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Condenan a habitantes de Pitcairn con leyes británicas
Esther.
Cuatro de los acusados por delitos sexuales en la isla de Pitcairn han sido
condenados a penas de cárcel de 2 a 6 años, otros dos acusados
deberán prestar servicios a la comunidad y el séptimo acusado
ha sido declarado inocente. Los condenados han apelado la sentencia. Tres
jueces de Nueva Zelanda se desplazaron a la isla para juzgar a los siete
hombres (el 27 por ciento de la población) que estaban acusados de
96 delitos sexuales perpetrados hace décadas.
El circo montado por los británicos en Pitcairn comenzó en
1999 con la llegada a la isla de una agente de policía británica.
La mujer hizo un informe sobre el comportamiento sexual de los isleños,
por el que se inició una investigación sobre abusos y violaciones.
Finalmente, ocho mujeres, que en la actualidad residen en Nueva Zelanda,
acusaron a los condenados de abusos sexuales y violaciones. Entonces, el
gobierno británico decidió celebrar un juicio en la isla con
tres jueces y un fiscal de Nueva Zelanda. Los preparativos del juicio incluyeron
la construcción de una cárcel de seis celdas en la isla y
el traslado de jueces, fiscales, abogados, policías y periodistas.
(Los propios condenados tuvieron que ayudar a construir la cárcel
y se encargaron del traslado de los magistrados a la isla).
El juicio comenzó el 30 de septiembre y se desarrolló durante
tres semanas en las dependencias del ayuntamiento. Las ocho mujeres se ratificaron
en sus acusaciones y relataron por vídeoonferencia las agresiones
sexuales a las que habían sido sometidas en su adolescencia. La mayor
parte de la población femenina de Pitcairn había solicitado
que se les declarara inocentes, ya que, según ellas, mantener relaciones
sexuales antes de los 16 años era una tradición en la isla,
que se producía siempre con el consentimiento de ambas partes. (Aunque
hay que añadir que la mayor parte de la población femenina
de Pitcairn son esposas, hijas, hermanas y madres de los acusados).
Tras conocerse la sentencia, los habitantes de la isla han solicitado que
dejen en libertad a los condenados porque si les encierran peligra la subsistencia
de la comunidad. En Pitcairn sólo viven 12 hombres adultos. La isla
no tiene aeropuerto ni puerto, y los hombres tienen que salir al encuentro
de los grandes barcos en botes para coger víveres, combustible y
trasladar a los viajeros. Ante este argumento, los jueces han apostillado
que se les puede dejar en libertad cuando se les necesite para salir al
encuentro de los barcos.
En cualquier caso, los hombres estarán en libertad hasta que se resuelva
la apelación. El abogado de los condenados, Adrian Cook, ya presentó
el mismo argumento de su apelación en una apelación previa
contra la celebración del juicio. Sostiene que no se puede juzgar
a los habitantes de Pitcairn con las leyes británicas porque la isla,
según su opinión, no es formalmente una colonia británica:
Gran Bretaña nunca tomó posesión y sus habitantes no
son británicos, según el letrado. Adrian sostiene que cuando
los amotinados quemaron el barco de Su Majestad cometieron una traición
y dejaron de ser británicos. De cualquier manera, ninguno de los
descendientes de los amotinados es británico porque son todos hijos
ilegítimos y, al no haber matrimonios legales por medio, la ley no
les contempla como ciudadanos británicos, según Adrian.
Está previsto que en el 2005 se celebre un nuevo juicio en Pitcairn
por hechos similares contra otros seis hombres que actualmente residen en
Australia y Nueva Zelanda.
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Penas
impuestas
Steve Christian, 53 años, alcalde de Pitcairn. Tres
años de cárcel por cinco violaciones ocurridas entre
1964 y 1975, cuando Steve tenía entre 13 y 24 años.
Es un descendiente directo de Fletcher.
Randy Christian, 30 años, hijo del alcalde. Seis años
de cárcel por cuatro violaciones.
Len Brown, 78 años. Dos años de cárcel
por dos violaciones.
David Brown, 49 años, hijo de Len y conductor del tractor
de la isla. Servicios a la comunidad por nueve abusos sexuales.
Terry Young, 45 años. Cinco años de cárcel
por seis abusos sexuales y una violación.
Dennis Christian, 49 años, cartero. Servicios a la comunidas
por un abuso sexual y dos agresiones sexuales. Es un descendiente
directo de Fletcher.
Jay Warren, 48 años, juez. Inocente. Estaba acusado
de un abuso sexual. Es el único acusado que no es descendiente
de los amotinados del Bounty.
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Pitcairn
La isla de Pitcairn
está situada entre Nueva Zelanda y Chile, a más de 4000
kilómetros de ambas costas. Es una pequeña isla volcánica
de 9,6 kilómetros de largo por 4 kilómetros de ancho, con
una población de 47 habitantes.
La isla fue descubierta en 1767 por el capitán Philip Carteret,
hijo del Mayor de Pitcairn, que fue incapaz de desembarcar por el fuerte
oleaje.
El
motín del Bounty
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Pitcairn
está cerca de Nueva Zelanda
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Fletcher Christian y
otros miembros de la tripulación del barco británico dejaron
al capitán en un bote, junto con 18 marineros leales. Los amotinados
se fueron con el Bounty a Tahití y después a Tubnai. Tenían
miedo a ser detenidos por los británicos y decidieron ir en busca
de una isla desierta.
El 15 de enero de 1790 llegaron a Pitcairn ocho amotinados junto con seis
hombres y doce mujeres de Tahití, algunos cerdos, gallinas y patatas.
Era una isla desierta, fértil, inaccesible y con una temperatura
agradable, y decidieron quemar el Bounty para no ser descubiertos.
Fletcher fue el primer jefe de la isla, pero falleció a los pocos
años de su llegada y le sucedió en el puesto Edward Young.
Con el tiempo, los hombres tahitianos se rebelaron porque les trataban como
esclavos y en la revuelta murieron los seis y cuatro de los amotinados:
Mills, Brown, Martin y Williams. En 1794 sólo seguían vivos
el jefe, Edward Young, Jack Adams, William McCoy y Mattew Quintal. Adams
y Young mataron a Quintal en legítima defensa. McCoy se ahogó
y después Young se murió de asma. En 1800 ya sólo quedaba
Adams, un marinero analfabeto, y unas cuantas mujeres y niños. En
1814 dos marinos británicos redescubrieron la isla. Comenzó
una relación con el continente: los británicos les mandaban
Biblias y cosas prácticas (pistolas, cuchillas de afeitar...)
