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bimensual de crítica de crímenes / número 12- noviembre 2005

Crítica
de crímenes
Más de ochenta
años de cárcel para la Envenenadora de Melilla
Esther.
Paqui es un recuerdo del pasado. Una de esas asesinas tradicionales que
envenena en solitario sin enredar a amantes ni a matones a sueldo en sus
crímenes. Una asesina en serie autosuficiente cuya historia es
similar a la de cualquier otra colega de siglos pasados, salvo por la
circunstancia de que conoció a su amante por internet. La Envenenadora
de Melilla era como casi todas su colegas un ama de casa, y madre abnegada,
que cuidaba de su aparentemente enfermiza familia al tiempo que los exterminaba.
Francisca Ballesteros, Paqui, ha sido condenada en septiembre a 84 años
de cárcel por envenenar a su marido y a dos de sus hijos y por
intentarlo con el tercero. La Audiencia Provincial de Málaga en
Melilla la declaró culpable de un delito de asesinato con alevosía
y ensañamiento, por la muerte de su hija Sandra, dos delitos de
asesinato con alevosía, por la muerte de su marido y su hija Florinda,
y un delito de asesinato en grado de tentativa, por su hijo Antonio.
La Envenendora de Melilla declaró que le estuvo dando Colme (un
medicamento indicado para dejar el alcohol compuesto de cianamida cálcica)
a su marido, Antonio González, hasta que falleció, porque
bebía y la maltrataba física y, sobre todo, psicológicamente.
También dijo que suministró la misma medicina a sus hijos
Antonio y Sandra para que no sufrieran por la desaparición de su
padre. En cuanto a la muerte de su hija Florinda, que falleció
en 1990 cuando tenía seis meses, no dio ninguna explicación.
Los investigadores sólo habían encontrado rastros del medicamento
en el cadáver de Sandra porque se elimina totalmente del organismo
a las 6 o 12 horas. También encontraron Colme en una botella de
agua que la niña tenía en la mesilla de noche de su habitación
cuando fue trasladada al hospital.
Ballesteros es una valenciana de 36 años que vivía en Melilla
con su marido y sus dos hijos.
En el verano de 2003 conoció a varios hombres a través de
internet, y en noviembre de ese mismo año su marido y sus hijos
ingresaron en el hospital por una intoxicación que la envenenadora
achacó a unas fumigaciones. Ese mismo mes viajó a Tenerife
para conocer a uno de los ciberamantes y dos meses después, en
enero de 2004, falleció su marido Antonio, un funcionario que por
entonces tenía 42 años y con el que llevaba 17 años
casada. Se atribuyó su muerte a un infarto de miocardio. Pero las
desgracias no dejaron de sucederse en la familia y el 4 de junio de 2004
falleció su hija Sandra, de 15 años, al poco de ingresar
en el hospital con síntomas de intoxicación y poco después
ingresaba también en el hospital con los mismos síntomas
su hermano Antonio, de 12 años, que fue el único que se
salvó.
Algunos familiares de Paqui deben estar de su parte porque asistieron
al juicio e incluso se enfrentaron con los parientes del marido, así
que tal vez no hay más muertes sospechosas en la familia y a lo
mejor Paqui no ha matado a ningún otro pariente sanguíneo.
La fogosa
y el ciberamante
El amante tinerfeño de la envenenadora, Cesáreo A.P., declaró
en el juicio que pensaba casarse con Paqui y que desconocía que
ésta estuviera casada y tuviera dos hijos. La mujer se hacía
llamar "fogosa" en el chat de internet en el que se conocieron
en agosto de 2003. Cuatro meses después Paqui viajó a la
isla para encontrarse con él. El apodo debía ser afortunado
y tras un primer encuentro en un hotel de Tenerife el hombre le pidió
que se casara con él, según su declaración. La envenenadora
accedió, pero le dijo que primero debería volver a Melilla
para vender una propiedad. La mujer le había contado a Cesáreo
que su marido y su hija habían fallecido en un accidente de tráfico.
El hombre sólo sospechó de la sinceridad de Fogosa cuando
durante una conversación telefónica pudo oir como alguien
la llamaba "mamá".
La
envenadora de Melilla confiesa tres asesinatos (Adegüello, julio
2004)
Envenenamientos
Se dice que el veneno es el arma de los cobardes porque no te manchas
de sangre, ni tienes que pelearte y ni siquiera es necesario revelarle
a la víctima que tú eres su verdugo. Se calcula que sólo
un cinco por ciento de los asesinatos se cometen con veneno, pero seguramente
es el responsable de muchos más crímenes que pasan por muerte
natural. La administración prolongada de pequeñas cantidades
de veneno suele hacer que la víctima enferme poco a poco y que
finalmente su médico certifique que ha fallecido por alguna enfermedad:
insuficiencia hepática, ataque al corazón, gastroenteritis
aguda,...
