguidos por los medios de comunicación y la sociedad
chilena. En los días siguientes fueron apareciendo torso, brazos,
piernas, pies y manos en distintas zonas de la ciudad. Aunque el asesino
había tomado la precaución de rebanar las yemas de los dedos
para evitar una identificación por la huella dactilar, los peritos
consiguieron reconstruir parte de la huella inferior y la compararon con
una base de datos. El descuartizador también había arrancado
todo trozo de piel que permitiera identificar el cadáver, excepto
un tatuaje de cupido, muy popular en las cárceles chilenas. Con
esto y el trozo de huella se logró identificar a Hans Pozo, un
joven de 20 años que había cumplido condena por tráfico
de drogas. Pozo, quien se dedicaba a la prostitución para pagar
su adicción a una droga parecida al crack, llamada "pasta
base", había desaparecido hacía algunos días,
pero las personas que lo conocían estaban acostumbradas a ausencias
sin explicación.
El funcionario ejemplar
Después de investigar a varios sospechosos que resultaron ser inocentes,
un contingente policial se presentó en una distribuidora de helados
con la intención de interrogar a Jorge Martínez, un funcionario
municipal de 33 años, hijo, padre y marido ejemplar. Pero el hombre
se pegó un tiro en la sien antes de que los policías pudieran
interrogarlo. En un principio su familia acusó a la policía
de haberlo matado, pues Martínez era un padre de familia tan honrado
que no tenía motivos para suicidarse, pero las pruebas periciales
demostraron que sí fue un suicidio. Al día siguiente, la
familia publicó una carta escrita, en teoría, por el suicida
que, según dijeron, estaba escondida en un piano. En ella, el fallecido
explicaba que Hans Pozo lo chantajeaba y que había amenazado a
su familia.
Algunas teorías aseguraban que el gran secreto era que Martínez
sería el padre de la víctima, pero después de una
prueba de ADN se comprobó que no tenían parentesco. Al fiscal,
Pedro Sabaj, sólo le quedaba la hipótesis de una supuesta
relación homosexual entre ambos, lo que fue avalado por declaraciones
de conocidos del joven. Según ellos, la víctima se jactaba
de tener un hombre mayor que le daba todo lo que quería, y hay
testigos que los habían visto entrar juntos a un motel donde se
alquilan habitaciones por hora; además, se encontraron restos de
la víctima en la distribuidora, propiedad del presunto asesino.
Con ello, parece comprobarse que el 27 de marzo por la noche Jorge Martínez,
harto del chantaje, prefirió matar de dos tiros en la nuca a su
amante para después ponerlo en un congelador de su distribuidora
de helados y descuartizarlo personalmente, antes que permitir que su círculo
conociera sus inclinaciones homosexuales. Y es que en Chile, ser gay todavía
sigue siendo algo sólo aceptado socialmente en hombres de altos
ingresos y dedicados a la literatura, la fotografía, la dirección
de teatro, el cine y otras actividades artísticas.
Supuesta violada
dirige la sesión de sexo
Juanma.
De buena se han librado seis muchachotes de Fullerton, California. En
junio de 2004, Tamara Anne Moonier, que entonces tenía 28 años
y dos hijos pequeños, los denunció por secuestro y violación
masiva. Dijo que seis veinteañeros desconocidos la habían
amenazado con una pistola en el aparcamiento de un bar, le habían
puesto una capucha para que no viera dónde la llevaban y la habían
violado repetidamente, obligándola a realizar actos sexuales degradantes
para filmarlos en vídeo, sin dejar de apuntarle con el arma. Después,
la habían dejado en libertad.
Pero por suerte para los acusados, uno de ellos tenía el vídeo
en cuestión, que contaba una historia muy diferente.
Nada más presentarse la denuncia, Tamara fue incluida en un programa
de asistencia a víctimas, mientras la policía iniciaba una
frenética búsqueda de los violadores. No tardó en
localizar a los seis sospechosos. Pero ellos presentaron el vídeo
en su defensa. En la grabación no aparecen ni pistolas, ni amenazas,
ni violencia alguna. Al contrario: Tamara no para de reírse y jadear,
dirige en todo momento la sesión, comenta los tamaños y
cualidades de los penes, exige eyaculaciones en la boca y se burla de
los "incapaces" que no pueden mantener la erección. Incluso,
en un momento dado, le pasan un teléfono mientras está en
plena faena y ella saluda, dice "me están follando por detrás"
e invita al que llama a unirse a la fiesta. En febrero, el Orange County
Weekly publicó piezas escogidas de los diálogos que se oyen
en el vídeo, y no tienen desperdicio. Renunciamos a entrar en más
detalles, pero pueden consultarse en http://www.ocweekly.com.