Posteriormente, Adams decidió dejar de ser el jefe y pidió
al gobierno británico un sucesor que supiera leer y escribir. En
1823 le mandaron a John Buffet que llegó con John Evans a la isla,
que por entonces tenía 66 habitantes. Buffet se convirtió
en el jefe y también se ocupó de enseñar a leer y escribir
a la población y de los servicios religiosos.
(Información extraída de la página oficial del gobierno
de Pitcairn: http://www.government.pn
)
Libros, cómics,
seriales y películas sobre la isla
El descubrimiento de una isla desconocida llena de descendientes de británicos
y tahitianos, que hablaban inglés y procedían de unos amotinados,
creó furor en el continente. La historia de Pitcairn ha aparecido
reflejada en numerosos libros, cómics, películas e incluso
seriales radiofónicos.
En 1935 Frank Lloyd dirigió "Mutiny on the Bounty" ("Rebelión
a bordo"), con Clark Gable en el papel de Fletcher y Charles Laughton
en el del teniente William Bligh. En 1962 Lewis Milestone dirigió
una nueva versión de "Mutiny on the Bounty", con Marlon
Brando en el papel de Fletcher, Trevor Howard en el de Bligh y Richard Harris.
Y, por último, en 1984, Rogerd Donalson dirigió "The
Bounty", con Mel Gibson en el papel de Fletcher, Anthony Hopkins en
el de Bligh y Laurence Olivier.
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Muere
en tiroteo el bandido más buscado de la India
Juanma.
Había matado a 120 personas y miles de elefantes. Secuestró
a docenas, entre ellas la estrella de cine más famosa del país.
Se jactaba de cortar cabezas y despedazar personas para echárselas
de comida a los peces. Una visita al oftalmólogo le perdió.
Se llamaba Koose Muniswamy Veerappan, pero sus admiradores (que los
tenía) le llamaban "El Gato de la Jungla" por su
facilidad para escabullirse en la selva y escapar de sus perseguidores.
La policía le siguió la pista durante décadas,
e incluso formó una unidad especial dedicada solamente a él.
Pero todo fue en vano hasta octubre. (Aunque se le logró detener
en 1986, salió de rositas tras pagar un soborno de 2.000 dólares.)
Veerappan, de origen
tamil, cincuenta y tantos años y un bigote espectacular, era
una verdadera plaga, una estrella del bandolerismo. Además
del centenar largo de asesinatos que se le atribuyen, mató
a miles de elefantes para traficar con el marfil y taló miles
de árboles de sándalo para vender la preciada madera.
Se dice que de este modo ganó millones de dólares. Pero
en su región dicen que "ayudaba a los pobres", y
miles de personas se desplazaron a Dharmapuri para ver su cadáver
y los de tres miembros de su banda que cayeron con él.
Su caída ha sido fruto de una "extraordinaria operación
de espionaje", según la policía. Toda la zona donde
Veerappan actuaba estaba llena de agentes encubiertos, que trabajaban
durante meses como conductores o albañiles para reunir información.
De este modo se supo que Veerappan tenía problemas con la vista
y se proponía visitar a un oftalmólogo. Rápidamente
se tendió la red. El conductor de la ambulancia era un policía
disfrazado, que llevó a Veerappan y sus acompañantes
a una emboscada. Los bandidos no quisieron entregarse y se inició
un tiroteo que duró casi una hora, en el que cayeron los cuatro.
Su tumba está siendo visitadísima y algunos hasta se
llevan puñados de tierra como recuerdo.
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Pena de muerte
para el asesino de niños iraní
Esther. El
asesino en serie del desierto iraní, Mohamed Bijeh, ha sido condenado
en octubre a pena de muerte por matar a 17 niños y 3 adultos en Pakdasht,
un suburbio de Teherán. Su cómplice, Ali Baghi, ha sido condenado
a 15 años de prisión por secuestro y a recibir 100 latigazos.
Mohamed, más conocido como la "Hiena" o el "Vampiro
del Desierto", abusó sexualmente de sus víctimas y después
las mató, envenenándolas, estrangulándolas o a golpes.
A continuación, solía enterrar sus cuerpos en un desierto
al sur de Teherán y dejaba un animal muerto sobre la tumba para disimular
el olor de los cadáveres.
La mayoría de las víctimas eran hijos de inmigrantes afganos,
que carecían de permiso de residencia y, por lo tanto, eran reticentes
a la hora de denunciar la desaparición de los menores.
Venganza
contra la sociedad
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Enterraba
los cadáveres en un desierto
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Los dos condenados trabajaban
en una fábrica de ladrillos. Mohamed Bijeh, de 30 años, dice
que mató a los niños para vengarse de la sociedad porque de
pequeño su madre le pegaba. Por su parte, Ali Baghi, de 24, es un
heroinómano que, según dijo, padeció abusos sexuales
en su infancia por parte de su padre y otros hombres. Mohamed reconoció
que su cómplice no quería ayudarle y que tuvo que amenazarle
para lograr su colaboración.
El periodo de tiempo que estuvieron matando niños varía, según
distintos medios de comunicación, entre siete meses y dos años.
Pero, en realidad, la condena a pena de muerte de Mohamed deriva de dos
delitos de violación. Por los asesinatos sólo le impusieron
una pena de tres años de cárcel, ya que algunas familias no
solicitaron la pena de muerte a cambio de una compensación económica
por parte de la familia del delincuente, posibilidad que contempla la Ley
Islámica.
Algunos parientes no están contentos con las investigaciones y creen
que detrás de la "Hiena" y su compinche se esconde una
red de tráfico de órganos. Parece ser que Mohamed estuvo encarcelado
con anterioridad y consiguió salir en libertad, tras pagar una fianza
demasiado elevada para un obrero de una fábrica de ladrillos iraní.