Los hay de muchos tipos: Los que reducen la capacidad de oxigenación
de la sangre (cianuro, monóxido de carbono,...), Los corrosivos
que perforan el estómago (gas mostaza, cloroformo,...), los que
causan lesiones en distintos órganos (arsénico, antimonio,
estricnina, mercurio,...) En realidad, hay un montón de sustancias
que administradas de manera incorrecta acaban causando la muerte: comidas
muy saladas y unas pastillas hipertensivas, disueltas en las tazas de
café, acabarán algún día con la vida de ese
molesto marido hipertenso.
Es un arma muy común entre los médicos. A finales del siglo
XIX, por ejemplo, el doctor Thomas Neill Cream daba píldoras (de
estricnina) "para el cutis" a las prostitutas londinenses. Lo
que le divertía era verlas retorcerse de dolor. Sufrían
horribles espasmos, se les ponía una mueca en la cara y se les
arqueaba la espalda hasta que fallecían por asfixia o fallo cardíaco.
De todas formas, el veneno es el arma por excelencia de las mujeres y
él de la mayoría de las asesinas en serie.
Mujeres
venenosas
Con esto de matar, como con muchas otras cosas, todo es empezar. Una vez
superado el tabú de quitarle la vida por primera vez a otro ser
humano, que resultaba molesto o incómodo, es difícil seguir
aguantando y no matar a otra gente que nos molesta. Por lo general, la
envenenadora empieza matando al marido o a sus propios padres (para heredar)
y si le sale bien la cosa y no la cogen, suele seguir matando a todo aquel
que se interponga a su bienestar e intereses.
Una de las asesinas españolas que alcanzó más notoriedad
en su tiempo fue otra valenciana, Pilar Prades Santamaría, La Envenenadora
de Valencia. Tenía una carrera muy prometedora, pero se cruzó
en su camino un médico que no quería ver morir a su esposa
y finalmente sólo consiguió matar a una mujer. Prades se
hizo famosa por sus gritos desesperados clamando por su inocencia y porque
fue la última mujer condenada al garrote vil en España (en
1959). Era una empleada de hogar, de 1,50 metro de estatura, que empezó
a trabajar en casa del doctor Manuel Berenguer. Al poco tiempo, la cocinera
empezó a padecer fuertes dolores de estómago de origen desconocido
e ingresó en un hospital, pasando la envenenadora a ocupar su lugar
en los fogones. Y poco después fue la esposa del médico
la que sufrió la misma dolencia y fue también ingresada
en el hospital. El doctor Berenguer empezó a sospechar de la nueva
empleada y descubrió que la dueña de la casa, en la que
ésta había trabajado con anterioridad, había fallecido
de una dolencia similar. Lo puso en conocimiento de la policía
y se descubrió que había sido envenenada con arsénico.
Cuando la detuvieron, Prades reconoció que le había dado
"Diluvión", un hormiguicida que contenía esta
sustancia, pero dijo que no pretendía matarla, que la quería
mucho y que sólo quería que se quedara descansando un par
de semanas en la cama porque trabajaba demasiado.
Mucho más prolíficas fueron Lydia Sherman, La Reina del
Veneno, y su colega británica Mary Ann Cotton. Sherman dedicó
su vida al asesinato de maridos y familiares. Se cree que liquidó
a 42 personas en Estados Unidos, aunque ella "sólo" confesó
11. El primero fue su marido Edward Struck, un ex policía en paro
al que envenenó con arsénico en 1864. Le siguieron sus seis
hijos y sucesivos maridos, con sus familiares incluidos. En 1872 la condenaron
a cadena perpetua.
La británica es otra envenenadora destacada con 21 asesinatos:
su madre, dos maridos, dos amantes, su mejor amiga, sus diez hijos y otras
cinco personas. También les daba arsénico y en los certificados
de defunción solía decir que la causa había sido
"fiebre gástrica". La detuvieron en 1872 en West Auckland
y fue condenada a la horca.
Las Fabricantes
de Ángeles de Nagyrev
El caso más fascinante de envenenamientos masivos es el de Nagyrev,
un pueblo situado al sudeste de Budapest que a principios del siglo XX
no tenía hospital, ni consultorio, ni médico y todas las
cuestiones sanitarias estaban en manos de la matrona, Julius Fazekas.
