www.adeguello.net / revista bimensual de crítica de crímenes / número 15- mayo 2006

Crítica de crímenes



El Hijo de Sam lucha por sus pertenencias

Esther. El Hijo de Sam, David Berkowitz, vuelve a los tribunales, pero esta vez como demandante que se enfrenta a su anterior abogado. El juez le ha ordenado en marzo prepararse para un juicio en el que se decidirá la propiedad de diversos objetos (cartas, documentos, fotos,...) que Berkowitz reclama como suyos y su ex abogado, Hugo Hartmatz, también. El Hijo de Sam alega que sólo le dejó los objetos para que se los guardara y que cuando se enteró, en junio de 2005, de que el letrado pensaba utilizarlos para un libro que estaba escribiendo, decidió demandarle. El abogado, por su parte, dice que el asesino en serie sabía desde el principio que pensaba escribir un libro sobre su vida, en el que utilizaría las cartas y objetos cedidos por el criminal.

De todas formas, Berkowitz no puede beneficiarse de la venta de su historia o pertenencias porque, a raíz de su detención en 1977, el estado de Nueva York aprobó una ley que impedía que los delincuentes obtuvieran cualquier tipo de beneficio económico por sus crímenes. A la ley que prohibía que el dinero de las ventas de autobiografías, derechos cinematográficos, objetos personales o entrevistas fuera a parar a los delincuentes se la llamó entonces, en su honor: "La Ley del Hijo de Sam". Otros treinta estados y el gobierno federal aprobaron con posterioridad sus propias versiones de la ley. En la mayoría de los casos se han ido aprobando enmiendas de los textos originales encaminadas a extender la definición de beneficios económicos por la comisión del delito a cualquier dinero que reciba el criminal en cualquier momento y de cualquier fuente.
Es un tema controvertido que mantiene a los legisladores entre el Tribunal Supremo, que ha decidido en diversas ocasiones que determinadas leyes del Hijo de Sam eran contradictorias con la Primera Enmienda, en la que se establece la libertad de expresión y prensa, y los intereses del Consejo de Víctimas de Delitos (Crime Victims Board), que es el encargado de recaudar los beneficios económicos generados por los delincuentes por estos temas. Las familias de las víctimas, por lo general, no quieren que salga a la luz nada les recuerde los hechos delictivos. A ellos se enfrentan los que creen que la libertad de expresión está por encima y que suelen aducir, entre otras cosas, que los crímenes son también parte de la historia de un país y que no se puede dejar de contar lo que no nos gusta.
El padre de Donna Lauria, la primera víctima de Berkowitz, se opuso, por ejemplo, a la grabación de la película de Spike Lee "Summer of Sam" ("La Noche del Asesino" o "Nadie está a salvo de Sam"), que se estrenó finalmente en 1999. El director justificó su obra explicando que la película no era una autobiografía del asesino, sino la historia de un grupo de jóvenes del Bronx que confundieron a un inocente con el criminal. El padre de Lauria dijo, de todas formas, que sólo una persona despiadada era capaz de ir a rodar al Bronx una película sobre el asesino de parejas.


Terror en Nueva York
Julio de 1977, una ola de calor azota Nueva York, mientras un asesino en serie deambula por las calles buscando parejas a las que matar. Max Factor crea una nueva crema hidratante: Autodefensa. "Una cara bonita no está a salvo en esta ciudad", decía el eslogan. En plena psicosis colectiva se produce un apagón de 25 horas que convirtió al 13 de julio de 1977 en la "Noche del Terror". Oscuridad, saqueos en los comercios, los barrios negros e hispanos en llamas y un asesino en serie suelto, cuyo retrato robot empapela la ciudad.
Los crímenes empezaron el 29 de julio de 1976, pero hasta después del cuarto tiroteo nocturno contra parejas no se dieron cuenta de que había un asesino en serie suelto en la ciudad de Nueva York. Se trataba de un hombre que por la noche se solía acercar a parejas de novios o de amigas que estaban dentro de un coche aparcado y, sin mediar palabra, vaciaba el cargador de una pistola del calibre 44.
En enero de 1977, un irlandés, el sargento Coffey, fue el primero que se dio cuenta de que los cuatro primeros ataques contra parejas eran obra de un mismo psicópata, que buscaba a morenas atractivas. Por entonces, ya había dos chicas muertas y otras tres personas heridas. Dos meses después, en marzo de 1977, con la muerte de la tercera víctima del asesino de parejas se disiparon las dudas, tras descubrirse que la última bala había sido disparada con la misma pistola que mató a la primera víctima: una Charter Arms Special Bulldog del calibre 44. Los investigadores informaron entonces a los medios de comunicación, que bautizaron al criminal como el "Asesino del Calibre 44". Buscaban a un hombre blanco, de unos 25- 30 años, pelo oscuro, 1,80 metros de estatura, y constitución media, que había disparado contra varias personas en la ciudad de Nueva York.
En abril de 1977 se produjo el sexto tiroteo contra una pareja de novios y en esta ocasión el criminal dejó una nota dirigida al policía que estaba a cargo de las investigaciones, dolido porque éste había declarado que el asesino odiaba a las mujeres. La nota iba firmada por "Sam's Creation .44", así que la prensa ya tenía un nuevo nombre para el criminal: "El Hijo de Sam". Los psiquiatras elaboraron entonces un perfil de asesino que le describía como un esquizofrénico paranoide solitario, que tiene dificultades para relacionarse sobre todo con las mujeres. Encantado con su popularidad, el asesino envió poco después otra carta a un periodista del Daily News en la que avisaba que volvería a matar. "Sam es un tío sediento. No me dejará parar de matar hasta que esté saciado de sangre", decía entre otras cosas.
Un nuevo tiroteo en junio de 1977 logró que el terror se apoderara de la ciudad.