En marzo, Tamara ha sido acusada de falsa denuncia, perjurio y estafa
a un programa de asistencia a víctimas, del que cobró unos
dos mil dólares. Puede caerle un máximo de 44 meses de cárcel,
y eso porque defraudó a un organismo oficial. La falsa denuncia
sólo le habría costado seis meses. Pero si no hubiera existido
el vídeo revelador, los seis acusados habrían podido pasarse
el resto de sus vidas en prisión, condenados por secuestro y violación
con todas las agravantes posibles.
¿Por qué presentó Tamara la falsa denuncia, si sabía
que existía un vídeo que la desmentiría? Parece que
no quedó satisfecha de la actuación de sus seis machos,
que aunque tenían poco más de veinte años, debían
de estar un poco bebidos. En un momento de la grabación, se queja
de que los chicos parecen incapaces de correrse. "Ya me estoy empezando
a cabrear. Quiero que alguno termine". Podría ser una explicación.
O tal vez no pensó que la policía los localizaría
y quería beneficiarse del programa de asistencia. Lo curioso es
que se negó a retractarse cuando la policía le informó
de que había visto el vídeo. Siguió exigiendo que
se procesara a los acusados. Un jurado de Orange County ha visto ya la
apasionante grabación. Y Tamara se expone a que la vea mucha más
gente en el juicio contra ella.
Un último detalle: Tamara ya no se apellida Moonier. Desde que
ocurrió el incidente se ha casado. Hay gente para todo.
Identifican
en prisión a asesino de "La Rochela"
Esther. En
Colombia localizaron en marzo a uno de los acusados de haber matado a
doce personas en la masacre de "La Rochela". Gilberto Silva
Cortés, alias Picapiedra, no estaba escondido en una granja de
su pueblo (como los mafiosos italianos) ni había huido a otro país,
lo encontraron en la cárcel de Palo Gordo de Girón (Santander,
Colombia), donde había entrado con nombre falso para cumplir condena
por otro homicidio. En cualquier otro sitio los asesinos de jueces y policías
se convierten en una prioridad para los investigadores, pero Colombia
es un mundo aparte.
El 18 de enero de 1989 una comisión judicial integrada por dos
jueces, dos secretarios judiciales, dos conductores y ocho miembros de
la policía judicial fueron al corregimiento "La Rochela"
en el Bajo Simacota (Santander, Colombia) a investigar la muerte de 19
comerciantes, que habían desaparecido en octubre de 1987 cuando
se desplazaban de Cúcuta a Medellín. Allí se encontraron
con un grupo de ocho hombres armados, vestidos de militar y liderados
por Alonso de Jesús Baquero Agudelo, alias Vladimir, que decían
pertenecer al frente 23 de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia). Explicaron que querían colaborar en las investigaciones
y que les llevarían al lugar donde se había producido la
masacre de los comerciantes. Les convencieron para que se hicieran pasar
por sus rehenes, aduciendo que las tropas del ejército Nacional
andaban cerca y que, de otra manera, se podía producir un conflicto
armado. Así, los jueces, secretarios, conductores y policías
se dejaron desarmar, maniatar y subieron voluntariamente a los vehículos
de los supuestos guerrilleros. Entonces, se los llevaron a la localidad
de La Laguna y les dispararon. Mataron a todos menos a dos policías
que se hicieron los muertos.
En octubre de 1997 un colectivo de abogados presentó una petición
de condena contra el estado colombiano por su actuación en esta
masacre, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que
resolvió a su favor. Los peticionarios alegaban que la masacre
fue obra de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), en coordinación
con miembros del ejército, que querían acabar con las investigaciones
sobre la muerte de los comerciantes en la que estaban involucrados. Por
su parte, la fiscalía colombiana reconoció la participación
de las Autodefensas, pero señaló que la presencia de la
comisión en la zona alertó a los narcotraficantes Pablo
Escobar Gaviria, Gonzalo Rodríguez Gacha y Henry Pérez,
que tenían cinco laboratorios en la zona y presionaron para que
desaparecieran los funcionarios.