Los
crímenes de la Araña
Con las veinte muertes, la "Hiena del Desierto" se ha convertido
en el mayor asesino en serie de Irán. El récord criminal los
ostentaba hasta entonces Saeed Hanaei, la "Araña", que
fue condenado a pena de muerte en 2001 por asesinar a 16 mujeres en Mashhad.
Sus crímenes no se parecen en nada. La "Araña" mataba
a mujeres "pecadoras" (prostitutas y drogadictas) porque, según
él, no merecían seguir viviendo. Una excusa que le convirtió
en un héroe nacional para muchos fundamentalistas. Sus víctimas
tenían entre 25 y 50 años. Las estrangulaba con el pañuelo
que llevaban en la cabeza y después vestía el cadáver
con un chador (el vestido negro que cubre de la cabeza a la punta del pie).
La "Araña" y sus familiares se sentían muy orgullosos
de sus crímenes. Hanaei sonreía a los medios de comunicación
y narraba alegremente en el juicio su cruzada particular contra la corrupción
y el vicio. Murió ahorcado en abril de 2002. Las autoridades intentan
evitar que sigan yendo grupos de admiradores a visitar su tumba.
Asesinos
en serie musulmanes
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Javed
Iqbal mató a un centenar de niños
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La "Hiena"
y la "Araña" son los únicos asesinos en serie conocidos
de Irán y puede que sean un reflejo de la occidentalización
tan temida por los seguidores de este último. Son poquísimos
los casos de asesinos en serie musulmanes de la historia moderna. No obstante,
y aunque es una actividad dominada claramente por los blancos- anglosajones-
protestantes, el segundo puesto en la clasificación mundial de asesinos
en serie lo ocupa un pakistaní con 100 víctimas. Es posible
que Javed Iqbal estuviera empeñado en superar a su colega inglés
Harold Shipman (218 víctimas), pero
le detuvieron en 2000, tras escribir una carta de confesión a un
periódico.
Sus víctimas eran niños de los que abusaba sexualmente. La
policía encontró en su casa los cadáveres en descomposición
de tres menores, un álbum de fotos de niños y cinco sacos
con ropa y zapatos de decenas de desaparecidos.
Fue condenado a morir de forma similar a sus víctimas, como estipula
la Ley Islámica. El juez decidió que debía ser estrangulado,
frente a los padres de los niños, y que su cadáver, cortado
en 100 pedazos, sería introducido en ácido. Pero Javed apeló
la sentencia y, finalmente, falleció en la cárcel en 2001.
Según las autoridades, se suicidó con veneno.
Y para acabar con las estadísticas que
dicen que casi no hay asesinos en serie musulmanes, la policía ha
detenido en septiembre al primer asesino en serie confeso de Marruecos.
La
venganza de ultratumba
Juanma.
El presunto asesino de once niños y adolescentes en Tarudant (Marruecos)
ha sido detenido en septiembre y ha confesado. La detención fue posible
gracias a la denuncia póstuma de una de sus víctimas, más
astuta que el asesino.
A finales de agosto, la policía había descubierto a orillas
de un riachuelo unas bolsas de plástico que contenían restos
humanos. El examen de dichos restos reveló que correspondían
a cinco jóvenes varones de entre 10 y 15 años, que habían
muerto entre 2000 y febrero de 2004. Poco después se encontraron
en el mismo río otros cuatro cadáveres troceados de menores,
también en bolsas.
Cuando estaba a punto de cundir el pánico en la zona, la policía
dio un golpe de efecto deteniendo a Abdelaali Hadi, de 42 años, que
tras doce horas de interrogatorio se derrumbó y confesó haber
secuestrado, violado y matado a los menores.
La policía lo había tenido fácil: en la ropa de una
de las víctimas había un trozo de papel en el que estaba escrito:
"Juro por Dios que me vengaré, pase lo que pase. Ha sido Hadi".
Y el nombre del asesino venía escrito en árabe y en caracteres
latinos, para que no quedaran dudas.
Con este dato, la policía acudió a visitar a un tal Hadi,
que trabajaba en la cocina de una estación de autobuses. Por la estación
merodean niños que se buscan la vida llevando maletas y bultos. Y
casualmente, algunos de esos niños habían desaparecido en
los últimos años. No es una cosa que preocupe mucho a la policía,
porque no hay por qué suponer que han muerto, pero eran demasiadas
coincidencias.
Hadi confesó que de vez en cuando engatusaba a un niño, se
lo llevaba a una chabola solitaria, lo amordazaba, abusaba de él
y terminaba asfixiándolo. Durante años, le fue bien, a razón
de un par de chavales por año. Una vez muertos, los troceaba y enterraba
los restos junto a la chabola. Pero de pronto se enteró de que el
propietario del descampado donde estaba su chabola pretendía edificar.
Le entró miedo de que se descubrieran los cadáveres, de modo
que los desenterró y los llevó en bolsas a la orilla del río,
donde fueron encontrados. No contaba con la venganza diferida de la astuta
víctima.
A modo de descargo, Hadi declaró que de pequeño había
sufrido una violación colectiva por parte de 14 hombres.
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Las
Palmas celebra el juicio de la prostituta decapitada
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Aparecieron
partes del cuerpo
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Esther.
Más de medio centenar de personas testificaron en la Audiencia
Provincial de Las Palmas de Gran Canaria (España) durante el
juicio por la muerte de María del Carmen Pérez Diepa,
celebrado la última semana de octubre. El auto de procesamiento
del juzgado de Instrucción y el escrito de Calificación
del Fiscal relatan el supuesto desarrollo de uno de los crímenes
más horribles de la historia española. Cuatro hombres
han sido acusados de empezar a descuartizar a la víctima, entre
risas, cuando aún estaba viva, en lo que se conoce como el
Crimen del Contenedor. María del Carmen era una prostituta
venezolana de 24 años.
Según el auto de procesamiento por asesinato del Juzgado de
Instrucción Número 7 de Las Palmas, recogido en el diario
Canarias 7, los hechos sucedieron de la siguiente forma:
Juan Andrés M.P., de 52 años, contrató el 7 de
enero de 1994 a tres heroinómanas que se dedicaban a la prostitución
para que acudieran a una sesión sadomasoquista con un amigo,
a cambio de 5.000 pesetas para cada una. Eran María del Carmen,
Dunia F.M. (mujer 1, que entonces tenía 17 años) y una
joven mauritana (mujer 2). Eufemiano F.M., de 54 años, las
recogió en un bar, en el que habían estado fumando crack
con Juan Andrés, y se las llevó a un piso.