El chiflado de Yonkers
Mientras dos centenares de policías intentaban descubrir la identidad del asesino en serie de Nueva York, la policía de Yonkers investigaba las andanzas de un chalado que enviaba anónimos.
Sam Carr, un jubilado que vivía en Yonkers con su familia, empezó a recibir anónimos quejándose de los ladridos de su perro Harvey, un Pastor Labrador negro. La última nota decía que el animal estaba destruyendo su familia, que no tenía paz ni descanso y acusaba a Carr de crueldad, egoísmo y falta de consideración y amor hacia los demás seres humanos. "Ya no tengo nada que perder, puedo ver que no habrá más paz en mi vida o en la de mi familia hasta que acabe con la tuya", añadía la misiva. Carr avisó a la policía y días más tarde, en abril de 1977, oyó un disparo y vio a un hombre huyendo y al perro sangrando en el patio de la casa.
Posteriormente, otro vecino de Yonkers, Jack Cassara, recibió una extraña carta en su casa de New Rochelle firmada por un desconocido Sam Carr. Cassara se puso en contacto con Carr y hablaron de los anónimos, del disparo al labrador y del Pastor Alemán de Cassara, al que habían matado a tiros. El hijo de Cassara llegó a la conclusión de que podía tratarse de David Berkowitz, un joven extraño que había alquilado una habitación en su casa a principios de 1976 y que se marchó sin dar explicaciones y sin reclamar la fianza.
Mientras tanto, Craig Glassman, un enfermero vecino de Berkowitz, empezó, también, a recibir anónimos que hablaban sobre la existencia de un grupo demoníaco en Yonkers integrado por los Glassman, los Carr y los Cassara. "Es verdad, soy el asesino, pero los crímenes están bajo tus órdenes", ponía en una de las cartas recibidas por el enfermero.


La captura
Días después del asesinato de Stacy Moskowitz, la última víctima del Hijo de Sam, apareció una mujer en una comisaría que decía haber visto al asesino. Cecilia Davis se fijó en un hombre que cogía una multa de un Ford, aparcado al lado de una boca de riego, y que la tiraba a una alcantarilla. Después, mientras paseaba con su perro la madrugada del 31 de julio, volvió a fijarse en ese mismo hombre que aparentemente la perseguía y que intentó ocultarse tras un árbol, cuando ella giró la cabeza. Pensó que escondía una pistola y corrió a encerrarse en su casa. Los agentes empezaron a investigar las multas expedidas en la zona y se encontraron con un Ford, propiedad de un tal David Berkowitz de Yonkers. Entonces, se pusieron en contacto con la policía de Yonkers que relató las sospechas sobre su participación en tiroteos caninos y envío de anónimos. El 10 de agosto de 1977 detuvieron a Berkowitz cuando salía de su casa, reconoció inmediatamente que era el Hijo de Sam.


Confesiones
Berkowitz confesó todos los crímenes atribuidos al Hijo de Sam, a los que añadió el apuñalamiento de una chica de 15 años el 24 de diciembre de 1975, antes de comprarse la pistola. Parecía que en el fondo estaba deseando que le cogieran y se mostraba sonriente ante la prensa. Confesó también que antes de empezar con los asesinatos había provocado cerca de dos millares de incendios en la ciudad, cuyas descripciones recogía en su diario. Era una señal de peligro que pasó desapercibida. La piromanía es uno de los vértices que conforman la Tríada Homicida, los tres rasgos o señales que suelen distinguir a los asesinos en serie antes de que empiecen a matar: Hacerse pis en la cama hasta una edad poco habitual (Chikatilo), disfrutar torturando a animales (Ian Brady) y la tendencia a la piromanía.
Durante el juicio declaró que sólo cumplía órdenes del Pastor Labrador de Carr, que estaba poseído por un demonio de 6000 años, y que con sus ladridos le ordenaba matar porque necesitaba víctimas para sus sacrificios.
Los psiquiatras de la defensa dijeron que era un esquizofrénico paranoide y los de la acusación consideraron que era imputable, aunque tenía una personalidad neurótica y paranoide. Finalmente, el 23 de agosto de 1977 le condenaron a 365 años de cárcel por los crímenes.
Posteriormente, en 1979, Robert Ressler, un ex agente del FBI especializado en perfiles psicológicos de criminales, se entrevistó con Berkowitz en la cárcel. El asesino le empezó a hablar nuevamente de los ladridos del demonio, pero acabó cambiando de versión después de que el agente le dijera: "A mí no me vengas con esa chorrada del perro, David. No me la trago". Berkowitz dijo entonces que la historia de los perros endemoniados se la había inventado para pasar por loco en caso de que le detuvieran y que eran simples invenciones para la prensa. Explicó que odiaba a las mujeres porque su madre le había abandonado y porque con las demás, era incapaz de entablar relaciones. Se excitaba persiguiendo y disparando contra las chicas guapas y al acabar el tiroteo o cuando volvía al lugar del crimen para recordar sus hazañas, se masturbaba, según le contó a Ressler.
Posteriormente, en 2002, cuando se presentó ante un juez que debía decidir sobre la posibilidad de concederle la libertad condicional, volvió a su primera versión y dijo que creía que no se merecía la libertad y que cuando cometió los crímenes estaba fuera de control, convencido de que era un soldado bajo el mando del demonio.