En marzo la fiscalía colombiana anunció que Silva, junto
con Lanfor Miguel Osuna Gómez y Jairo Iván Gálvis,
habían sido acusados de homicidio agravado, tentativa de homicidio
agravado y secuestro extorsivo agravado por su participación en
la masacre de La Rochela.
En 1990 ya habían condenado a Vladimir a 30 años de cárcel
por ser el máximo responsable del asesinato de casi un centenar
de personas en cuatro masacres distintas, entre ellas la de la comisión
judicial. En 2005 le dejaron en libertad condicional, decisión
que la procuraduría colombiana ha anunciado que estudiaría.
Las masacres
En todas partes hay robos, violaciones, secuestros, asesinatos, pero en
Colombia, además, hay masacres. La masacre es, según Amnistía
Internacional, la forma con la que intentan resolver sus problemas la
guerrilla, los paramilitares y la fuerza pública, que llevan más
de cuarenta años enfrentados en un conflicto armado. La masacre
consiste en matar a un montón de gente, casi siempre civiles, para
intentar "crear pánico, terror dentro de la población,
provocar el desplazamiento forzoso de sus habitantes, desocupar la zona
para posteriormente introducir personas amigas o apoyo nuevo a ese grupo
que se está disputando el territorio", según dijo en
la BBC Alfredo Rangel, director de la Fundación Seguridad y Democracia
de Colombia. Generalmente, intentan desocupar territorios porque hay plantaciones
de coca o porque les interesan desde el punto de vista estratégico.
Amnistía Internacional señala que la mayoría de los
homicidios, masacres, desapariciones, torturas y desplazamientos forzados
que se han registrado en los últimos años son obra de los
paramilitares de las Autodefensas. En 2003, según el diario colombiano
El Nuevo Día, se registraron 1440 víctimas en más
de 300 masacres. La mayoría eran campesinos, seguidos de comerciantes,
estudiantes, indígenas y obreros. Los paramilitares fueron los
responsables de un 70 por ciento de los crímenes multitudinarios,
la guerrilla, de un 27 por ciento y un tres por ciento se atribuyen a
la fuerza pública, según el mismo diario.
Secta carcelaria
en el mayor juicio capital de la historia
Andrea.
La policía ha detenido en marzo a Clifton Bloomfield acusado de
secuestrar y retener contra su voluntad a una pareja en Nuevo México.
El hombre, quien también enfrenta cargos por posesión de
drogas y armas, pertenece a la famosa "Aryan Brotherhood" o
"Hermandad Aria", un grupo racista con gran poder en las cárceles
de Estados Unidos, cuyos cabecillas están siendo juzgados en lo
que es el juicio capital más grande de la historia. Dieciséis
hombres arriesgan una condena a muerte por 32 asesinatos e intentos de
asesinato, ordenados dentro de las prisiones.
El grupo, nacido en la prisión de San Quintín en 1967, intentó
ser una respuesta a la violencia que sufrían los presos de raza
blanca, en general minoritarios, por parte de grupos mexicanos y la mafia
italiana. Sus miembros tienen que hacer un juramento de lealtad con sangre
y deben prometer seguir el lema de la hermandad: "My life is forfeit
should I face my brothers" ("Mi vida no vale nada si me enfrento
a mis hermanos") y suelen llevar tatuajes de un trébol, símbolo
del origen irlandés de sus fundadores. Los miembros del clan se
comunican entre sí con mensajes escritos con tinta invisible.
El consejo
de dirección
Hace algunos años declararon la guerra a un grupo de presos afroamericanos
y, poco después, varios miembros de esta otra banda fueron asesinados.
En 1980 crearon un consejo de dirección, compuesto por tres miembros,
con autoridad para ordenar asesinatos, asaltos, operaciones de tráfico
de drogas y otras actividades no precisamente legales. En 1997 la hermandad
da otro paso más hacia la "profesionalidad" creando unidades,
con sus respectivos líderes, para ocuparse de diversos negocios:
drogas, apuestas, servicios de seguridad, etc. Para dar una idea de su
poder, la fiscalía cree que a pesar de que la hermandad constituye
sólo un uno por ciento de la población reclusa, son responsables
del 25 por ciento de los asesinatos cometidos en las prisiones. Los expertos
creen que la secta cuenta con 15.000 miembros fuera y dentro de las cárceles
Aunque el FBI llevaba mucho tiempo intentando llevar ante la justicia
a sus líderes, no pudo reunir pruebas hasta 1997, fecha en la que
reclutó a varios ex convictos que habían abandonado la hermandad
y estaban dispuestos a testificar contra los líderes. Fruto de
esta colaboración, en 2002 detuvieron a cuarenta miembros del grupo
por cargos de diversa índole.
