El cosquillero nudista y el amenazador quita bragas
La atracadora de la taza de lejía
La banda del perfume
Cambio coche por un poco de crack




El cosquillero nudista y el amenazador quita bragas

Andrea/Esther. El estado de Florida (EE.UU.) se está poniendo a la cabeza en el terreno de la innovación criminal. Desde hace cuatro años una extraña clase de acosador sexual tiene asustadas a las habitantes de mayor edad de New Smyrna Beach. Un hombre desnudo con coleta, según descripción de las víctimas, entra por las noches a casa de mujeres mayores para hacerles cosquillas en los pies. Una vez dentro de la vivienda, el intruso se esconde a los pies de la cama para levantar las mantas y hacer cosquillas (con una pluma o los dedos) hasta que se despierta su
Koger debe tener una colección de bragas
víctima y entonces sale corriendo. Aunque parezca gracioso, las autoridades policiales, puede que preocupadas por las consecuencias que semejante susto puede tener en personas de tan avanzada edad, han pedido la colaboración de la comunidad para obtener pistas sobre la identidad del acosador de las cosquillas, cuyo último ataque se registró en julio.
Por otro lado, la policía de Florida detuvo también en julio a Nicholas Koger, de 27 años, por dejar notas amenazantes en coches, en las que solicitaba a las conductoras que se quitaran las bragas y las dejaran en el suelo. Al parecer, el hombre se escondía en un aparcamiento y dejaba las mensajes en los vehículos conducidos por mujeres. Si no cumplían sus órdenes amenazaba con perseguirlas para violarlas. Se cree que actuó por primera vez en 2000 y desde entonces se han registrado seis denuncias similares.





La atracadora de la taza de lejía

Esther. El 27 de agosto una mujer vestida de camuflaje perpetró el tercer atraco a punta de taza de lejía que se registró en San Antonio (Texas, EEUU) en el mismo mes. Esta vez se trataba de una tienda de animales, la atracadora entró con una taza en la mano y diciendo que quería comprar un gato. Entonces, afirmó que tenía una pistola y lanzó la lejía sobre los empleados. A continuación, les encerró en unas jaulas, cogió el dinero de la caja registradora y dos cachorros y se fue, riéndose a carcajadas. Esta original delincuente cuenta, además, con un compinche porque, al parecer, le esperaba alguien en un coche aparcado a la puerta de la tienda.
En su primera actuación la atracadora esgrimió, además, un cuchillo de carnicero. Fue en otra tienda, de la que se llevó la recaudación.





La banda del perfume

Se desmayaban con el olor

Andrea. Hay gente que no gusta de utilizar la violencia para lograr sus fines y puede que esta banda de atracadores tenga también principios éticos. Su arma es el perfume y, aunque pueda parecer un arma mucho menos eficaz que una pistola o navaja, han conseguido despojar de sus pertenencias a un número no determinado de víctimas en Colombia. El sistema no puede ser más fácil: los atracadores (un hombre o una mujer bien vestidos para no despertar sospechas) se acercan a personas solas, en los servicios de centros comerciales o cines, con la excusa de ofrecerles un perfume que están vendiendo o promocionando. La persona se acerca para oler el aroma y cae redonda al suelo, pues el supuesto perfume es realmente una sustancia parecida al éter que hace perder el conocimiento, circunstancia aprovechada para quitarle la billetera, bolsos, joyas, teléfonos, chaquetas de cuero y hasta los zapatos que lleven las víctimas. La policía ha alertado a la ciudadanía en julio para que no acepte cosas ofrecidas por extraños en lugares solitarios.




Cambio coche por un poco de crack

Esther.
Entre los drogadictos de Mount Clemens (Michigan, EEUU) se ha puesto de moda la denuncia falsa de robo de coches. Entregan su vehículo a los camellos a cambio de crack y después denuncian su desaparición y solicitan una indemnización a la compañía aseguradora. Seguramente el sistema le funcionó a alguien en algún momento y ahora todos le copian. En agosto la policía detuvo a cinco personas, de 19 a 40 años, por denuncia falsa. Les pueden caer hasta cuatro años de cárcel. La policía de Mount Clemens dice que se ha convertido en un problema epidémico.



 


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