Datos biográficos
David Berkowitz nació el 1 de junio de 1953. Su madre biológica lo dio en adopción. Era una judía de Brooklyn que se casó con un italiano con el que tuvo una hija. El marido se fue con otra y ella inició una relación con un hombre casado, que se enfadó al enterarse de que iban a tener un hijo: David. Así que, ya antes de que naciera, decidió darlo en adopción a un matrimonio judío que no tenía hijos, Nat y Pearl Berkowitz.
Fueron unos padres abnegados que lo criaron en el Bronx. El niño era aparentemente normal, aunque un tanto solitario, hiperactivo y violento.
Su madre adoptiva murió de cáncer en 1967, y David se quedó desolado y empezó a pensar que su muerte formaba parte de un plan para destruirle.
Nat se casó nuevamente en 1971 y, posteriormente, se fue a vivir a Florida, dejando a la deriva a un David, que cada día era más introvertido. Ese mismo año entró en el ejército, en el que permaneció tres años. Estuvo en Corea, donde tuvo su única relación sexual con otro ser humano: una prostituta que le contagió una enfermedad venérea.
De vuelta en Nueva York, empezó a provocar incendios por toda la ciudad, al tiempo que escribía a su padre contándole que la gente en general le odiaba y, especialmente, las mujeres que le gritaban "feo" por la calle.
En enero de 1976 se mudó a vivir a casa de los Cassara en Yonkers. Pensaba quedarse allí dos años, pero el Pastor Alemán de la familia ladraba mucho y no le dejaba dormir. A los tres meses se fue a vivir a otro apartamento en Yonkers, pero no se pudo librar de los canes y le tocó como vecino el Labrador de Sam Carr.
Cuando le detuvieron, Berkowitz era un cartero de 24 años, tímido, solitario y regordete, que vivía en una habitación con un colchón en el suelo y una manta clavada en la ventana, a modo de cortina. Tenía todas las paredes de su habitación pintarrajeadas con mensajes del tipo: "Kill for my Master". Era un aficionado a las películas de terror que soñaba que tenía un físico espectacular y que era un magnífico amante con las mujeres.



Las víctimas

24 de diciembre de 1975.- Apuñaló seis veces a Michelle Forman, una adolescente de 15 años, con un cuchillo de caza. Los investigadores nunca relacionaron este ataque con los demás hasta que Berkowitz lo confesó.

29 de julio de 1976.- Donna Lauria, de 18 años, murió de un disparo en el cuello y su amiga Jody Valenti, de 19, resultó herida de un tiro en la pierna. Era la una de la madrugada y estaban hablando en el coche de Jody, que había aparcado al lado de la puerta de la casa de Donna en el Bronx. Un hombre desconocido se quedó mirándolas desde la acera y, sin mediar palabra, sacó una pistola de una bolsa de papel y empezó a disparar.

23 de octubre de 1976.- Carl Denaro, de 20 años, estaba a las dos de la madrugada hablando con su amiga Rosemary Keenan en su coche, estacionado a la puerta de un bar de Queens, cuando apareció un hombre que disparó cinco tiros contra la pareja. Rosemary salió ilesa y a Carl le tuvieron que reemplazar parte del cráneo.

26 de noviembre de 1976.- Donna DeMasi, de 16 años, hablaba con su amiga Joanne Lomino, de 18, en las escaleras de su casa en Queens y apareció un desconocido, que sacó una pistola de la chaqueta y les disparó. Hirió a las dos jóvenes y Joanne se quedó parapléjica.

30 de enero de 1977.- Christine Freund, de 26 años, y su novio, John Diel, también hablaban de madrugada en un coche, tras salir de un bar de Queens, cuando un desconocido le disparó dos tiros a Christine, que murió en el hospital.

8 de marzo de 1977.- Virginia Voskerichian, una estudiante ejemplar de 19 años, volvía a casa de clase y se cruzó con un hombre que le pegó un tiro en la cara, falleciendo en el acto.

14 de abril de 1977.- Valentina Suriani, de 18 años, se besaba con su novio, Alexander Esau, de 21, en un coche en el Bronx, cuando sobre las 3 de la madrugada aparcó otro vehículo a su lado desde el que les disparó un hombre. Murieron los dos. El asesino dejó una nota para el capitán que dirigía las investigaciones en la que firmaba como "Sam's Creation".

26 de junio de 1977.- Judith Placido y su amigo Salvatore Lupo salieron de madrugada de una discoteca de Queens. Casi no había nadie porque la gente estaba atemorizada con los crímenes del Hijo de Sam. Se montaron en el coche y oyeron unos pasos y los disparos. Los dos resultaron heridos.