La hitoria es una especie de locura envenenadora a gran escala. Durante
la Primera Guerra Mundial los hombres de Nagyrev luchaban en el frente
y el pueblo estaba rodeado por campos de concentración de prisioneros
enemigos. La falta de varones locales hizo que las mujeres se dedicaran
al coleccionismo de amantes prisioneros. A partir de entonces, los soldados
(maridos y novios) que volvían heridos se encontraban con una fría
acogida y con sus mujeres haciendo cola en la puerta de la matrona que
dispensaba arsénico a tutiplén.
Las esposas empezaron con los divorcios rápidos, vía viudedad,
y acabaron matando a los que les resultaban molestos: padres, hijos, vecinos,
suegras,... El primo de la matrona era el encargado de firmar los certificados
de defunción, así que aunque sorprendían los índices
de mortalidad del pueblo todo parecía correcto. Entre el asesinato
de Peter Hegedus en 1914 y 1929, se cree que medio centenar de mujeres,
las Fabricantes de Ángeles, mataron a más de un centenar
de personas. Todo terminó con la detención de Ladislaus
Szabo después de que un hombre la denunciara por haberle envenenado
el vino. Szabo implicó a otra amiga que, a su vez, acusó
a la matrona. Vigilaron los movimientos de esta última y finalmente
detuvieron a 38 mujeres acusadas de un centenar de asesinatos. La matrona
se suicidó con arsénico cuando la iban a detener. De las
26 que fueron a juicio, 8 fueron condenadas a pena de muerte, 7 a cadena
perpetua y el resto a diferentes penas de cárcel.
Morir
por deudas de compradores compulsivos
Andrea. El matrimonio formado por Emmanuel y Patricia Cartier
ha sido condenado en octubre a 15 y 10 años de reclusión,
respectivamente, por el asesinato de su hija Alicia y el intento de asesinato
de sus otros cuatro hijos en Beauvais (Francia). El motivo del crimen
fueron las deudas, pues la pareja debía más de 300.000 Euros
en créditos de consumo e intereses, por su afición a pedir
préstamos para satisfacer sus caprichos. Los anuncios en TV y prensa,
que ofrecen prestar dinero con sólo llamar por teléfono,
atrajeron desde siempre la atención de los dos padres. Al terminar
el servicio militar, Emmanuel solicitó su primer crédito
para comprarse un equipo de música. Doce años más
tarde, los Cartier tenían seis cuentas bancarias, 21 créditos
y 15 tarjetas bancarias, y los 2.600 euros que ganaban en total, Alicia
como auxiliar de enfermería y su marido en una fábrica metalúrgica,
se hacían escasos para pagar los gastos normales y las cuotas de
los préstamos. Incluso pedían préstamos adicionales
para poder ir pagando sus deudas.
El dinero lo gastaban en la familia; la pareja decía adorar a sus
hijos y no escatimaban gastos en demostrarlo. Cada niño tenía
su propio televisor y juego de vídeo para que, según la
madre, " no hubiera celos entre ellos". Pero ante la acumulación
de cuotas impagas, el 18 de Agosto de 2002 Emmanuel Cartier no puede evitar
enfrentarse a la realidad, y se da cuenta de que no podrán seguir
con su modo de vida; su única posibilidad, para que no les embarguen
todos sus preciados bienes, es acogerse a un plan de sobreendeudamiento,
lo que le impediría poder pedir más préstamos por
el resto de su vida. Ante este panorama, la pareja decide que no merece
la pena vivir, pero para no dejar solos a sus hijos deciden que la única
solución es morir todos juntos.
El método escogido para el asesinato- suicido familiar fue la inyección
de insulina, sustancia potencialmente mortal, que Patricia consiguió
de la residencia donde trabaja. El sábado la familia cena hamburguesas,
su comida preferida, antes de inyectarse la insulina que sólo resultó
mortal para su hija Alicia. Como despedida, y para no perder la costumbre,
los Cartier habían pedido un último préstamo con
el que comprar ropa nueva; no podían dejar que sus hijos pasaran
al otro mundo con la ropa de todos los días.
Robo de
bebés ucranianos
Andrea. El informe de una misión de la Asamblea Parlamentaria
del Consejo de Europa (PACE) reconoce que en Ucrania existe una red de
robo de bebés para utilizar sus órganos. A finales de 2000,
en una maternidad de Jarkiv desaparecieron dos bebés y el personal
le dijo a sus padres que habían nacido muertos. Poco después
se encontraron fetos y cadáveres de recién nacidos, cuyos
órganos habían sido extraídos, en los cubos de la
basura del hospital. En esa misma maternidad se han confirmado cinco casos
de desaparición de recién nacidos, pero también hay
casos similares en Lviv y Kiev.
Según una ONG ucraniana, entre 2001 y 2003 pueden haber ocurrido
hasta 300 desapariciones de bebés. El informe de PACE afirma que
estos hechos deben ser obra de una banda criminal, pues parece poco probable
que lo hayan hecho personas aisladas.