Ya en la vivienda, Eufemiano se puso una especie de taparrabos de
cuero, sacó un látigo, un pene de plástico y
unas correas, y comenzó la sesión sadomasoquista con
una serie de latigazos. Después, quemó con cigarrillos
a las mujeres 1 y 2, y lo intentó con María del Carmen
que no consintió que la quemara. La mujer 1 quería irse,
según su testimonio, pero la fallecida le dijo que esperara
porque había visto una cartera con dinero en otra habitación,
y entró a cogerla. Cuando Eufemiano la vio en el dormitorio,
le dio un bofetón y un cabezazo y la joven cayó desmayada.
Entonces, el hombre hizo una llamada telefónica y, poco después,
aparecieron en la casa Juan Andrés, Antonio Carmelo S.M., de
46 años, y Alberto B.J., de 30. Este último llevaba
una especie de maletín con herramientas. Entre los cuatro,
según la acusación, amputaron los brazos y las piernas
de María del Carmen, le cortaron la cabeza y se la llevaron
al cuarto de baño, donde guardaron trozos del cuerpo en bolsas
de plástico.
Mientras tanto, la mujer 1 salió por una ventana a una vivienda
colindante y la mujer 2 se escondió en un congelador. Cuando
la mujer 1 regresó al piso, vio una mancha de sangre y pisadas
sangrientas que conducían al baño, y huyó. La
mujer 2 salió del congelador y también huyó.
Alberto intentó perseguirla, pero al final desistió
por sus gritos. (Todo ello, según el auto de procesamiento).
El piso en el que se produjeron supuestamente los hechos estaba alquilado
en aquella época por Laura P.Q. y Walter Gabriel M.H. Laura
había regentado en la vivienda un negocio de prostitución.
El juez de Instrucción consideró que podían ser
autores de un delito de encubrimiento (que habría prescrito)
porque, al parecer, los acusados habían dejado algunos restos
del cadáver en el congelador de la casa durante un tiempo indeterminado.
Los primeros restos de María del Carmen aparecieron en bolsas
de plástico dentro de un contenedor. Eran la cabeza, envuelta
en una camiseta, los brazos y una pierna. La mujer 1 declaró
por primera vez en mayo de 1997 y la mujer 2 en diciembre de 2002,
fecha en la que se dictó prisión preventiva para los
cuatro acusados. La mujer 2 había sido expulsada del país
en 1995, en aplicación de la Ley de Extranjería.
Argumentos
de las defensas
Los cuatro acusados se han declarado inocentes. Sus abogados alegan
que algunos no se conocían hasta que les imputaron los hechos,
que alguno no estaba en Las Palmas en aquella época y que
existen contradicciones en el caso en cuanto a la hora en que falleció
la víctima y en las versiones de las mujeres 1 y 2, principales
testigos de la acusación. La mujer 1 declaró que los
tres amigos de Eufemiano llegaron a la casa después de que
éste golpeara a la víctima, mientras que la mujer
2 dijo que los cuatro participaron desde el principio en la sesión
sadomasoquista. En relación a la hora del fallecimiento,
los forenses indicaron las 3 de la tarde del 8 de enero de 1994,
hora que no coincidiría con el testimonio de las mujeres,
aunque señalaron un posible margen de 12 horas.
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Consumieron
crack y cocaína
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La mujer 1 declaró
en el juicio a través de un biombo y la mujer 2, por videoconferencia.
Ambas ratificaron sus acusaciones anteriores. La mujer 1 añadió
que Eufemiano había esnifado mucha cocaína aquella noche,
y la mujer 2 explicó que se quedó dormida porque había
fumado mucho crack y que cuando se despertó vio a los cuatro
acusados pegando y cortando a la víctima, entre risas, y fue
entonces cuando se escondió en el congelador.
Por su parte, la ex novia de Juan Andrés declaró en
el juicio que los cuatro acusados se conocían y reconoció
que la camiseta en la que apareció envuelta la cabeza de la
víctima era de su ex pareja. Otros testigos también
declararon que los acusados se conocían cuando se produjeron
los hechos. Uno de los forenses señaló que la víctima
había sido descuartizada en estado de semi inconsciencia y
que falleció a causa de la decapitación.
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Baja el
precio de los asesinatos no cometidos en Moscú
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Anastasia
se casó con el novio al que quería asesinar
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Juanma.
Anastasia Nasinovskaya encargó el asesinato de su novio con dinero
que le había quitado al propio novio, pero ha acabado casándose
con él.
Igor Lantsov, un hombre de posibles, conoció a Anastasia en 2002,
cuando ella tenía 21 años y era estudiante. Cinco años
antes, ella había participado en el concurso de Miss Moscú.
Embobado por su belleza, Igor se dedicó a cubrirla de regalos. "Me
gasté medio millón de dólares USA en los seis meses
que estuvimos viviendo juntos", le contó después a la
policía.
En diciembre, la pareja se peleó e Igor exigió a Anastasia
que le devolviera un BMW nuevecito y se quedara con todo lo demás.
Anastasia, por lo visto, le tenía mucho apego al BMW, así
que acudió a su amigo Ivan y le ofreció 15.000 dólares
por matar a Igor.
Siguiendo la costumbre moscovita en lo referente a asesinatos de encargo,
Ivan cobró 10.000 por adelantado y tenía que enseñarle
a Anastasia una fotografía del cadáver para cobrar los 5.000
restantes. El adelanto lo pagó Anastasia con dinero que le había
quitado a Igor en sus propias narices. Debía de estar tan acostumbrado
a pagar que ni se resistió.
Pero, siguiendo también la costumbre moscovita, el candidato a asesino
fue con el cuento a la policía, y ésta organizó el
viejo truco de avisar a la víctima, maquillarla y sacarle una fotografía
como si estuviera muerta. Anastasia cayó en la red cuando estaba
haciendo el pago a cambio de la fotografía.