31 de julio de 1977.- Stacy Moskowitz, de 20 años, estaba hablando con su novio, Robert Violante, en el coche de su padre. Era de madrugada y acababan de volver del cine. Robert temía que pudiera aparecer el Hijo de Sam, pero la chica insistió en dar una vuelta por el parque (al fin y al cabo estaban en Brooklyn y el asesino solía actuar en Queens y el Bronx, dijo ella). Vieron a un hombre sospechoso y regresaron al coche, donde recibieron los disparos. La chica murió y Robert se quedó ciego.




Antes descuartizador suicida que gay

Andrea.
La aparición a finales de marzo de un pie humano en un descampado de Santiago (Chile) fue el comienzo de uno de los misterios policiales más seguidos por los medios de comunicación y la sociedad chilena. En los días siguientes fueron apareciendo torso, brazos, piernas, pies y manos en distintas zonas de la ciudad. Aunque el asesino había tomado la precaución de rebanar las yemas de los dedos para evitar una identificación por la huella dactilar, los peritos consiguieron reconstruir parte de la huella inferior y la compararon con una base de datos. El descuartizador también había arrancado todo trozo de piel que permitiera identificar el cadáver, excepto un tatuaje de cupido, muy popular en las cárceles chilenas. Con esto y el trozo de huella se logró identificar a Hans Pozo, un joven de 20 años que había cumplido condena por tráfico de drogas. Pozo, quien se dedicaba a la prostitución para pagar su adicción a una droga parecida al crack, llamada "pasta base", había desaparecido hacía algunos días, pero las personas que lo conocían estaban acostumbradas a ausencias sin explicación.

El funcionario ejemplar

Después de investigar a varios sospechosos que resultaron ser inocentes, un contingente policial se presentó en una distribuidora de helados con la intención de interrogar a Jorge Martínez, un funcionario municipal de 33 años, hijo, padre y marido ejemplar. Pero el hombre se pegó un tiro en la sien antes de que los policías pudieran interrogarlo. En un principio su familia acusó a la policía de haberlo matado, pues Martínez era un padre de familia tan honrado que no tenía motivos para suicidarse, pero las pruebas periciales demostraron que sí fue un suicidio. Al día siguiente, la familia publicó una carta escrita, en teoría, por el suicida que, según dijeron, estaba escondida en un piano. En ella, el fallecido explicaba que Hans Pozo lo chantajeaba y que había amenazado a su familia.
Algunas teorías aseguraban que el gran secreto era que Martínez sería el padre de la víctima, pero después de una prueba de ADN se comprobó que no tenían parentesco. Al fiscal, Pedro Sabaj, sólo le quedaba la hipótesis de una supuesta relación homosexual entre ambos, lo que fue avalado por declaraciones de conocidos del joven. Según ellos, la víctima se jactaba de tener un hombre mayor que le daba todo lo que quería, y hay testigos que los habían visto entrar juntos a un motel donde se alquilan habitaciones por hora; además, se encontraron restos de la víctima en la distribuidora, propiedad del presunto asesino.
Con ello, parece comprobarse que el 27 de marzo por la noche Jorge Martínez, harto del chantaje, prefirió matar de dos tiros en la nuca a su amante para después ponerlo en un congelador de su distribuidora de helados y descuartizarlo personalmente, antes que permitir que su círculo conociera sus inclinaciones homosexuales. Y es que en Chile, ser gay todavía sigue siendo algo sólo aceptado socialmente en hombres de altos ingresos y dedicados a la literatura, la fotografía, la dirección de teatro, el cine y otras actividades artísticas.





Supuesta violada dirige la sesión de sexo


Juanma.
De buena se han librado seis muchachotes de Fullerton, California. En junio de 2004, Tamara Anne Moonier, que entonces tenía 28 años y dos hijos pequeños, los denunció por secuestro y violación masiva. Dijo que seis veinteañeros desconocidos la habían amenazado con una pistola en el aparcamiento de un bar, le habían puesto una capucha para que no viera dónde la llevaban y la habían violado repetidamente, obligándola a realizar actos sexuales degradantes para filmarlos en vídeo, sin dejar de apuntarle con el arma. Después, la habían dejado en libertad.
Pero por suerte para los acusados, uno de ellos tenía el vídeo en cuestión, que contaba una historia muy diferente.
Nada más presentarse la denuncia, Tamara fue incluida en un programa de asistencia a víctimas, mientras la policía iniciaba una frenética búsqueda de los violadores. No tardó en localizar a los seis sospechosos. Pero ellos presentaron el vídeo en su defensa. En la grabación no aparecen ni pistolas, ni amenazas, ni violencia alguna. Al contrario: Tamara no para de reírse y jadear, dirige en todo momento la sesión, comenta los tamaños y cualidades de los penes, exige eyaculaciones en la boca y se burla de los "incapaces" que no pueden mantener la erección. Incluso, en un momento dado, le pasan un teléfono mientras está en plena faena y ella saluda, dice "me están follando por detrás" e invita al que llama a unirse a la fiesta. En febrero, el Orange County Weekly publicó piezas escogidas de los diálogos que se oyen en el vídeo, y no tienen desperdicio. Renunciamos a entrar en más detalles, pero pueden consultarse en http://www.ocweekly.com.
En marzo, Tamara ha sido acusada de falsa denuncia, perjurio y estafa a un programa de asistencia a víctimas, del que cobró unos dos mil dólares. Puede caerle un máximo de 44 meses de cárcel, y eso porque defraudó a un organismo oficial. La falsa denuncia sólo le habría costado seis meses. Pero si no hubiera existido el vídeo revelador, los seis acusados habrían podido pasarse el resto de sus vidas en prisión, condenados por secuestro y violación con todas las agravantes posibles.
¿Por qué presentó Tamara la falsa denuncia, si sabía que existía un vídeo que la desmentiría? Parece que no quedó satisfecha de la actuación de sus seis machos, que aunque tenían poco más de veinte años, debían de estar un poco bebidos. En un momento de la grabación, se queja de que los chicos parecen incapaces de correrse. "Ya me estoy empezando a cabrear. Quiero que alguno termine". Podría ser una explicación. O tal vez no pensó que la policía los localizaría y quería beneficiarse del programa de asistencia. Lo curioso es que se negó a retractarse cuando la policía le informó de que había visto el vídeo. Siguió exigiendo que se procesara a los acusados. Un jurado de Orange County ha visto ya la apasionante grabación. Y Tamara se expone a que la vea mucha más gente en el juicio contra ella.
Un último detalle: Tamara ya no se apellida Moonier. Desde que ocurrió el incidente se ha casado. Hay gente para todo.