Los órganos de los niños pueden haber sido utilizados para
transplante a otros niños y para extraer células madre del
cordón umbilical, que pueden utilizarse para regeneración
de órganos y tejidos.
Confirmando esta hipótesis, dos fiscales de la ciudad de Mariupol
iniciaron hace unas semanas un proceso contra los médicos de una
clínica privada por realizar transplantes ilegales a clientes adinerados.
Plan urbanístico
para asesinar a alcalde
Esther. La especulación con un derecho fundamental,
él de la vivienda, ha llegado ya a tal extremo en España
que hasta hay mafiosos que se dedican a la eliminación de alcaldes
por encargo para la recalificación urbanística de terrenos,
según la policía.
Seis personas han sido detenidas por conspiración para asesinar
a Salvador Miralles Albesa, alcalde de Torrelles de Foix (Barcelona),
y por tenencia ilícita de armas. La historia empezó el 6
de octubre con la desarticulación de una banda de narcotraficantes.
El jefe del grupo, Sebastián B.S., tenía cámaras
de seguridad en su vivienda porque no se fiaba de sus visitas, y en ellas
quedaron grabadas las conversaciones para asesinar al alcalde, según
los investigadores. Al parecer, fue Sergio A.G, de 35 años, quien
encargó el asesinato del alcalde a dos hombres, a cambio de 50.000
euros. Sergio es el hijo de Isidre A.T., de 59 años, propietario
de un terreno de 15.000 metros cuadrados que está calificado como
equipamientos deportivos en el actual plan urbanístico de Torrelles
de Foix. Según la policía, el propietario, que ha quedado
en libertad con cargos, confiaba en que con la muerte del alcalde sus
terrenos serían recalificados como urbanizables en el nuevo plan.
De momento, se desconoce si había tenido contactos con otros políticos
municipales para tener tan claro lo de su recalificación con la
muerte del primer edil.
Asesinos
en serie japoneses matan a su familia
Andrea. Futoshi Matsunaga, de 44 años, y su cómplice
y novia Junko Ogata, de 43, han sido condenados en septiembre a morir
ahorcados por el asesinato de cinco personas en Fukuoka (Japón).
Las víctimas, entre las que se incluían dos niños,
eran parientes de Ogata y compartían la vivienda con la feliz parejita,
que los retenía para sacarles dinero. Además, alguna de
las víctimas fueron obligadas a desmembrar los cuerpos de miembros
de su familia.
Como la policía no ha encontrado restos de los crímenes,
la única prueba son los testimonios de Ogata y de una joven de
21 años, la única que pudo escapar y que asegura haber sido
retenida contra su voluntad y torturada con electricidad.
Matsunaga lo niega todo. Dice que no tenía razón para matarlos
porque eran su fuente de ingresos, y que los asesinatos los debió
haber cometido Ogata por su cuenta.
Matsunaga y Ogata empezaron su relación en 1982 y tres años
más tarde la mujer se fue a vivir con él. El 1994 la pareja
se instala con la testigo y su padre, quien muere a causa de maltratos.
Dos años más tarde obligan a la familia de Ogata a vivir
con ellos. Sus padres, hermana, su cuñado y dos sobrinos fueron
asesinados entre diciembre de 1997 y junio de 1998, estrangulados o electrocutados.
Aunque los abogados de Ogata insistieron que ella colaboró con
su novio porque éste la dominaba, el juez también la condenó
a muerte.
Abogados
chantajistas
Andrea. Ted y Mary Roberts, un matrimonio de abogados ha sido
acusado en septiembre de chantajear a cuatro hombres con los que la mujer
había tenido relaciones sexuales en San Antonio (Texas, EEUU).
El marido enviaba a los ex amantes de su mujer una carta comunicándoles
que estaba en proceso de divorcio y que pensaba solicitar al juez una
orden para investigar posibles demandas contra ellos, debido a la cual
sus esposas y familiares se enterarían de la infidelidad. Al parecer,
la misma Mary Roberts escribió las cartas porque, según
su marido, le daba vergüenza pedírselo a una secretaria. Los
chantajeados llegaron a "acuerdos privados prejudiciales", por
los que la pareja se embolsó unos 123.000 dólares USA.
Los Roberts, que pueden recibir penas de hasta 29 años de cárcel
y una multa de 100.000 dólares USA, no pierden el tiempo y han
demandado al periódico Express-News por publicar las cartas y llevarlos
a la bancarrota. Por su parte, el periódico se defiende diciendo
que estas cartas no eran privadas ya que, en teoría, Ted Roberts
las iba a presentar en el juzgado. Irónicamente, fuentes judiciales
informan no estar seguras de que este tipo de chantaje infrinja el código
de ética de abogados.
