Falsifica un cheque de Dios
Traficante artesanal no confía en la tecnología
Drogadictos enganchados a los móviles
Pillados por los GPS
Se presenta en el juicio con una planta de Marihuana


Falsifica un cheque de Dios

Estaba a nombre del Rey Salvador
Esther. El cheque estaba firmado por Dios, pero no se lo dejaron cobrar. Tal vez le pareció que era buena idea porque todo el mundo ha oído hablar de Dios pero nadie le ha visto ni a él ni su firma y porque, además, debe ser millonario, ya que tiene inmuebles en todo el planeta y a gente recaudando dinero en su nombre. Pero no coló. En febrero, Kevin Russel, de 21 años, intentó cobrar un cheque de 50.000 dólares USA en el Chase Bank de Hobart (Indiana, EE.UU.) firmado por Dios y a nombre de "El Rey Salvador, Rey de Reyes, Señor de Señores, Servidor". Los cajeros avisaron a la policía, que le detuvo cuando seguía en el banco insistiendo en que le dieran el efectivo.




Traficante artesanal no confía en la tecnología

Juanma. Jonathan Zaletel, de 19 años, es un joven emprendedor que intenta progresar en el mercado de la metanfetamina. Pero sus tendencias artesanales le llevan a desconfiar de la moderna tecnología de seguridad.
Incendia la casa por hornear la droga
Jonathan estaba en marzo en su piso de Arizona (Estados Unidos), secando metanfetamina en un horno-tostadora, cuando una chispa incendió el armario de su cuarto. Intentó apagar el fuego con agua y limpiacristales, pero, al no conseguirlo, decidió optar por el equipo profesional. Así que salió a comprar un extintor en el Wal-Mart más cercano.
No debió precipitarse tanto. Mientras él compraba el extintor, el sistema de aspersores de seguridad del piso apagó el incendio. De paso, dio la alarma a los bomberos. Todos estaban esperando cuando Jonathan volvió a casa. La mandanga estaba a plena vista junto al foco del desastre.
Según un sargento de la estupa local, los traficantes suelen secar la metanfetamina para que no esté pastosa, se pulverice fácilmente y se pueda esnifar. Pero hay métodos y métodos. La droga contiene éter y otras sustancias volátiles e inflamables, y no se recomienda el uso de tostadoras.





Drogadictos enganchados a los móviles


Esther. Manuel G.R. contactaba con drogadictos en un barrio marginal de Sevilla (España) y les convencía para que contratasen una línea de telefonía móvil de alto consumo, según la policía. Por contratar este tipo de líneas les regalaban un teléfono móvil de alta gama, que era vendido supuestamente por Manuel en el mercado negro. El comprador tenía con el móvil llamadas ilimitadas hasta que le cortaban la línea por falta de pago y a partir de entonces ya sólo podía seguir usando el aparato.
Revendían los móviles y no pagaban
La cosa podía haber pasado como unos drogadictos independientes que deciden sacarse un dinero, pero todos los detenidos facilitaron el mismo domicilio y el mismo teléfono de contacto y formalizaron los contratos en los mismos establecimientos, con lo que se pudo establecer la existencia de una trama organizada.
En enero, la policía detuvo en Sevilla (España) a trece personas por estafar más de 30.000 euros a empresas de telefonía móvil. Los detenidos son doce drogadictos y el supuesto cerebro de la trama, Manuel G.R. , de 35 años.





Pillados por los GPS

Andrea.
Para ser ladrones de éxito a veces es necesario estar al tanto de las novedades de la tecnología, asignatura claramente pendiente para los tres listillos que en enero robaron catorce dispositivos de posicionamiento global (GPS) en el párking del ayuntamiento de Babylon (Estados Unidos), creyendo que eran teléfonos móviles. Al percatarse del robo, los funcionarios del ayuntamiento encendieron el sistema de localizador de GPS, y éste indicó que uno de los aparatos robados estaba encendido dentro de una casa. Allí se presentó la policía que sorprendió a Kurt Husfeldt con uno de los GPS en las manos, y ha sido arrestado acusado de posesión de artículos robados; mientras que su hijo de 13 años y su amigo de 20 se enfrentan a cargos por robo de gran cuantía.




Se presenta en el juicio con una planta de Marihuana

Esther. Le juzgaban por fumarse un porro en un centro comercial y se fue al juicio con una planta de Marihuana de 50 centímetros de altura. Peter Hill, de 39 años, residente en Nimbim, un pueblo precioso de New South Wales (Australia), que está lleno de drogadictos y de comerciantes de drogas agresivos que persiguen al turista por todo el pueblo: ¡Marihuana, éxtasis, heroína!, ofrecen por todas partes.
Hill se declaró inocente, pero le pusieron una multa de 600 dólares australianos (unas 60.000 pesetas) por el porro y le han vuelto a detener por llevar la planta
.



 

 


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