En los últimos tiempos la secta se enfrentó al dilema "renovarse
o morir" y, como las estadísticas no ayudan con el número
de personas de raza blanca en prisión, ahora ni siquiera es necesario
ser blanco para entrar en la hermandad.
Despechada ardiente
se enfrenta a décadas de cárcel
Esther.
A juzgar por lo que dice el fiscal, Carmen G.H. no lleva nada bien las
rupturas sentimentales. Pretendientes no le faltan, pero parece que cuando
la cosa no cuaja a la despechada le da por la piromanía. La acusación
ha solicitado que la condenen a 38 años de cárcel por un
delito continuado de incendios y dos de lesiones, durante el juicio que
se celebró en marzo en la Audiencia Provincial de Barcelona. Dicen
que entre octubre de 2003 y febrero de 2004 le prendió fuego a
tres viviendas y lo intentó dos veces con un garaje para vengarse
de dos ex novios o ex amantes.
Lo primero que ardió fue la puerta del piso de Ramón en
Sant Feliu de Llobregat (Barcelona), que consiguieron apagar los vecinos,
tras causar daños valorados en más de 4.000 euros. Días
después, se cree que lo volvió a intentar, esta vez con
el garaje de Ramón, donde la descubrieron los vecinos (ya debía
ser famosa en el barrio) y la detuvo la policía con un papel prendido
en la mano, tras haber rociado supuestamente la puerta con gasolina. A
los tres meses la volvieron a detener en las inmediaciones del garaje
con otra botella de gasolina, según los agentes.
Ya en enero de 2004 le tocó el turno a otro incauto, Jesús,
de L'Hospitalet de Llobregat. Ardió la puerta de su piso y el fuego
se llegó e extender a los adyacentes, causando quemaduras a varios
vecinos. Poco después, dice el fiscal que lo volvió a intentar,
pero se equivocó y lo que ardió fue el piso de otras personas,
similar al de Jesús pero en otro edificio.
La acusada negó los incendios de las propiedades de Ramón
y admitió los destinados a Jesús, aduciendo que el hombre
la había violado dos veces. Por su parte, Jesús ha declarado
que mantuvo relaciones sexuales consentidas con la acusada en dos ocasiones.
Acusan
a China de vender órganos de ejecutados
Esther. Cirujanos
británicos han acusado a China de vender los órganos de
miles de ejecutados para transplantes. Sospechan, además, que las
ejecuciones se adelantan cuando los órganos del reo son compatibles
con los compradores enfermos. Por su parte, las autoridades chinas niegan
las acusaciones, pero en marzo han dicho que prohibirán la venta
de órganos a partir de julio y que los donantes altruistas deberán
dejar una autorización por escrito.
"¡Cada día unas 17 personas mueren mientras esperan
un órgano! Podemos ayudarte a conseguir el mejor transplante en
China de forma rápida, cómoda y asequible. ¿Por qué
sigues esperando?," dice uno de los anuncios que aparecen en internet
sobre trasplantes. Los riñones chinos se están vendiendo
a unos 70.000 dólares USA, los hígados, a unos 120.000 dólares
y los corazones rondan los 140.000 dólares. Se cree que la mayoría
de los compradores de órganos son japoneses y coreanos. Al parecer,
los chinos no desaprovechan nada y hasta la piel de los ejecutados es
usada para fabricar cosméticos que se venden en Europa, según
The Guardian.
Esclavos laborales, sexuales y ahora los pobres del mundo se están
convirtiendo también en auténticos proveedores de piezas
de repuesto para los adinerados. Los pakistaníes, dentro de lo que
cabe, son de los que tienen más suerte porque parece ser que se
han especializado en la venta de riñones y como tenemos dos, al
menos pueden seguir viviendo. A Pakistán ya se le conoce como el
"Bazar de riñones" por los precios y porque hasta hay
listas de espera de donantes dispuestos a perder un riñón
por unos 1.800 dólares USA. El comprador paga unos 14.000- 20.000
dólares, así que el gran beneficio se lo llevan los hospitales
y médicos. En muchas zonas rurales la mitad de la población
ya ha donado uno.