Identifican en prisión a asesino de "La Rochela"

Esther.
En Colombia localizaron en marzo a uno de los acusados de haber matado a doce personas en la masacre de "La Rochela". Gilberto Silva Cortés, alias Picapiedra, no estaba escondido en una granja de su pueblo (como los mafiosos italianos) ni había huido a otro país, lo encontraron en la cárcel de Palo Gordo de Girón (Santander, Colombia), donde había entrado con nombre falso para cumplir condena por otro homicidio. En cualquier otro sitio los asesinos de jueces y policías se convierten en una prioridad para los investigadores, pero Colombia es un mundo aparte.
El 18 de enero de 1989 una comisión judicial integrada por dos jueces, dos secretarios judiciales, dos conductores y ocho miembros de la policía judicial fueron al corregimiento "La Rochela" en el Bajo Simacota (Santander, Colombia) a investigar la muerte de 19 comerciantes, que habían desaparecido en octubre de 1987 cuando se desplazaban de Cúcuta a Medellín. Allí se encontraron con un grupo de ocho hombres armados, vestidos de militar y liderados por Alonso de Jesús Baquero Agudelo, alias Vladimir, que decían pertenecer al frente 23 de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Explicaron que querían colaborar en las investigaciones y que les llevarían al lugar donde se había producido la masacre de los comerciantes. Les convencieron para que se hicieran pasar por sus rehenes, aduciendo que las tropas del ejército Nacional andaban cerca y que, de otra manera, se podía producir un conflicto armado. Así, los jueces, secretarios, conductores y policías se dejaron desarmar, maniatar y subieron voluntariamente a los vehículos de los supuestos guerrilleros. Entonces, se los llevaron a la localidad de La Laguna y les dispararon. Mataron a todos menos a dos policías que se hicieron los muertos.
En octubre de 1997 un colectivo de abogados presentó una petición de condena contra el estado colombiano por su actuación en esta masacre, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que resolvió a su favor. Los peticionarios alegaban que la masacre fue obra de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), en coordinación con miembros del ejército, que querían acabar con las investigaciones sobre la muerte de los comerciantes en la que estaban involucrados. Por su parte, la fiscalía colombiana reconoció la participación de las Autodefensas, pero señaló que la presencia de la comisión en la zona alertó a los narcotraficantes Pablo Escobar Gaviria, Gonzalo Rodríguez Gacha y Henry Pérez, que tenían cinco laboratorios en la zona y presionaron para que desaparecieran los funcionarios.
En marzo la fiscalía colombiana anunció que Silva, junto con Lanfor Miguel Osuna Gómez y Jairo Iván Gálvis, habían sido acusados de homicidio agravado, tentativa de homicidio agravado y secuestro extorsivo agravado por su participación en la masacre de La Rochela.
En 1990 ya habían condenado a Vladimir a 30 años de cárcel por ser el máximo responsable del asesinato de casi un centenar de personas en cuatro masacres distintas, entre ellas la de la comisión judicial. En 2005 le dejaron en libertad condicional, decisión que la procuraduría colombiana ha anunciado que estudiaría.