Víctima
firma contrato de arras poco antes de morir
Esther. Ya no hace falta tener un montón de dinero para
que te asesinen o secuestren, en España con tener piso propio ya
basta. Los investigadores creen que el asesinato de la psicóloga
Ana Permanyer es un nuevo crimen inmobiliario orquestado por una vieja
conocida de la policía, Mari Carmen B.L., que supuestamente pretendía
ahorrarse un dinerito en la compra de un piso.
La psicóloga desapareció en setiembre de 2004, tras acudir
a una cita en Barcelona con su inquilina Mari Carmen B.L. para enseñarle
una plaza de garaje de su propiedad. Su cadáver apareció
diez días después en un descampado de Sitges (Barcelona),
con unas bolsas de plástico en la cabeza. La autopsia reveló
que había fallecido por asfixia, entre ocho y diez horas después
de su desaparición. La inquilina presentó entonces un contrato
de arras firmado por la fallecida el día de su desaparición,
por el que le vendía por 600.000 euros el piso en el que residía,
un garaje y un trastero, de los cuales 400.000 euros ya habían
sido entregados a la dueña, según su versión.
La policía detuvo en septiembre a Mari Carmen B.L., de 48 años,
y sus amigos Joan S.B., de 79, y Anabel T.P., de 42, acusados del asesinato
de la psicóloga. Dicen que la jefa del grupo es Mari Carmen, que
ya había sido detenida en 1998. Entonces permaneció nueve
meses en prisión por el asesinato de su segundo marido, Josep Campi,
un propietario de un cámping de Lleida que falleció tiroteado
por unos asesinos a sueldo. En aquella ocasión el juez la dejó
en libertad por falta de pruebas.
Madre hay una sola
Andrea. La policía de Buffalo (EE.UU.)ha confirmado
en septiembre que unos restos humanos encontrados en agosto pertenecen
a Madeline Irena, de 46 años, quien fue supuestamente asesinada
por su hijo de 15, Angel Rosa. El retoño había enterrado
a su madre en el jardín de casa, usando un saco de arroz que ella
misma compró, para mantener hundida la maleta que contenía
los restos del cuerpo. La policía, que encontró el recibo
de la compra en los pantalones de la mujer, cree que el menor contó
con la ayuda de un ex convicto llamado Edwin Gimenez, detenido en calidad
de cómplice. El hombre fue quien convenció a Angel para
que asesinara a su madre.
Una vez que se había desecho de la mujer, Gimenez violó
al hermano menor de Angel, de quien asegura ser el padre biológico.
La policía desconoce los detalles de esa demanda de paternidad,
pero cree el hombre planeaba llevarse a los dos hermanos a Nueva York.
Poco después del crimen, Angel le dijo a su hermana mayor, residente
en Puerto Rico, que su madre se había ido a un retiro espiritual,
pero a sus vecinos les dijo que había desaparecido.
El presunto
Asesino de la Costa declara su inocencia
Esther. "Soy inosente, soy inosente", grita casi
todos los días Tony King, el presunto Asesino de la Costa, a su
llegada a la Audiencia Provincial de Málaga, donde se le está
juzgando por el asesinato de Sonia Carabantes en agosto de 2003. Es un
acusado del tipo escandaloso. Negó haber matado a la joven y explicó
que inicialmente reconoció el crimen porque le torturó la
policía. Según su declaración, la jefa que financiaba
el grupo era "la puta" de Dolores Vázquez y su ex amigo
Robert Graham era un profesional. (Vázquez fue durante un tiempo
la principal sospechosa de la muerte de Rocio Wanninkhof, otra de las
supuestas víctimas de King. El abogado de la mujer ha anunciado
que va a presentar una querella por el insulto). Tony King añadió
que existe una conexión entre la muerte de Rocío Wanninkhof
en 1999, la desaparición de María Teresa en 2000 y la muerte
de Sonia en 2003. (El presunto asesino está acusado de la muerte
de Sonia y Rocío, y María Teresa Fernández es una
joven que desapareció en Granada). El juez que investiga desaparición
de María Teresa no dio credibilidad en su día a las declaraciones
de King sobre el caso.
En cuanto a la muerte de Sonia, el presunto Asesino de la Costa dijo que
esa noche había bebido mucho alcohol en la feria de Coín,
que además se tomó una pastilla para conciliar el sueño
y que veía doble cuando cogió el coche. Según su
versión, dio marcha atrás con el vehículo, oyó
un golpe y al bajar vio a Sonia Carabantes en el suelo sobre un charco
de sangre. Dijo que entonces le golpearon en la cabeza y que sólo
recuerda haber estado en el asiento trasero de su coche, junto a la joven
herida, y una zona rocosa donde escondieron el cadáver.