Podrían haberle caído hasta 20 años, pero entonces
el amor acudió al rescate. En septiembre, Igor contrató a
un abogado carísimo para defender a Anastasia y después le
propuso matrimonio a la chica, que aceptó encantada. Al final sólo
le cayeron cinco años con suspensión de sentencia, o sea que
le ha salido bien la cosa.
Los lectores de Adegüello recordarán un caso similar de asesinos
incumplidores moscovitas, que aparecía en el pasado número.
Aquellos cobraban 25.000 dólares por no matar. Se ve que el precio
ha bajado. Dentro de poco, no matar a alguien en Moscú saldrá
baratísimo y estará al alcance de cualquiera.
Cómo no contratar asesinos en Moscú
(Adegüello, septiembre 2004).
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Sherlock
Holmes y los osos de peluche
M.J.Yoprei.
Un millonario excéntrico y homosexual muerto en extrañas
circunstancias, rumores sobre extrañas y criminales conspiraciones,
juegos sexuales, suicidio simulado ... y sobre todo ello, la sombra
de Sherlock Holmes. No es una novela recreando una aventura del personaje
creado por Sir Tahúr Conan Doyle. Es un caso real que desde
hace varios meses trae de cabeza a Scotland Yard.
Richard Lancelyn Green estaba considerado uno de los mayores expertos
del mundo en Sherlock Holmes y su muerte no demerece en nada su afición
que, según todos los indicios, bien pudo ser la que le llevó
a la tumba. El cadáver fue hallado en su cama, estrangulado
con un cordón de zapato y una cuchara utilizada como torniquete.
El muerto estaba rodeado de testigos, todos mudos animales de peluche.
Las puertas de la vivienda no tenían señal alguna de
haber sido forzadas y tampoco había indicio alguno de que se
hubiese perpetrado un robo. Vamos, todo un caso de manual de "habitación
cerrada", que el celebre detective británico a buen seguro
hubiese resuelto, tras unas horas de reflexión, unos cuantos
vaciles al buen Watson y algún que otro pinchazo de cocaína.
Desde hace más de medio año, la policía británica
anda de cabeza intentando resolver un caso cuya apariencia de suicidio
no convence a nadie. El amante de Sir Richard, Lawrence Keen, que
fue el último que le vio con vida, afirma que en la que sería
su última cena, Lancelyn sólo hablaba de conspiraciones
contra él.
La teoría de la conspiración ha cobrado renovadas fuerzas
tras la subasta de objetos y manuscritos del creador de Sherlock Holmes,
realizada hace poco más de dos meses. La venta de notas manuscritas
de Conan Doyle, a precios astronómicos y en contra de la opinión
de las principales sociedades y expertos en el detective más
famosos de todos los tiempos, han desatado todo tipo de especulaciones
en un caso que, inevitablemente lleva la etiqueta de: "continuará".
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Casero gasea
a inquilinos morosos
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El
casero gaseó el dormitorio
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Esther.
La despertaron unos pasos en el tejado. Después, se movió
la cortina del dormitorio para dar paso a un tubo de ocho centímetros
de diámetro y un inconfundible aroma a gas butano inundó la
estancia. Según contó Cristina al Levante Digital, esto es
lo que sucedió cuando su casero intentó gasearles en octubre.
Cristina y José Ramón, una pareja de jóvenes, le alquilaron
en julio a Tomás una vivienda unifamiliar en Betera (Valencia). Según
la versión de los inquilinos, en septiembre dejaron de pagar, y el
casero inició su particular procedimiento de desahucio por falta
de pago: les amenazó con llamar a dos matones, cortó el suministro
de luz, rompió una puerta de una patada, aparcó una furgoneta
en la entrada del garaje para que no pudieran sacar su coche y también
fue conduciendo detrás de Cristina hasta que ésta se salió
de la carretera. Finalmente, Tomás ha sido detenido por la Guaria
Civil acusado del intento de gaseamiento.
El "landlord"
británico
Los métodos para echar a inquilinos utilizados supuestamente por
este casero parecen copiados de su colega británico Nicholas Hoogstraten,
un multimillonario de 58 años dedicado al sector inmobiliario.
Nicholas compró su primera propiedad a los 18 años, con
los beneficios de la venta de su colección de sellos. (Se calcula
que su fortuna actual ronda los 500 millones de libras).
Al parecer, los negocios de Hoogstraten consisten básicamente en
comprar edificios con inquilinos y venderlos después de que éstos
se hayan ido. En 2002, Leslee Udwin contó en el Sunday Times los
métodos utilizados por Hoogstraten para librarse de los inquilinos
de un edificio que acababa de comprar: cortes de luz, agua, calefacción,
mobiliario que sale volando, amenazas de muerte... Según Leslee,
todos los varones abandonaron sus apartamentos pocas semanas después
de que el multimillonario comprara el edificio y sólo quedaron
las mujeres intentando llevar el asunto a los tribunales.
En los años sesenta, Hoogstraten fue condenado a cuatro años
de cárcel por lanzarle una granada a un hombre que le debía
dinero. En octubre de 2002 fue condenado por contratar a dos matones para
que intimidaran a un ex socio que falleció a consecuencia de la
paliza. Los matones se llevaron cadena perpetua por asesinato, y Hoogstraten
fue agraciado con diez años de cárcel por homicidio. Pero
un año después, consiguió que se celebrara de nuevo
el juicio y fue declarado inocente. La pobre Leslee debió pensar
que iba a pasar unos cuantos años a la sombra cuando concedió
su entrevista al Sunday Times.
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Los
violadores en serie siempre vuelven
Esther.
Los bomberos encontraron en octubre los cadáveres de dos jóvenes
apuñaladas cuando fueron a apagar un incendio a un piso de
Hospitalet (Barcelona). Silvia y Aurora eran dos policías leonesas,
en prácticas, que compartían casa.
Dos días
después, la guardia civil detuvo al presunto asesino, Pedro
Jiménez García, en una barraca de Girona. Pedro es un
recluso de la prisión de Can Brians, condenado a 30 años
de cárcel por diversos robos y violaciones, que disfrutaba
de un permiso penitenciario de tres días cuando se produjeron
los asesinatos. No regresó a la cárcel el día
que se le acabó el permiso, y los investigadores encontraron
una factura de compra de un teléfono móvil que le incriminaba
en el piso de las chicas. Los agentes también detuvieron al
dueño de la barraca en la que se escondía, Mustaf Kamel
Dogan, acusado de encubrimiento.