Las masacres
En todas partes hay robos, violaciones, secuestros, asesinatos, pero en Colombia, además, hay masacres. La masacre es, según Amnistía Internacional, la forma con la que intentan resolver sus problemas la guerrilla, los paramilitares y la fuerza pública, que llevan más de cuarenta años enfrentados en un conflicto armado. La masacre consiste en matar a un montón de gente, casi siempre civiles, para intentar "crear pánico, terror dentro de la población, provocar el desplazamiento forzoso de sus habitantes, desocupar la zona para posteriormente introducir personas amigas o apoyo nuevo a ese grupo que se está disputando el territorio", según dijo en la BBC Alfredo Rangel, director de la Fundación Seguridad y Democracia de Colombia. Generalmente, intentan desocupar territorios porque hay plantaciones de coca o porque les interesan desde el punto de vista estratégico.
Amnistía Internacional señala que la mayoría de los homicidios, masacres, desapariciones, torturas y desplazamientos forzados que se han registrado en los últimos años son obra de los paramilitares de las Autodefensas. En 2003, según el diario colombiano El Nuevo Día, se registraron 1440 víctimas en más de 300 masacres. La mayoría eran campesinos, seguidos de comerciantes, estudiantes, indígenas y obreros. Los paramilitares fueron los responsables de un 70 por ciento de los crímenes multitudinarios, la guerrilla, de un 27 por ciento y un tres por ciento se atribuyen a la fuerza pública, según el mismo diario.





Secta carcelaria en el mayor juicio capital de la historia

Andrea. La policía ha detenido en marzo a Clifton Bloomfield acusado de secuestrar y retener contra su voluntad a una pareja en Nuevo México. El hombre, quien también enfrenta cargos por posesión de drogas y armas, pertenece a la famosa "Aryan Brotherhood" o "Hermandad Aria", un grupo racista con gran poder en las cárceles de Estados Unidos, cuyos cabecillas están siendo juzgados en lo que es el juicio capital más grande de la historia. Dieciséis hombres arriesgan una condena a muerte por 32 asesinatos e intentos de asesinato, ordenados dentro de las prisiones.
El grupo, nacido en la prisión de San Quintín en 1967, intentó ser una respuesta a la violencia que sufrían los presos de raza blanca, en general minoritarios, por parte de grupos mexicanos y la mafia italiana. Sus miembros tienen que hacer un juramento de lealtad con sangre y deben prometer seguir el lema de la hermandad: "My life is forfeit should I face my brothers" ("Mi vida no vale nada si me enfrento a mis hermanos") y suelen llevar tatuajes de un trébol, símbolo del origen irlandés de sus fundadores. Los miembros del clan se comunican entre sí con mensajes escritos con tinta invisible.


El consejo de dirección
Hace algunos años declararon la guerra a un grupo de presos afroamericanos y, poco después, varios miembros de esta otra banda fueron asesinados. En 1980 crearon un consejo de dirección, compuesto por tres miembros, con autoridad para ordenar asesinatos, asaltos, operaciones de tráfico de drogas y otras actividades no precisamente legales. En 1997 la hermandad da otro paso más hacia la "profesionalidad" creando unidades, con sus respectivos líderes, para ocuparse de diversos negocios: drogas, apuestas, servicios de seguridad, etc. Para dar una idea de su poder, la fiscalía cree que a pesar de que la hermandad constituye sólo un uno por ciento de la población reclusa, son responsables del 25 por ciento de los asesinatos cometidos en las prisiones. Los expertos creen que la secta cuenta con 15.000 miembros fuera y dentro de las cárceles
Aunque el FBI llevaba mucho tiempo intentando llevar ante la justicia a sus líderes, no pudo reunir pruebas hasta 1997, fecha en la que reclutó a varios ex convictos que habían abandonado la hermandad y estaban dispuestos a testificar contra los líderes. Fruto de esta colaboración, en 2002 detuvieron a cuarenta miembros del grupo por cargos de diversa índole.
En los últimos tiempos la secta se enfrentó al dilema "renovarse o morir" y, como las estadísticas no ayudan con el número de personas de raza blanca en prisión, ahora ni siquiera es necesario ser blanco para entrar en la hermandad.





Despechada ardiente se enfrenta a décadas de cárcel


Esther.
A juzgar por lo que dice el fiscal, Carmen G.H. no lleva nada bien las rupturas sentimentales. Pretendientes no le faltan, pero parece que cuando la cosa no cuaja a la despechada le da por la piromanía. La acusación ha solicitado que la condenen a 38 años de cárcel por un delito continuado de incendios y dos de lesiones, durante el juicio que se celebró en marzo en la Audiencia Provincial de Barcelona. Dicen que entre octubre de 2003 y febrero de 2004 le prendió fuego a tres viviendas y lo intentó dos veces con un garaje para vengarse de dos ex novios o ex amantes.
Lo primero que ardió fue la puerta del piso de Ramón en Sant Feliu de Llobregat (Barcelona), que consiguieron apagar los vecinos, tras causar daños valorados en más de 4.000 euros. Días después, se cree que lo volvió a intentar, esta vez con el garaje de Ramón, donde la descubrieron los vecinos (ya debía ser famosa en el barrio) y la detuvo la policía con un papel prendido en la mano, tras haber rociado supuestamente la puerta con gasolina. A los tres meses la volvieron a detener en las inmediaciones del garaje con otra botella de gasolina, según los agentes.
Ya en enero de 2004 le tocó el turno a otro incauto, Jesús, de L'Hospitalet de Llobregat. Ardió la puerta de su piso y el fuego se llegó e extender a los adyacentes, causando quemaduras a varios vecinos. Poco después, dice el fiscal que lo volvió a intentar, pero se equivocó y lo que ardió fue el piso de otras personas, similar al de Jesús pero en otro edificio.
La acusada negó los incendios de las propiedades de Ramón y admitió los destinados a Jesús, aduciendo que el hombre la había violado dos veces. Por su parte, Jesús ha declarado que mantuvo relaciones sexuales consentidas con la acusada en dos ocasiones.