Testigos
y peritos
Tanto los forenses como la policía descartaron la posibilidad del
atropello, aducida por el acusado, porque la joven no tenía fracturas
en las piernas y porque el vehículo no tenía fibras ni señales
típicas de un atropello. Además, la autopsia reveló
que Sonia había sido golpeada brutalmente antes de fallecer estrangulada
(calculan que recibió más de 40 golpes). El hecho de que
el cadáver apareciera desnudo con el sujetador roto y la camiseta
enrollada al cuello indicaría que la adolescente fue víctima
de una agresión sexual, según los forenses, que no pudieron
corroborar esta hipótesis con la autopsia debido al estado de putrefacción
del cuerpo cuando fue encontrado.
Por otro lado, los psicólogos que se entrevistaron con el presunto
Asesino de la Costa dijeron que es un psicópata que conserva su
capacidad de comprender lo injusto del hecho y de actuar según
dicho entendimiento. Lo que le haría imputable.
En cuanto a los testigos, María Luisa Gallego, su pareja cuando
se produjo el crimen, declaró que King no estuvo con ella la noche
que mataron a Sonia y que llegó a casa malherido a primera hora
de la mañana diciendo que había sufrido un accidente de
tráfico.
También declaró la empleada de un lavadero de coches de
Mijas (Málaga) que dijo que en agosto de 2003 el acusado le dejó
un coche con unas marchas rojas en el asiento trasero que tardó
siete horas en limpiar. A pesar de la exhaustiva limpieza, la policía
dijo que identificó manchas de sangre en el asiento trasero.
La acusación
Según el ministerio Fiscal, Sonia volvía a casa sola de
la feria de Coín sobre las 5 horas de la madrugada del 14 de agosto
de 2003, cuando la atacó Tony King por motivos sexuales. Después
la trasladó a un lugar apartado en el maletero de su coche, la
estranguló con una camiseta y ocultó su cuerpo entre unas
rocas.
El fiscal pide 34 años de cárcel y 300.000 euros de indemnización
por asesinato, detención ilegal y agresión sexual, y la
acusación particular eleva en 10 años esta petición
y dobla la indemnización.
México
busca al "mataviejitas"
Andrea. Jorge Mario Tablas Silva ha sido condenado a 61 años
de cárcel por el asesinato de dos ancianas de Ciudad de México.
El hombre, de 54 años, se disfrazó de enfermera para conseguir
entrar en las viviendas de sus víctimas, María Eugenia Guzmán
Noguez y Luz Estela Viveros Padilla, de 70 y 76 años de edad. En
ambos casos el móvil del crimen fue el robo.
Pero los crímenes contra viejitas no terminan con la detención
de Tablas; en septiembre, en un plazo de 24 horas, se han encontrado otros
dos cadáveres de ancianas posiblemente asesinadas. La primera fue
descubierta en Viaducto Piedad sin signos de violencia y todavía
se admite la posibilidad de que fuera una muerte natural. La segunda mujer,
Guadalupe Oliveira, de 85 años de edad, fue localizada, tras avisar
sus vecinos a la policía, en su vivienda de la Unidad Habitacional
Tlatelolco con visibles lesiones. Por el desorden que imperaba en la vivienda
la policía cree que se trata de un robo.
Estas dos muertes se suman a los 36 asesinatos contra personas de la tercera
edad ocurridos desde 2003, de los cuales se han resuelto ya ocho, según
la PGJDF, Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal.
La prensa cree que los crímenes son obra de un asesino, el "mataviejitas"
y la PGJDF, junto al Instituto Nacional para Adultos Mayores, ha alertado
a la población frente a esta ola de violencia, y repartirá
500.000 folletos para que los mayores estén informados y no les
pille por sorpresa.
Con la información de vecinos de las víctimas se ha elaborado
un retrato robot de sospechosos: en algunos casos serían mujeres
entre 1.70 y 1.75 metros de estatura, tez morena clara o blanca y cuyas
edades oscilan entre 45 y 50 años de edad. Esas personas usan engaños,
como el disfraz de enfermera de Tablas, para inspirar confianza a las
mujeres y así poder entrar a sus domicilios. Las autoridades creen
estos delincuentes escogen a personas de la tercera edad como víctimas
porque creen que es más fácil quedar impunes.
Secuestrada
y casi asesinada por un topetazo
Juanma. Un pequeño accidente de tráfico estuvo
a punto de costarle la vida a una chica de 25 años, que fue secuestrada
por el conductor de una grúa que intentó asesinarla dos
veces.