El tráfico de órganos
en los tribunales de Mozambique (Adegüello, marzo 2005)
Robo de bebés ucranianos
(Adegüello, noviembre 2005)
La
justicia tarda y no llega en la India
Andrea.
El caso de la modelo Jessica Lal no ha servido para mejorar la imagen
del sistema judicial de la India. Casi siete años después
del crimen, ocurrido en 1999, los nueve sospechosos del asesinato fueron
absueltos en marzo, pero unas semanas después el juez ha emitido
una nueva orden de arresto contra ellos.
El crimen tuvo lugar durante una fiesta que se celebró en un restaurante
de Bina Ramani (una mujer de la alta sociedad india) en el que la modelo
trabajaba de camarera. Jessica Lal se negó a servir una copa a
Manu Sharma, hijo de Vernod Sharma (un parlamentario del partido gobernante),
quien enfadado sacó su pistola y le pegó supuestamente dos
tiros en la cabeza. Aunque en la fiesta había muchos testigos,
con el tiempo éstos fueron desapareciendo o sufrieron problemas
de memoria para identificar al presunto asesino y sus amigos, entre ellos
Vikas Yadav, hijo de otro político, y Amardeep Singh Hill, alto
ejecutivo de una empresa fabricante de bebidas de cola. Al terminar la
fiesta los tres amigos huyeron, aunque Sharma se entregó cuatro
días después. Sin embargo, Amit Jhingan, otro amigo del
principal acusado, fue detenido por intentar limpiar las huellas de sangre
de la escena del crimen. También se presentaron problemas con las
balas recuperadas de la sien de la difunta camarera; la policía
decía que ambas procedían de la pistola de Sharma mientras
que, convenientemente, el forense decía que eran de dos armas distintas.
Así, siete años más tarde, el juez tuvo que dejarlos
en libertad por falta de evidencias, pero la decisión ha causado
una ola de protestas populares exigiendo justicia para la joven. Es por
ello que la Alta Corte de Delhi ha fijado una nueva audiencia en la que
tendrán que comparecer otra vez los nueve acusados, ya en libertad
tras pagar sus fianzas respectivas, y pedirá que se traduzca la
evidencia al inglés. La familia de la difunta modelo espera que
esta vez se imponga justicia y se castigue por fin a los culpables.
La banda de la excavadora
arrasa en Levante
Esther.
La banda de la excavadora de España sigue imparable, pero como
no empiecen a cambiarse de zona, las comandancias de la guardia civil
de Teruel, Castellón, Tarragona y Valencia van a acabar con ellos,
porque la cosa ya parece recochineo.
Sus asaltos se acercan a la veintena, aunque no siempre consiguen su objetivo
y acaban huyendo con las manos vacías. En Gatova (Valencia) ignoraron
los gritos de los vecinos que anunciaban que iban a llamar a la guardia
civil, pero se acabaron marchando, sin lograr su objetivo, cuando empezaron
a tirar petardos. En Alpuente (Valencia) la guardia civil llegó
a sacar dos helicópteros y perros para seguirles el rastro.
Días antes habían actuado en Barx (Valencia), donde se llevaron
60.000 euros de una caja fuerte con su modus operandi habitual. A las
cuatro de la madrugada del 27 de marzo talaron varios árboles con
los que cortaron las carreteras y los caminos rurales de acceso al pueblo.
Cuatro encapuchados cortaron los anclajes de la caja fuerte con sierras
radiales y se la llevaron en un vehículo robado. El coche y la
caja abierta aparecieron a las afueras del pueblo.
Otras veces, en vez de árboles, dejan maquinaria pesada impidiendo
la circulación en las carreteras de acceso y después vacían
el combustible y se llevan las llaves. Como hay obras por todas partes,
no les resulta difícil conseguir las excavadoras y maquinaria pesada
que necesitan para llevar a cabo sus robos.
Los que han llegado a verles dicen que se trata de un grupo de hombres
de la Europa del Este. Por qué siempre actúan en la misma
zona es una incógnita. A estas alturas, cada vez que un vecino
ve pasar una excavadora de madrugada, ya sabe que su pueblo va a ser el
siguiente.
Por si fuera poco, en Chulilla (Valencia) ha aparecido otra banda ingeniosa
que intentó llevarse la caja fuerte del banco la madrugada del
29 de marzo, tras dejar al pueblo sin línea telefónica.
