Enfermo terminal atraca bancos para dejar herencia

Enrico A., honrado tendero y padre de familia de Savona (norte de Italia), emprendió a los 53 años una exitosa carrera e atracador al enterarse de que padecía un cáncer incurable. Lo hizo para que su familia recibiera una herencia digna cuando él falleciera.

Enrico robó trece bancos en Turín
Juanma. Enrico, un hombre agradable y culto, según la policía, carecía de formación criminal, pero eso no le impidió atracar trece bancos a cara descubierta, asegurando que llevaba explosivos en una bolsa o pegados al cuerpo. No era verdad, pero así, limpiamente y sin un solo tiro, llegó a acumular un botín de 115.000 euros, con los que pensaba aliviar la grave situación en que quedarían sus herederos. Todo un ejemplo para tantos chorizos indocumentados que andan por ahí, matando a cualquiera por cuatro cuartos y sin principios familiares que los guíen, salvo el consabido "amor de madre" que les garantiza el bocadillo en el trullo. Langosta y caviar debería llevarle su familia a Enrico, al hospital donde la Justicia le ha recluido en espera de juicio, al que no sabe si llegará vivo.
Todo empezó en julio de 2003, cuando a Enrico le diagnosticaron un cáncer de pulmón inoperable. Al llegar a su casa, Enrico, un hombre metódico, se conectó a Internet, buscó información sobre su tipo de cáncer y llegó a la conclusión de que le quedaba poco tiempo de vida. Su negocio (una tienda de ropa al por mayor) no marchaba bien, y Enrico temió que su mujer y sus tres hijos quedaran en la pobreza al fallecer él. Ni corto ni perezoso, ese mismo mes empezó su fulgurante carrera de atracador. Tuvo que interrumpirla en octubre, por culpa de la quimioterapia, pero tras un parón de seis meses volvió al tajo. En total fueron TRECE bancos, uno de ellos TRES VECES. Era tan discreto y amable que algunas veces no se enteraban del atraco ni los clientes del banco ni los compañeros del cajero abordado.
Tampoco su familia sabía nada de la doble vida de Enrico. Para atracar se desplazaba a Turín, hospedándose siempre en la misma pensión de tres estrellas. Después regresaba a Savona. En la pensión le tomaban por un viajante de comercio.
Esta fantástica historia de reciclamiento profesional y paternidad responsable terminó el pasado mes de febrero, de la manera más simple. Como los atracos los cometía a cara descubierta, su imagen quedaba grabada en las cámaras de seguridad de los bancos. Y un día, estando en Turín, un policía reconoció su cara por la calle, la cara que había visto cientos de veces en comisaría, sin tener ni idea de quién podría ser aquel profesional tan competente. Lo siguió a la pensión y le preguntó si quería acompañarle a comisaría. Tan educado como siempre, Enrico respondió "Sí, iré, porque me habéis encontrado".
Enrico lo ha confesado todo y el juez ha ordenado su ingreso en un hospital. Su estado se ha agravado. Del dinero robado aún no se sabe nada.



 


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