Pedro se ha declarado inocente ante la jueza del Juzgado de Instrucción
Número 4 de l'Hospitalet que ha decretado prisión incondicional
por dos delitos de homicidio, uno de robo con intimidación,
otro de incendio y otro de quebrantamiento de condena.
Hipótesis
policial
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Silvia
y Aurora compartían casa
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Los investigadores
sospechan que Pedro asaltó a Silvia, que había trabajado
en el turno de noche, cuando volvía a casa a primera hora de
la mañana. La obligó a subir al piso, amordazada, y
cuando se encontró con Aurora en la vivienda, la mató,
según la versión policial. A continuación, habría
violado y asesinado a Aurora, y después creen que prendió
fuego a la casa con la intención de hacer desaparecer las pruebas.
El incendio tenía tres focos distintos, pero el pirómano
se dejó todas las ventanas cerradas y la falta de aire dificultó
la combustión.
El cadáver de Aurora apareció en el pasillo, al lado
de la puerta de la calle, y él de Silvia estaba amordazado
y atado a una silla y presentaba indicios de haber sido sometida a
una agresión sexual.
Las pruebas policiales
contra el acusado son la factura que apareció en casa de las
víctimas, una grabación de la cámara de vídeo
de un banco, en la que Pedro intenta sacar dinero de un cajero con
la tarjeta de una de las jóvenes y un cuchillo y unas zapatillas
ensangrentadas que aparecieron dentro de una bolsa de plástico
que estaba escondida en la cisterna de un bar. Parece ser que el tamaño
de la hoja del cuchillo coincide con las heridas que presentaban los
cadáveres y las zapatillas son del número que usa el
reo (mide 1,57 metros de altura y no debe tener un pie muy grande).
La policía continua a la espera de los resultados de las pruebas
dactiloscópicas y de ADN efectuadas a estos objetos.
Datos
biográficos
de Pedro Jiménez
1969.- Nace
en El Prat de Llobregat (Barcelona), el 17 de marzo.
1986.- Condena por un delito de violación y un intento.
1992.- Permiso penitenciario. Agrede sexualmente, golpea y
roba a una joven en el Prat de Llobregat. Ataca a la chica en el portal
y la obliga a subir al piso y abrirle la puerta. Condena a treinta
años de cárcel.
2003 - Permiso penitenciario. La policía cree que es
el responsable del intento de agresión a una joven en Barcelona.
Los gritos de la chica alertan al vecindario, y el asaltante con el
forcejeo se deja la foto del equipo de fútbol de la cárcel.
Octubre 2004.- Permiso penitenciario. Le detienen por matar
a dos jóvenes y abusar sexualmente de una de ellas. Estaba
previsto que quedara en libertad en abril de 2005.
Delincuentes
hasta la castración
La posible implicación de Pedro Jiménez en los crímenes
ha reabierto la polémica sobre los permisos penitenciarios
concedidos a delincuentes sexuales. La presidenta del Tribunal Superior
de Justicia de Cataluña ha anunciado la apertura de una investigación
para saber por qué se le concedió un permiso carcelario.
Al parecer, los psicólogos, trabajadores sociales, educadores
y la dirección del centro penitenciario habían informado
favorablemente para la concesión del permiso porque el reo
había asistido a un curso de reinserción de violadores.
Pero el Juez de Vigilancia Penitenciaria había bloqueado la
concesión del permiso y, finalmente, la Audiencia de Barcelona
resolvió concedérselo.
Los violadores en serie casi
siempre reinciden: el Asesino de Ancianas de Santander, Christie,
el Estrangulador de Boston, Harvey Carignan, Yoshio Kodaira, Wayne
Boden (el Vampiro Violador), Mustapha Tabet,... Y lo peor viene cuando
salen de la cárcel tras cumplir condena por violación,
porque muchas veces llegan a la conclusión de que hay que matar
a las violadas para evitar nuevos encarcelamientos con sus testimonios.
En la actualidad,
no hay ningún programa realmente efectivo de reinserción
de violadores en serie en ningún país del mundo. En
Estados Unidos, algunos reos violadores piden la castración
como único sistema para dejar de violar y en algunos estados
es una condición necesaria para poder acceder a la libertad
condicional.
Hasta ahora, la vejez era lo único que solía detener
a estos delincuentes, por la disminución de la fuerza física
necesaria para someter a las víctimas y de la potencia sexual,
pero con los nuevos fármacos contra la impotencia senil la
cosa está cambiando.
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Pederastas
con SIDA contagian a decenas de niñas
Esther. Qué
puede haber peor que un violador pederasta:
un violador pederasta con el virus del SIDA que no utiliza preservativo.
En los dos últimos meses se han dado a conocer dos individuos con
estas características. Parece ser que ambos decidieron acostarse
con cientos de niñas, tras descubrir que eran portadores del virus
del SIDA. Pero su motivación era completamente distinta, mientras
uno dice que quería vengarse de las mujeres que le habían
contagiado, el otro parece que lo único que quería era ganar
dinero aprovechando su pasión por la violación de menores.
Al empresario de la pornografía infantil Ángel Rafael Mariscal
le han condenado en septiembre a 100 años de cárcel en Miami
(EE UU). El caso del vengador es más complicado porque vive en Tailandia,
país en el que no existe ninguna ley que penalice la transmisión
consciente del VIH a una persona que desconoce la condición de portador
de la pareja sexual.
Pornografía
infantil en Cuba y Ecuador
Ángel Rafael Mariscal, de 45 años, ha sido condenado por abusar
sexualmente de más de 120 niñas para producir y distribuir
pornografía infantil. Durante los siete años anteriores a
su detención, que se produjo el 13 de septiembre de 2002, viajó
en numerosas ocasiones a Cuba y Ecuador, donde se dedicó a grabar
vídeos en los que él mismo abusaba de menores, de entre 9
y 17 años.
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Distribuía
pornografía desde Miami
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Las investigaciones se iniciaron
a raíz de las sospechas de un investigador postal. En 2002 la policía
registró la habitación del hotel de Miami Beach en la que
residía, y encontraron miles de imágenes de pornografía
infantil grabadas en vídeo. Ángel distribuía las imágenes
desde Miami, a través del servicio de Correos o de empresas de mensajería.