Acusan a China de vender órganos de ejecutados

Esther.
Cirujanos británicos han acusado a China de vender los órganos de miles de ejecutados para transplantes. Sospechan, además, que las ejecuciones se adelantan cuando los órganos del reo son compatibles con los compradores enfermos. Por su parte, las autoridades chinas niegan las acusaciones, pero en marzo han dicho que prohibirán la venta de órganos a partir de julio y que los donantes altruistas deberán dejar una autorización por escrito.
"¡Cada día unas 17 personas mueren mientras esperan un órgano! Podemos ayudarte a conseguir el mejor transplante en China de forma rápida, cómoda y asequible. ¿Por qué sigues esperando?," dice uno de los anuncios que aparecen en internet sobre trasplantes. Los riñones chinos se están vendiendo a unos 70.000 dólares USA, los hígados, a unos 120.000 dólares y los corazones rondan los 140.000 dólares. Se cree que la mayoría de los compradores de órganos son japoneses y coreanos. Al parecer, los chinos no desaprovechan nada y hasta la piel de los ejecutados es usada para fabricar cosméticos que se venden en Europa, según The Guardian.
Esclavos laborales, sexuales y ahora los pobres del mundo se están convirtiendo también en auténticos proveedores de piezas de repuesto para los adinerados. Los pakistaníes, dentro de lo que cabe, son de los que tienen más suerte porque parece ser que se han especializado en la venta de riñones y como tenemos dos, al menos pueden seguir viviendo. A Pakistán ya se le conoce como el "Bazar de riñones" por los precios y porque hasta hay listas de espera de donantes dispuestos a perder un riñón por unos 1.800 dólares USA. El comprador paga unos 14.000- 20.000 dólares, así que el gran beneficio se lo llevan los hospitales y médicos. En muchas zonas rurales la mitad de la población ya ha donado uno.
El tráfico de órganos en los tribunales de Mozambique (Adegüello, marzo 2005)
Robo de bebés ucranianos (Adegüello, noviembre 2005)




La justicia tarda y no llega en la India

Andrea.
El caso de la modelo Jessica Lal no ha servido para mejorar la imagen del sistema judicial de la India. Casi siete años después del crimen, ocurrido en 1999, los nueve sospechosos del asesinato fueron absueltos en marzo, pero unas semanas después el juez ha emitido una nueva orden de arresto contra ellos.
El crimen tuvo lugar durante una fiesta que se celebró en un restaurante de Bina Ramani (una mujer de la alta sociedad india) en el que la modelo trabajaba de camarera. Jessica Lal se negó a servir una copa a Manu Sharma, hijo de Vernod Sharma (un parlamentario del partido gobernante), quien enfadado sacó su pistola y le pegó supuestamente dos tiros en la cabeza. Aunque en la fiesta había muchos testigos, con el tiempo éstos fueron desapareciendo o sufrieron problemas de memoria para identificar al presunto asesino y sus amigos, entre ellos Vikas Yadav, hijo de otro político, y Amardeep Singh Hill, alto ejecutivo de una empresa fabricante de bebidas de cola. Al terminar la fiesta los tres amigos huyeron, aunque Sharma se entregó cuatro días después. Sin embargo, Amit Jhingan, otro amigo del principal acusado, fue detenido por intentar limpiar las huellas de sangre de la escena del crimen. También se presentaron problemas con las balas recuperadas de la sien de la difunta camarera; la policía decía que ambas procedían de la pistola de Sharma mientras que, convenientemente, el forense decía que eran de dos armas distintas.
Así, siete años más tarde, el juez tuvo que dejarlos en libertad por falta de evidencias, pero la decisión ha causado una ola de protestas populares exigiendo justicia para la joven. Es por ello que la Alta Corte de Delhi ha fijado una nueva audiencia en la que tendrán que comparecer otra vez los nueve acusados, ya en libertad tras pagar sus fianzas respectivas, y pedirá que se traduzca la evidencia al inglés. La familia de la difunta modelo espera que esta vez se imponga justicia y se castigue por fin a los culpables.