De momento, no se conoce la versión del supuesto agresor, por lo
que el siguiente relato de los hechos se basa única y exclusivamente
en la denuncia de la joven. Ocurrió el 20 de octubre en Villafranca
del Penedés (Barcelona). El conductor de la grúa, Adolfo
J.H., de 28 años, se despistó y chocó con el coche
que conducía la chica. Cundo los dos salieron a hacer el parte
para el seguro, Adolfo dijo que se había dejado el seguro de la
grúa en el taller, y propuso a la chica que lo acompañara
para consultar los datos y completar el informe.
Al llegar al taller, Adolfo cambió la historia. La grúa
no tenía seguro. Propuso a la chica falsear los datos, dando los
de otro vehículo. Pero la chica se negó. La culpa no la
había tenido ella y ya estaba perdiendo demasiado tiempo. Eso fue
su perdición. Adolfo se puso nervioso y de pronto sacó una
pistola. Amordazó a la mujer y la ató a una silla. Así
la tuvo seis horas.
Al cabo de este tiempo, Adolfo la metió en su coche y fue con ella
a una gasolinera a comprar tabaco. Y por fin, tomó una decisión.
Había que matarla.
Primero intentó estrangularla, pero afortunadamente no tenía
mucha práctica en el asunto. La víctima perdió el
conocimiento y Adolfo la creyó muerta. Cundo iba a meterla en su
coche, la chica volvió en sí. Entonces, Adolfo cogió
la pistola y disparó.
En el último instante, algo le hizo desviar el tiro. Adolfo, dándose
cuenta de lo que estaba haciendo, se arrepintió y cambió
de actitud. Desolado, pidió perdón a su víctima,
le entregó la pistola y le dijo que, si quería, lo matase.
La joven, en un alarde de entereza, le dijo que necesitaba atención
médica por el intento de estrangulamiento y, de paso, que no vendría
mal que a Adolfo lo viese también un médico.
Convencido y hecho polvo, Adolfo llevó a la joven al hospital de
Villafranca y la dejó en la puerta. Él se marchó.
La chica fue atendida por las lesiones en el cuello y el choque nervioso
que, lógicamente, padecía.
Adolfo fue detenido seis días después y ha ingresado en
prisión. Según parece, no tiene antecedentes, ni policiales
ni por problemas psicológicos. Y sin embargo, aquí tenemos
a un gruista que tiene una pistola (les aseguramos que en España
no es corriente) y que no vacila en secuestrar y hasta matar por un percance
de mínima importancia. Afortunadamente, no ha dado aún el
salto a profesional. Pero cualquiera le lleva la contraria en una cuestión
importante.
Fantasmas
y comida japonesa
Andrea. Christopher y Yoko Chung, propietarios del Amura Japanese
Restaurant de Orlando (EE.UU.) se niegan a instalarse en un edificio de
Church Street Station porque dicen que el lugar está embrujado.
La cuestión es que habían firmado un contrato de alquiler
para instalar allí su negocio. Al enterarse los propietarios del
problema, les ofrecieron llevar a un exorcista para que "purificara"
el lugar, pero los Chung se negaron, por lo que se presentó una
demanda en septiembre por incumplimiento de contrato por 2,6 millones
de dólares USA.
Los Chung alegan que hay varios testimonios de contratistas y subcontratistas,
que trabajaron en el lugar, reconociendo la existencia de las apariciones.
Aparentemente, el local había sido antes un burdel y los gritos
que se oyen corresponderían a los hijos de prostitutas. También
se habría visto el reflejo de un hombre delgado tocando el piano.
Para empeorar las cosas, Cristopher Chung es testigo de Jehová
y dice creer en los espíritus y seres del más allá.
Sin embargo, los dueños del edificio, que se declaran respetuosos
de las creencias de los demás, alegan que, con o sin fantasmas,
un contrato debe cumplirse por lo que, además de la demanda por
daños y perjuicios, sus abogados han pedido al juez que determine
si realmente hay fantasmas en su edificio y que, en caso de haberlos,
investigue si estos interferirían con el funcionamiento normal
del restaurante. No sea que a los fantasmas les guste el sushi y no quieran
compartirlo con los comensales.
Embalsamador
y dentista acusados de vender muertos
Esther. Nuevo escándalo en Estados Unidos con la
venta de trozos de cadáveres. Por allí está prohibida
la comercialización de cuerpos humanos, pero cada vez son más
frecuentes los implantes de muerto, así que de algún lado
tendrán que sacarlos.
