Esther.
La policía norteamericana busca a Sergey Birkin, un ucraniano al
que consideran como el rey de la mafia rusa de las estafas a aseguradoras
de Nueva York. Según los agentes, Birkin nunca quiso ganar dinero
legalmente en Estados Unidos. Cuando llegó a Brooklyn empezó
vendiendo carnets de conducir falsos y, posteriormente se especializó
en hacerse pasar por pasajero herido en distintos accidentes de tráfico.
Después se cree que se dedicó a organizar el mismo los accidentes.
Compraba coches, los aseguraba en las compañías que más
indemnizaban y contrataba a los pasajeros, la mayoría cocainómanos
a los que pagaba 200 dólares USA. También había clínicas
y despachos de abogados, dirigidos por rusos, complicados en el negocio.
Dicen que conseguía hasta 250.000 dólares USA por vehículo
siniestrado, en el que solía meter a cinco pasajeros para maximizar
los beneficios.
Le descubrieron en 2001 después de que el FBI se infiltrara en su
organización. Birkin preparó supuestamente un accidente en
Manhattan en el que los participantes resultaron ser dos colaboradores de
los federales. Los agentes consiguieron, además, una grabación
en la que el ucraniano explicaba a las futuras víctimas la importancia
de sangrar para que la policía se creyera el accidente. En 2001 le
acusaron de conspiración para cometer fraude y desapareció
tras pagar la fianza.
Fraudes
a compañías de seguros
El accidente de tráfico preparado es uno de los fraudes a aseguradoras
más comunes en Estados Unidos. Esta modalidad alcanzó su
mayor apogeo en la década de los años noventa, y la ciudad
de Nueva York se convirtió en el epicentro con cientos de accidentes
sospechosos al día. En algunos estados tuvieron que crear unidades
especiales para investigar estos casos. Se trata, por lo general, de un
negocio a gran escala en el que están implicados médicos,
fisioterapeutas, dentistas, empresas de ambulancias, laboratorios, empleados
de aseguradoras y propietarios de clínicas. En una sola trama han
llegado a estar acusadas 600 personas. Los que se suelen llevar la mejor
parte son los sanitarios (la mayoría de origen ruso) que cobran
por tratamientos que nunca han realizado. En el extremo opuesto están
las víctimas, reales o supuestas, que suelen cobrar menos de 500
dólares USA por su participación. Se cree que un millar
de clínicas de Nueva York, dirigidas por médicos rusos,
han participado en los fraudes y un sólo despacho de abogados de
Brooklyn, de propiedad rusa, ha llegado a representar a más de
tres mil accidentados.
Por lo general, hay tres tipos de fraudes: los accidentes que no se han
producido, los preparados de mutuo acuerdo y los accidentes en los que
se ve involucrado un vehículo que no tiene nada que ver con el
fraude (los delincuentes frenan súbitamente en una autopista para
que les golpee el vehículo que viene detrás, por ejemplo).
A veces los coches implicados en los accidentes están asegurados
con diversas compañías por lo que cobran varias indemnizaciones
por un mismo accidente.
La
compra del superchollo y el vendedor que se esfuma
Habían
ganado un jamón
Esther.
Al parecer, E.T.S., un malagueño de 66 años, se inventó
una estafa un tanto cutre y truculenta, pero que le funcionaba. El hombre
se hacía pasar por transportista y se presentaba en la casa o el
trabajo de la víctima diciendo que le había tocado un jamón
(o algo parecido), pero que no se lo podía llevar porque las calles
eran muy estrechas y no podía circular con su camión (!).
La víctima le acompañaba entonces a un centro comercial y,
por el camino, el presunto estafador le convencía para comprarle
una televisión de plasma o un ordenador a bajo precio porque era
el sobrante de un porte (!), según él. Les pedía el
dinero por adelantado para poder sacar el artículo del centro comercial
y cuando llegaban al aparcamiento del local, salía por la puerta
de personal y no volvía a aparecer. En una ocasión llegó
a amenazar con una pistola a una víctima que se negaba a entregarle
el dinero sin ver la mercancía, según la policía. En
octubre le detuvieron en Granada, donde se cree ha realizado al menos quince
estafas con este procedimiento. El presunto estafador estaba además
reclamado en siete juzgados de distintas ciudades españolas por hechos
similares.
Trabajo
en Cruceros
Pagaban
para trabajar en un crucero
Andrea.
Alejandro Hernández Wilson, también conocido como Alejandro
Wilson Martínez, ha sido denunciado en septiembre por fraude contra
170 personas, a las que estafó supuestamente 200.000 dólares
USA en Nicaragua. Puede que inspirado por los frecuentes anuncios ofreciendo
empleo en cruceros, que aparecen en la prensa de todo el mundo, Wilson puso
un anuncio ofreciendo trabajo en la empresa de cruceros Cruises Line Corporation.
Las personas interesadas en ser incluidas en la base de datos de potenciales
trabajadores para esa compañía tenían que pagar una
pequeña comisión, que no debía de ser muy pequeña
porque varias de las personas estafadas se vieron obligadas a hipotecar
sus viviendas. Una vez pagada la comisión, el hombre simulaba enviar
los datos por correo a Cruises Line Corporation. El estafador, quien se
cree contaba con la colaboración de tres mujeres, huyó del
país antes de que llegara al puerto de Bluefields el crucero del
grupo Cruises Line Corporation. Un representante de esta empresa viajará
a Nicaragua para declarar que no tienen ningún representante en ese
país.
Agente
de seguros vende pólizas a incapaces
Esther.
En España han detenido en octubre a 19 personas acusadas de defraudar
más de cinco millones de euros a aseguradoras y a la Seguridad
Social. Se cree que el cerebro del fraude es Roberto T.C., de 52 años,
propietario de una asesoría laboral en Moncada i Reixach, que habría
contado con la colaboración de diversos familiares. Según
los investigadores, algunos clientes de Roberto contrataban varios seguros
de vida poco antes de presentar la solicitud de invalidez en la Seguridad
Social y cuando finalmente lograban la declaración de incapacidad
absoluta reclamaban las primas de las aseguradoras.
Además, el detenido creó una red de un centenar de sociedades
interpuestas para contratar a trabajadores de empresas del ramo de la construcción
(que eran sus clientes) y no pagaba las cuotas a la Seguridad Social, según
la policía. Se les acusa de estafa, falsedad documental y fraude
a la Seguridad Social.