La policía ha conseguido identificar, de momento, a cuarenta compradores.
Uno de los clientes es un ex bombero que ha declarado que en tres meses
se gastó 13.000 dólares USA en pornografía infantil
producida por el condenado. Los clientes tenían incluso la posibilidad
de enviarle al pederasta su propio guión de los abusos para que Ángel
grabara sus fantasías.
Al reo le dijeron que tenía el virus del SIDA en 1994 y, como demostraron
algunos de sus vídeos, mantuvo numerosas relaciones sexuales con
menores, sin utilizar ningún tipo de protección, después
de esta fecha. Según su abogado, Ángel utilizó agua,
jabón y colutorio bucal para evitar los contagios (con estos métodos
no es de extrañar que él mismo se haya contagiado).
La detención se produjo gracias a la colaboración de las autoridades
cubanas que identificaron y aportaron los certificados de nacimiento de
algunas de las víctimas que aparecían en los vídeos.
Dos mujeres que colaboraban con el pederasta también han sido detenidas
en Cuba y Ecuador.
Ángel envió una carta a los investigadores desde la cárcel
en la que decía que se debían estar divirtiendo mucho viendo
una y otra vez sus vídeos y haciendo copias para regalárselas
a sus amigos.
El vengador
alemán
Hans- Otto Schiemann es un alemán de 54 años, de cara enrojecida
y una sola pierna. Vive en Chaiyaphum (Tailandia) desde hace casi una década
y su esposa, una tailandesa de 30 años, le denunció a la policía
por contagio masivo del VIH. En este país no hay ninguna ley que
penalice la transmisión deliberada del virus, así que las
autoridades le detuvieron en octubre por inmigración ilegal. Hans
entró por última vez en el país hace tres años
con un visado de turista de un mes.
El alemán confesó haber mantenido relaciones sexuales, sin
protección, con un centenar de adolescentes, de 14 a 17 años,
para contagiarles el VIH. Según su versión, quería
vengarse de las mujeres tailandesas, a las que calificó como "primates
y brujas", porque le habían contagiado años atrás.
Los vecinos de Hans han declarado que el hombre se dedicaba básicamente
a dar vueltas en coche por la ciudad, intentando convencer a estudiantes
de que mantuvieran relaciones sexuales con él a cambio de unos ochenta
euros. Al parecer, también solía ir a buscar chicas a los
bares de karaoke.
Hans, que se califica a sí mismo como un rico playboy, está
indignado y reclama su derecho a seguir viviendo en Tailandia en libertad.
De momento está en la cárcel por el delito de inmigración.
En la audiencia previa, el juez señaló una nueva vista para
el 15 de noviembre, fecha en la que el alemán deberá presentarse
asistido por un letrado.
Las autoridades tailandesas han alertado a las jóvenes de Chaiyaphum,
para que no mantengan relaciones con el alemán, con carteles en las
calles y la distribución de dos mil folletos.
Al parecer, la mujer de Hans está muy enferma tras haber desarrollado
el virus.
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Linchadores
vocacionales
Juanma.
¿Hay una mano oculta, ávida de sangre, que incita y
convoca a los intentos de linchamiento?
Juanma. Todos lo hemos visto en la tele. Un detenido es trasladado
a los juzgados para declarar o para lo que sea, y a la puerta del
edificio se monta una concentración de personas que increpan
al interesado, e incluso se lanzan contra los coches o furgones policiales
con intención de lincharlo.
No se trata de las comparecencias de presos con conotaciones políticas,
como etarras o ex altos cargos del PSOE, que tienen detrás
organizaciones amigas y enemigas que organizan la concentración,
sea de apoyo o repulsa. Tampoco nos referimos a personajes polémicos
como Mario Conde, Ruiz Mateos o el difunto Gil y Gil, a los que se
insulta o vitorea, pero sin intención de llegar a las manos.
[Interludio cómico: Ruiz Mateos y "que te pego, leches".]
Hablamos de acusados de crímenes "particulares" especialmente
indignantes y casi siempre de sangre, por lo general recién
detenidos, que tienen que salir de la comisaría al juzgado
como en las viejas películas del Oeste, protegidos por el sheriff
y sus ayudantes, mientras una multitud enardecida agita la cuerda
de la horca.
En estos casos, la televisión nos muestra una masa enfurecida
de vecinos, seguramente ciudadanos intachables, habitantes de pueblos
pacíficos, que exigen ojo por ojo y están dispuestos
a cobrar la deuda allí mismo. "¡Que me lo dejen
a mí", es una de las frases más repetidas. Y no
suele tratarse de parientes o relaciones directas de las víctimas,
que podrían ir cegadas por el dolor y la venganza, sino de
gente que simplemente "conocía a la pobre chica porque
es del pueblo y esto no puede ser".
Tampoco son grupos que se formen espontáneamente, en el calor
del momento, cuando se acaba de descubrir el cadáver o de identificar
al presunto (siempre presunto) criminal. Esto ocurre varios días
después, a una hora prefijada, que es la del traslado o la
llegada. Por eso está ahí también la televisión.
Está claro que alguien los convoca.
¿Quién avisa a esas turbas furiosas de la hora del traslado
y el lugar de destino? ¿Cómo quedan entre ellos, qué
se dicen, hasta dónde están dispuestos a llegar? ¿Se
animan con unas copitas en el saloon, como en las películas?
Probablemente, la mayoría sólo quiere desahogarse expresando
su indignación, pero casi siempre se ven unos cuantos exaltados
en actitud francamente violenta que podría acabar muy mal,
y si no ocurre así es porque se trata de aficionados y los
policías son profesionales.
A mí, por lo menos, me da miedo verlos. Porque en condiciones
normales parecen personas respetables, de las que podrías fiarte
(los quinquis no se suelen acercar a las comisarías ni a los
juzgados por propia iniciativa, ni siquiera para protestar), pero
en cualquier momento, con sólo formar parte de una multitud,
se pueden transformar en algo peligrosísimo. Y estoy hablando
de los mejores entre ellos, los que se dejan arrastrar. Pero detrás
está quien los convoca. Y dado que esto ocurre en todas partes
del país, sin predominancia de región alguna, empiezo
a pensar que aquí hay una cierta nostalgia de linchamiento.