El fiscal de Brooklyn ha dicho en octubre que, de momento, los principales
sospechosos son Joseph Niceli, de 49 años, y Michael Mastromarino,
de 42. El primero es un famoso embalsamador y el segundo, un dentista
de Manhattan al que le quitaron la licencia en 2000 por la denuncia de
un paciente. (Era adicto a la cocaína y los narcóticos y
apareció tirado en el baño de su consulta con una aguja
hipodérmica clavada, mientras estaba atendiendo a una paciente
a la que tenía anestesiada). Se cree que ambos robaban huesos,
piel y grasa de los cadáveres que caían en sus manos (los
huesos eran utilizados para implantes dentales y reconstrucciones y la
piel y la grasa, para operaciones estéticas y quemados). También
se sospecha que falsificaban autorizaciones de los familiares y que, en
algunos casos, llegaron a falsificar también las causas de defunción
para poder vender trozos de un muerto que había padecido una enfermedad
inapropiada para un transplante. Se cree que podían sacar más
de 7.000 dólares USA por muerto.
El mercado de cadáveres se revitaliza (Adegüello, mayo 2004)
ade04mayo3.htm
Enfermeros acusados de matar por dinero de funeraria (Adegüello,
noviembre 2004) ade04nov8.htm
Asesinos
y morosos
Andrea. La policía de Marsella (Francia) se llevó
una desagradable sorpresa cuando acudieron en octubre a desalojar a los
inquilinos morosos de una vivienda. El piso estaba vacío pero en
el balcón encontraron una bolsa de deporte, en cuyo interior estaba
el cadáver en estado de descomposición de un bebé.
Al día siguiente, otro macabro hallazgo, los cuerpos de dos niños
en el maletero de un coche, aparcado a las afueras de la estación
de trenes de dicha ciudad. Los sospechosos eran los inquilinos morosos
y propietarios del coche: Jean-Paul Steinjs, de 36 años y Marie-Hélène,
de 26, padres del bebé; los otros dos niños eran fruto de
una relación anterior de la mujer. El hombre era un timador que
se dedicaba a estafar a la seguridad social y empresas de seguros, aunque
también conseguía ingresos extras pidiendo préstamos
a sus familiares.
La pareja fue localizada gracias a la llamada del administrador del hotel
Ibis en Salon-de-Provence, lugar escogido por la pareja al huir de Marsella.
El hombre sospechaba de ellos, pues ya llevaban 15 días sin salir
del hotel, comiendo del menú, y todavía no habían
pagado un euro, por lo que decidió llamar a las autoridades para
saber si eran unos estafadores.
Al ser detenido, Steinjs dijo que los niños habían muerto
por una intoxicación al comer alimentos en mal estado, pero después
confesó que los había envenenado a todos. Los motivos que
le llevaron a acabar con la vida de los menores no están muy claros,
pero el descubrimiento por parte de Marie-Hélène de que
su marido no era el empresario de éxito que decía ser es
una de las hipótesis consideradas.
Policía relaciona a depredador sexual con seis desapariciones
Esther. Policías de Gran Bretaña y de la República
de Irlanda sospechan que Robert Lesarian Howard está detrás
de la desaparición de seis mujeres entre 1981 y 2001 y han retomado
las investigaciones.
En octubre, Howard, de 61 años, ha sido declarado inocente en Belfast
(Irlanda del Norte) de convencer a la hija de una ex pareja para que mintiera
en el juicio en el que le acusaban de la desaparición de Arlene
Arkinson en 1994. Lo último que se sabe de Arlene, una niña
de 15 años, es que Howard, que es un delincuente sexual habitual,
se ofreció a llevarla en coche a su casa a la salida de una discoteca
de Donegal (Irlanda del Norte). Un juzgado de Belfast le declaró
inocente por falta de pruebas en junio, pero se sospechaba que había
convencido a la hija de su ex pareja para que mintiera en el juicio. Por
su parte, la familia de la desaparecida cree se debería haber informado
al jurado de las condenas previas del delincuente.
En la actualidad, Robert Howard cumple condena en Gran Bretaña
desde 2003 por estrangular a Hannah Williams, una niña de 14 años
que desapareció en Londres en 2001 y cuyo cadáver fue encontrado
en una fábrica de cemento de Kent. Pero la biografía criminal
del británico es mucho más larga y se remonta a 1957. Con
13 años le llegó su primera condena por robo. En 1965 le
condenaron nuevamente por intentar abusar sexualmente de una niña
de 6 años en Londres haciéndose pasar por médico.
En 1969, le volvieron a condenar por el intento de violación y
estrangulamiento de una mujer en Durham. Tras quedar en libertad se fue
a la República de Irlanda, y en 1974 le condenaron a 10 años
de cárcel por violar a una mujer de 58 años en Cork. Siete
años después salió de la cárcel y su historial
delictivo aparece en blanco entre 1981 y 2001, años en los que
estuvo viviendo entre Gran Bretaña y la República de Irlanda.
 
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