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"Abuelo,
que voy en serio"
Juanma. Daniel Ray Brown, de 22 años, necesitaba dinero
y en enero decidió emprender una carrera de peligroso atracador
enmascarado. En su pueblo de Alabama (Estados Unidos), Hartselle, no debía
de haber mucho adinerado, pero Daniel Ray conocía uno: un abuelete
que vivía cerca de su casa debía de tener por lo menos 300
dólares. Ahora bien, era posible que el abuelo le reconociera,
porque se trataba de su propio abuelo, y no es que viviera cerca: vivía
en la puerta de al lado. Era preciso que el disfraz fuera perfecto.
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Se
disfrazó con un gorro de esquiador
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Así
pues, Daniel Ray se puso un gorro de esquiador que sólo le dejaba
al descubierto los ojos, se armó con la palanca de un gato y recorrió
con paso decidido los tres metros y medio que separaban su casa del objetivo.
El plan también era perfecto: antes de que las víctimas
tuvieran ocasión de reaccionar, él ya habría desaparecido
en la seguridad de su hogar. Qué tío, Daniel Ray.
El abuelo Brown, de 72 años, estaba en la cama. Con él vivía
una mujer llamada Bernice. Daniel Ray, muy en su papel de criminal misterioso,
entró por la puerta de la cocina y dijo: "Siéntate,
Bernice", dirigiéndose a continuación a la habitación
del abuelo. Con la seguridad del anonimato proporcionado por la máscara,
pronunció sus históricas palabras: "Esto es un atraco.
Necesito tu dinero y lo digo en serio, abuelo".
Rápido como el rayo, se apoderó de los pantalones que el
abuelo había dejado en una silla. Allí estaba la cartera
con los 300 dólares. Lástima que el abuelo, igualmente rápido,
se le echara encima. Tuvo que arrearle con la palanca.
El abuelo Brown llamó a la policía, pero el plan había
funcionado. El misterioso ladrón había desaparecido en un
instante. Pero no se puede decir que sin dejar rastro. En los tres metros
y medio que separan ambas casas habían quedado los pantalones,
la cartera, un billete de cinco dólares y la palanca.
Daniel Ray se mantiene en negativa. Todavía está convencido
de que su plan no puede fallar.
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