Cientos
de vecinos intentan linchar a un joven en Barcelona
No hagan caso de lo anterior. Aquí tienen un auténtico
ejemplo de acción vecinal espontánea (¿o no?).
Jonathan Ll., de 20 años, con numerosos antecedentes policiales,
tenía hartos a los vecinos del barrio de Baró Viver,
que le acusaban de innumerables fechorías: robos de vehículos,
agresiones y toda la gama del delito menor, además de toques
personales como "encerrar a abuelas en los ascensores" y
"orinar desde su ventana a la calle".
La noche del 29 de septiembre, llegó a toda prisa en un coche,
seguido por una patrulla de la policía, que le había
visto cometer una grave infracción de tráfico y se proponía
empapelarle.
Al ver llegar a la policía, muchos vecinos salieron a la calle
para exigirle que detuviera a Jonathan por todos sus desmanes. En
poco tiempo se formó un grupo muy numeroso de gente excitada.
En un momento dado, alguien encendió un poco más los
ánimos, y la policía, que había acudido a multar
a Jonathan, se vio obligada a defenderlo, cerrando el paso a la vivienda
del joven y presunto delincuente para evitar que los vecinos lo lincharan.
Mientras tanto, Jonathan se había encerrado en su piso, con
dos amigos, y se asomaba a la ventana para increpar a los cada vez
más excitados sitiadores, que ya eran varios centenares. La
policía tuvo que pedir refuerzos.
La situación se prolongó durante toda la noche y la
mañana. Por la tarde, la policía recibió orden
de irrumpir en el piso y detener a Jonathan y sus acompañantes
para evitar males mayores.
Y entonces vino la sorpresa final: al entrar en el piso, la policía
encontró, dentro del armario de la cocina, a un chico de 14
años, atado y amordazado. Por lo visto, había sido secuestrado
la noche anterior.
El menor fue atendido en un centro sanitario y declaró en comisaría
acompañado por su madre, pero no ha trascendido lo que dijo
ni la relación que tiene con los detenidos.
La abuela de Jonathan dice que el chaval debía de ser amigo
de su nieto, y por eso se encontraba en el piso. Según ella,
el niño debió de asustarse al ver el follón,
quiso salir de la casa y entonces Jonathan lo ató y lo encerró
en el armario, "pero sin querer hacerle daño, porque él
quiere mucho a sus amigos".
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Juzgan
a servicio de menores por desnutrición infantil
Andrea.
Este mes ha empezado el juicio civil contra el servicio de menores de Karlsruhe
(Alemania) para decidir si éste podría haber impedido la macabra
situación que vivieron tres niños en la casa de sus padres
de acogida. La pareja, una profesora de primaria y un ex-militar estudiante
de pedagogía, había acogido a tres niños como forma
de mantener su nivel de vida, mientras él completaba su formación.
Los niños eran alimentados con pan duro y agua para así poder
gastar los 1700 euros mensuales que recibían, por hacerse cargo de
ellos, en otras cosas más importantes, como sus tres hijos propios
y tres mascotas: un caballo, un perro y un gato. Para que unos niños
tan delgados no despertaran sospechas, cuando la familia tenía visitas,
los encerraban en una habitación sin luz ni ventanas. Esta situación
duró hasta que Alexander, el más pequeño, murió
de desnutrición en un hospital. Hasta entonces nadie se había
percatado de las circunstancias en que vivieron los niños que incluso
dejaron de ir al colegio, pues estaban demasiado débiles por la falta
de comida. Además, la pareja no sólo era tacaña con
la comida de los niños, ya que un vecino de Rems-Murr-Kreis denunció
a la sociedad protectora de animales por el mal estado en que veía
al perro de la familia.
Un tribunal de primera instancia ya ha condenado al servicio de menores
a pagar una indemnización de 25.000 euros a Andreas, otro de los
niños "acogidos" por el matrimonio. El servicio de menores
se defiende diciendo que nunca tuvo ninguna mala experiencia con el matrimonio,
por lo que no tenían que sospechar de ellos o vigilarlos. Los padres,
condenados en 1999 a cadena perpetua, también culpan de todo al servicio
de menores por haberse olvidado de los niños una vez que se los entregaron.
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Policías
atracan a delincuentes
Esther. Las
cosas se han puesto feas para Rubén Palomares, un ex policía
de Los Ángeles (EE UU) que lideraba una banda de veinte atracadores,
integrada por policías y familiares. Rubén, que ya ha
sido condenado a 15 años de cárcel por tráfico
de drogas, ha decidido colaborar con los investigadores en un intento
de reducir la pena de cadena perpetua que solicita el fiscal. Su abogado
espera que el jurado sea piadoso con el ex policía que, según
él, ahora se ha vuelto un buen cristiano.
Rubén y sus compinches se dedicaron a atracar a presuntos delincuentes,
haciendo pasar el ataque por una redada policial, según su
confesión. Realizaban los robos vistiendo el uniforme policial
y utilizando los coches oficiales. Se cree que entre 1998 y 2001 consiguieron
cientos de miles de dólares, más de 350 kilos de Marihuana,
50 kilos de cocaína, coches, dinero, armas y joyas.
El negocio se acabó cuando agentes secretos de la Agencia Antidroga
detuvieron a Palomares y a un compinche, por intentar comprarles drogas.
El colega confesó en seguida que formaba parte de una banda
dirigida por Palomares.
Falsos
policías en Madrid
Seguramente estos chicos consiguieron mucho menos dinero que Palomares
y su banda. No hay que olvidar que los norteamericanos eran policías
de verdad y conocían mejor el terreno en el que se estaban
moviendo.
Los falsos policías de Madrid eran un grupo formado por seis
iraníes y tres paquistaníes que se dedicaban, supuestamente,
a atracar a japoneses y chinos, exhibiendo placas policiales y pistolas
falsas. Al parecer, los chicos registraban a sus víctimas en
una supuesta operación antidroga y se quedaban con sus pertenencias.
La policía les detuvo en Majadahonda. La verdad es que esta
banda tenía un campo de acción muy limitado, sólo
chinos o japoneses pueden creer que un pakistaní es un policía
español.
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