No cortaron las carreteras, así que probablemente no se trata de
la misma banda. Los ladrones llegaron a quitar los anclajes de la caja
fuerte, pero huyeron sin el botín, tras percatarse de que había
una patrulla de la guardia civil rondando.
Cortan carreteras para robar
un banco en Castellón (Adegüello, enero 2006)
Imitador
de Freddy Kruger rememora sus crímenes
Andrea.
David González, de 25 años, acusado de cuatro asesinatos,
ha sido condenado en marzo a cadena perpetua. Sus víctimas fueron
Jean y Derek Robinson, asesinados en su hogar de Highgate Hill (Reino
Unido) con un cuchillo; Kevil Mohillo, atacado en plena calle del norte
de Londres; y Marie Harding, de West Sussex. También hay dos hombres
que sobrevivieron a sus ataques en plena calle, para los que González
se preparaba ingiriendo un cóctel de alcohol y drogas.
Los motivos para estos crímenes están relacionados con la
admiración que sentía el asesino por el personaje de ficción
Freddy Kruger. Según sus abogados defensores, el chico tiene una
esquizofrenia paranoide y actuó siguiendo órdenes de unas
"voces" en su cabeza y, por tanto, no era responsable de sus
actos. Mientras que para la acusación, fue un deliberado plan de
asesinar al mayor número de personas posible antes de que lo arrestaran,
para emular a su héroe cinematográfico. Incluso se encontró
una nota que el acusado había dejado en una consigna en la estación
King Cross de Londres, en la que dejaba claro su intención de matar.
El psiquiatra que lo ha examinado dice que aunque González tiene
un trastorno de personalidad anti-social, esto no le impide distinguir
el bien y el mal, por lo que es totalmente responsable de sus actos. La
madre del acusado, por su parte, dice que ella advirtió a los servicios
sociales que su hijo era un peligro, pero éstos le dijeron que
no podían hacer nada hasta que no tuviera una "crisis".
Tampoco la institución que le prestó servicios de psiquiatría
durante algunos años cree que hubiera ninguna forma de predecir
los crímenes, pues aunque no era una persona normal, tampoco había
dado muestras de agresividad anteriormente. González ha admitido
el intento de asesinato de dos personas en septiembre de 2004 aunque niega
todos los demás.
Piden
sesenta años para asesinos inmobiliarios
Esther.
El fiscal de la Audiencia Provincial de Alicante ha solicitado una pena
de 62 años de cárcel para Jorge Real Sierra, de 56 años,
y otra de 54 años para su cuñado Juan Antonio Velázquez
González, de 40, por el secuestro y asesinato de los británicos
Anthony y Linda O'Malley en septiembre de 2002.
Anthony, de 43 años, y Linda, de 55, aparecieron muertos en la
bodega de una casa de Alcoy (Alicante) en marzo de 2003. El matrimonio
de Gales (Gran Bretaña) había venido a España en
agosto de 2002 para comprar una vivienda donde retirarse en el futuro.
Se cree que en su búsqueda se encontraron con los venezolanos Real
y Velázquez que anunciaban la venta de una casa que realmente tenían
alquilada. Al parecer, cuando acudieron al domicilio, les encerraron atados
y amordazados en la bodega. Durante el cautiverio, obligaron al marido,
a punta de pistola, a sacar unos 28.000 euros de una cuenta bancaria que
habían abierto en Benidorm, según el fiscal.
El cadáver del marido apareció maniatado y con una bolsa
de plástico en la cabeza y la mujer murió de un ataque al
corazón por el estrés padecido durante el cautiverio, según
el forense. Los acusados han reconocido que estafaban a la gente con la
venta de una propiedad que tenían alquilada, pero han negado el
secuestro y asesinato de la pareja.
Les detuvieron después de que la policía británica
avisara a la española que la familia de las víctimas había
recibido un e- mail desde un cybercafé de Valencia de un hombre
que se ofrecía como mediador en el secuestro de los británicos,
que hasta entonces figuraban como desaparecidos, a cambio de 11.600 euros.
Posteriormente, intercambiaron más e- mails y llamadas telefónicas,
y los investigadores descubrieron que la descripción de los empleados
del cybercafé del hombre que había enviado los mensajes,
coincidía con la del hombre que había estado utilizando
la tarjeta de crédito de la pareja. Finalmente, identificaron el
teléfono de Jorge Real y les detuvieron, a Real con una bolsa en
la mano que contenía una pistola y una placa de policía
falsa.
|