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Dios aprieta,
otros son los que ahogan
A pesar de explicarnos por activa y por pasiva que nuestras facturas no
cubren los costos que genera producir la electricidad que, según
algunos, consumimos tan alegremente, no consigo explicarme como es posible
que año tras año las compañías eléctricas
aumenten significativamente los beneficios, haciéndolas deseables
a ojos golosos que intentan hacerse con el poder de estas para regalarnos
una luz que dicen no pagamos a su valor real.
Sin embargo, lo que pagamos sirve para ofrecer sustanciosos dividendos,
para obtener pingües beneficios y para pagar comisiones escandalosas
a muchos de sus directivos, difícil de compaginar con lo que ellos
llaman tarifa deficitaria.
Llevan tanto tiempo quejándose que al final han encontrado quien
se compadezca de sus lamentos y nuestro gobierno, paladín de los
desamparados ha aceptado una subida del 11 por ciento en la tarifa de
la luz. Subida que implica que seguiremos recibiendo lo mismo, es decir,
muchas veces un servicio más bien deficiente, pero pagaremos más.
Es posible que esta subida les parezca insignificante a aquellos que la
han decidido, ciertamente sus salarios les permitirán llegar a
final de mes con tranquilidad, pero para muchos españoles esta
subida se unirá al incremento del precio de la leche, al de los
huevos, y a muchos productos básicos que ya están haciendo
muy difícil la tarea de llegar a final de mes.
Y es que a pesar de no estar en crisis sino en una desaceleración
más o menos profunda, dependiendo del día y de la persona
encargada de explicarnos el fuerte aumento del desempleo, la caída
de las ventas en el sector inmobiliario, el ascenso a los cielos del precio
del petróleo y demás subidas en productos que van a dejar
de ser considerados básicos para ser considerados lujos asiáticos,
alguien ha tenido la genial ocurrencia de sumar a todo lo anterior una
subida en las tarifas eléctricas.
Intento explicarme, visto lo anterior, como pasarán el invierno
muchas familias que sobreviven con el raquítico salario mínimo
interprofesional, muchas viudas
encender un mísero brasero
puede suponer una merma considerable en la renta mensual, claro que también
pueden plantearse pasar frío y comer todos los días, vistos
los precios de ambas cosas no creo que sus sueldos den para muchas particiones.
Vamos, que el que no se consuela es porque no quiere, y es que ya lo dice
el refrán: "Dios aprieta pero no ahoga", eso lo deja
para los que gestionan las desaceleraciones más o menos profundas
.
Rosa.
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