La banda de la excavadora arrasa en Levante


Esther.
La banda de la excavadora de España sigue imparable, pero como no empiecen a cambiarse de zona, las comandancias de la guardia civil de Teruel, Castellón, Tarragona y Valencia van a acabar con ellos, porque la cosa ya parece recochineo.
Sus asaltos se acercan a la veintena, aunque no siempre consiguen su objetivo y acaban huyendo con las manos vacías. En Gatova (Valencia) ignoraron los gritos de los vecinos que anunciaban que iban a llamar a la guardia civil, pero se acabaron marchando, sin lograr su objetivo, cuando empezaron a tirar petardos. En Alpuente (Valencia) la guardia civil llegó a sacar dos helicópteros y perros para seguirles el rastro.
Días antes habían actuado en Barx (Valencia), donde se llevaron 60.000 euros de una caja fuerte con su modus operandi habitual. A las cuatro de la madrugada del 27 de marzo talaron varios árboles con los que cortaron las carreteras y los caminos rurales de acceso al pueblo. Cuatro encapuchados cortaron los anclajes de la caja fuerte con sierras radiales y se la llevaron en un vehículo robado. El coche y la caja abierta aparecieron a las afueras del pueblo.
Otras veces, en vez de árboles, dejan maquinaria pesada impidiendo la circulación en las carreteras de acceso y después vacían el combustible y se llevan las llaves. Como hay obras por todas partes, no les resulta difícil conseguir las excavadoras y maquinaria pesada que necesitan para llevar a cabo sus robos.
Los que han llegado a verles dicen que se trata de un grupo de hombres de la Europa del Este. Por qué siempre actúan en la misma zona es una incógnita. A estas alturas, cada vez que un vecino ve pasar una excavadora de madrugada, ya sabe que su pueblo va a ser el siguiente.
Por si fuera poco, en Chulilla (Valencia) ha aparecido otra banda ingeniosa que intentó llevarse la caja fuerte del banco la madrugada del 29 de marzo, tras dejar al pueblo sin línea telefónica. No cortaron las carreteras, así que probablemente no se trata de la misma banda. Los ladrones llegaron a quitar los anclajes de la caja fuerte, pero huyeron sin el botín, tras percatarse de que había una patrulla de la guardia civil rondando.
Cortan carreteras para robar un banco en Castellón (Adegüello, enero 2006)





Imitador de Freddy Kruger rememora sus crímenes

Andrea.
David González, de 25 años, acusado de cuatro asesinatos, ha sido condenado en marzo a cadena perpetua. Sus víctimas fueron Jean y Derek Robinson, asesinados en su hogar de Highgate Hill (Reino Unido) con un cuchillo; Kevil Mohillo, atacado en plena calle del norte de Londres; y Marie Harding, de West Sussex. También hay dos hombres que sobrevivieron a sus ataques en plena calle, para los que González se preparaba ingiriendo un cóctel de alcohol y drogas.
Los motivos para estos crímenes están relacionados con la admiración que sentía el asesino por el personaje de ficción Freddy Kruger. Según sus abogados defensores, el chico tiene una esquizofrenia paranoide y actuó siguiendo órdenes de unas "voces" en su cabeza y, por tanto, no era responsable de sus actos. Mientras que para la acusación, fue un deliberado plan de asesinar al mayor número de personas posible antes de que lo arrestaran, para emular a su héroe cinematográfico. Incluso se encontró una nota que el acusado había dejado en una consigna en la estación King Cross de Londres, en la que dejaba claro su intención de matar.
El psiquiatra que lo ha examinado dice que aunque González tiene un trastorno de personalidad anti-social, esto no le impide distinguir el bien y el mal, por lo que es totalmente responsable de sus actos. La madre del acusado, por su parte, dice que ella advirtió a los servicios sociales que su hijo era un peligro, pero éstos le dijeron que no podían hacer nada hasta que no tuviera una "crisis". Tampoco la institución que le prestó servicios de psiquiatría durante algunos años cree que hubiera ninguna forma de predecir los crímenes, pues aunque no era una persona normal, tampoco había dado muestras de agresividad anteriormente. González ha admitido el intento de asesinato de dos personas en septiembre de 2004 aunque niega todos los demás.





Piden sesenta años para asesinos inmobiliarios

Esther.
El fiscal de la Audiencia Provincial de Alicante ha solicitado una pena de 62 años de cárcel para Jorge Real Sierra, de 56 años, y otra de 54 años para su cuñado Juan Antonio Velázquez González, de 40, por el secuestro y asesinato de los británicos Anthony y Linda O'Malley en septiembre de 2002.
Anthony, de 43 años, y Linda, de 55, aparecieron muertos en la bodega de una casa de Alcoy (Alicante) en marzo de 2003. El matrimonio de Gales (Gran Bretaña) había venido a España en agosto de 2002 para comprar una vivienda donde retirarse en el futuro. Se cree que en su búsqueda se encontraron con los venezolanos Real y Velázquez que anunciaban la venta de una casa que realmente tenían alquilada. Al parecer, cuando acudieron al domicilio, les encerraron atados y amordazados en la bodega. Durante el cautiverio, obligaron al marido, a punta de pistola, a sacar unos 28.000 euros de una cuenta bancaria que habían abierto en Benidorm, según el fiscal.
El cadáver del marido apareció maniatado y con una bolsa de plástico en la cabeza y la mujer murió de un ataque al corazón por el estrés padecido durante el cautiverio, según el forense. Los acusados han reconocido que estafaban a la gente con la venta de una propiedad que tenían alquilada, pero han negado el secuestro y asesinato de la pareja.
Les detuvieron después de que la policía británica avisara a la española que la familia de las víctimas había recibido un e- mail desde un cybercafé de Valencia de un hombre que se ofrecía como mediador en el secuestro de los británicos, que hasta entonces figuraban como desaparecidos, a cambio de 11.600 euros. Posteriormente, intercambiaron más e- mails y llamadas telefónicas, y los investigadores descubrieron que la descripción de los empleados del cybercafé del hombre que había enviado los mensajes, coincidía con la del hombre que había estado utilizando la tarjeta de crédito de la pareja. Finalmente, identificaron el teléfono de Jorge Real y les detuvieron, a Real con una bolsa en la mano que contenía una pistola y una placa de policía falsa
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