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/ revista
bimensual de crítica de crímenes / número 14- marzo 2006

Por qué
salió mal
Ofrece
cocaína a policía uniformado
Esther.
De vez en cuando aparece
un camello que intenta venderle droga a un policía secreta, pero
lo de Michael Garibay es mucho más audaz. El hombre se acercó
en febrero al ayudante del sheriff de Orange (Florida, EEUU), que estaba
sentado en su coche oficial con el uniforme puesto, y le preguntó
si quería comprar cocaína. El policía asintió
y Garibay sacó supuestamente unas piedras de droga de su bolsillo.
Garibay está detenido bajo fianza de 7.500 dólares USA.
Otra que quizás está consumiendo demasiado, es una estudiante
de 20 años de North Dakota, a la que detuvieron en febrero por
llamar a una comisaría de policía para intentar comprar
Marihuana. Según parece, la chica llamó por primera vez
a las tres de la madrugada para preguntar dónde podía comprar
la droga y el agente le explicó amablemente que la venta y posesión
de esta planta era ilegal. Pero la joven insistía y, finalmente,
el policía le dijo que podía pasarse por la comisaría,
donde la detuvieron a las cuatro menos cuarto.
Le detienen
con caja fuerte a la espalda
Esther. Cómo no iban a detener a Ugalde, de 19 años,
en Alajuela (Costa Rica) si iba con una caja fuerte a cuestas por la calle.
Se cree que se la llevó de la iglesia de San Ramón, que
entró por el techo de la parroquia junto con dos compinches, que
la bajaron dos pisos a cuestas y, después, salieron por la puerta.
Los otros debían ser más espabilados y se esfumaron, dejando
a Ugalde solo con la caja, a la vista de una vecina que avisó a
la policía. Cuando le detuvieron había conseguido avanzar
75 metros.
Olvida
el currículum en un robo
Esther. Al menos se puede decir que seguramente el chaval también
intenta conseguir dinero por otros medios más lícitos. Tal
vez la pista delatora le sirva de atenuante porque este joven de 20 años
se dejó el currículum, con foto incluida, en la casa de
Elche (Alicante, España) en la que supuestamente entró a
robar en enero. Además, el dueño de la casa le pilló
supuestamente in fraganti y tuvo que huir precipitadamente, dejándose
una caja preparada con utensilios de cocina.
El pringado
de todos los meses
Juanma. Es que no falla. Todos los meses nos encontramos con
un pasmado que llama a la policía para denunciar que le han robado
la droga que tenía para vender. La primera vez que nos encontramos
con un suceso así, pensamos que era un caso extraordinario de estulticia,
pero empezamos a sospechar que se trata de toda una especialidad.
La última vez ha ocurrido en Utah. Kory Tippetts, de 18 años,
llegó a su casa en febrero y descubrió que alguien había
roto una ventana, se había cortado con el cristal y había
entrado. Llamó a la policía y dijo que lo único que
faltaba era la Marihuana que solía vender en el vecindario. También
dijo que, cuando salía de su casa para ir al trabajo, un tipo le
había llamado para comprar hierba, pero él había
dicho que en ese momento no podía porque se iba a trabajar. Le
dio a la policía el nombre del frustrado cliente.
Con estos datos, la policía se presentó en casa del sospechoso,
de 23 años, y comprobó que tenía un corte en un brazo
y la ropa manchada de sangre. Encontró también la Marihuana
sustraída.
A continuación, la policía llamó a Tippetts y le
informó de que habían recuperado una bolsa de maría
que podía ser la suya, invitándole a pasarse por la comisaría
para identificarla. Así lo hizo nuestro pringado, que inmediatamente
pasó a acompañar a su cliente- ladrón en el calabozo.
La verdad, ante casos así, se nos agotan los comentarios.
El extracto
del banco les delata
Esther. No sabían quién se había llevado
la noche de Navidad dos sacos de la caja de seguridad de un hipermercado
de Gran Canaria (España) con 71.000 euros, pero finalmente los
movimientos económicos de dos de los empleados les delataron. Los
investigadores se limitaron a rastrear las transacciones bancarias de
los trabajadores y sus familiares y en febrero detuvieron a la supervisora
A.S.S., de 31 años, y al vigilante R.V.R., de 35, acusados del
robo. Los investigadores dicen que por entonces los trabajadores mantenían
una relación sentimental y que el hombre solicitó un mes
antes del golpe su traslado a otra tienda para que no le relacionaran
con el robo.
Cae una
banda por un tatuaje
Esther. Toda una banda de atracadores de supermercado ha caído
en febrero en Argentina por culpa de que uno tiene un tatuaje de fuego
en el antebrazo. La policía dice que robaron 50.000 pesos argentinos
en catorce establecimientos de la cadena Día, situados en zonas
poco transitadas de Buenos Aires.
Lo de los tatuajes es una cosa muy común entre los delincuentes,
pero absurda porque facilita la identificación.
Versión
inconsistente le lleva a la cárcel
Esther. Pensaron que su historia no encajaba y la presionaron
un poquito hasta que confesó. La policía de Orange (Florida,
EEUU) recibió la llamada de una mujer en febrero que avisaba que
habían entrado unos ladrones en su casa. Al llegar, se encontraron
la vivienda desordenada y el cadáver de Lawton Bradham, de 54 años,
atado y con un tiro en la parte posterior de la cabeza. Un familiar había
entrado en la vivienda con anterioridad y había liberado a la mujer
de Bradham, Bernadette, que estaba atada con precinto. La mujer dijo que
tres ladrones entraron pidiendo dinero y drogas y después le pegaron
un tiro a su marido.
Los investigadores pensaron que los hipotéticos ladrones no tenían
ninguna razón para matar al marido cuando, según Bernadette,
ambos colaboraron con los asaltantes y que, en cualquier caso, lo normal
habría sido que se deshicieran de los dos; así que, le apretaron
las tuercas a la esposa, hasta que confesó. La mujer dijo, finalmente,
que le pegó un tiro al marido, arrojó la pistola a un bosque
cercano, registró la casa, dejó la puerta trasera abierta
y se ató con precinto, hasta que apareció el familiar.
 
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